IV

646 119 101
                                    

Él se aparecería con una playera con el logo de Korn, yo iría con un vestido negro. Mikey no había movido un solo dedo para ayudarme con mi transformación, así que el maquillaje, la faja y los pechos falsos me los coloqué en la soledad y dificultad de mi baño. La cita sería en Chilli's, Michael aparcó frente al restaurante y me hizo salir del auto, me recargué en el capote y empecé a buscar con la mirada.

―¿Y si te plantó?

―Ni que fuera flor, pendejo ― solté con brusquedad, Michael resopló y se recargó en el asiento, él estaba dentro del auto.- Tiene que venir- suspiré, tratando de convencerme más a mí que a Michael. Apreté el bolso que había tomado sin permiso a mi madre y lo apegué a mis pechos falsos, la verdad tenía mucho miedo de no parecer una chica, aunque mi voz me favorecía, y mi ex novio solía decir que yo era su novia vestida de niño, pero igual tenía miedo.

―Uy, un neo nazi con una playera de Korn viene para acá ― volteé despavorido hacia ambos lados, Mikey se rio de mí; fruncí las cejas, cayendo en cuenta de su broma de mal gusto, metí la mano en mi bolso y saqué un perfume de mano, me acerqué a su ventana y apreté el botoncito mientras él reía, empezó a atragantarse con el aroma ―Ay, hijo de la...

―¿Tú eres Claudia? ― Tanto Mikey como yo dejamos nuestra disputa en menos de un micro segundo, me giré tan rápido que casi me caigo. Los ojos avellanas lo delataron más rápido que su playera de Korn. No sólo sus ojos eran divinos, sino sus cejas, labios y mentón; era pálido, bajito, y estaba lleno de tatuajes, era justo el príncipe que Mikey resolvía como imaginario.

―Yo...

―¿Entonces tú eres el famoso Frank?- en mencionado asintió, con sus ojos bien abiertos- Genial, espero que cuides bien a mi hermana, soy Michael, un gusto― Mikey saltó a mi rescate, sacando medio cuerpo del auto para saludar a Frank, quien le respondió con una sonrisa emocionada.

―¡P-por supuesto! Está en las mejores manos del mundo ― su voz. Su maldita voz: rasposa, profunda... tenía que ser un sueño. Mi shock duró lo suficiente para que Mikey se despidiera y se fuera, me obligué a apoyar los pies en la tierra y volteé a ver a Frank, la sonrisa que tenía en el rostro parecía ser tatuada. ―Wow. Estás... wow, eres incluso mejor de lo que imaginé― me vio directo a los ojos― Digo... no es que haya pasado todo el día pensando cómo eras... bueno, tal vez sí, ya sabes, nunca había intentado esto de Tinder y no sé si... tú me entiendes, ¿no?

―Seguro ― me estaba costando mucho concentrarme, pensaba si no había fumado marihuana o consumido LSD por error, esto no podía ser real.

―¿Entramos?― tomó mi mano y me guió sin preguntar de nuevo, su vibra positiva estaba haciendo que se me revolviera el estómago. Nos sentamos en una mesa al fondo del restaurante, cerca de la ventana. - ¿Y tú qué pensaste? digo, a lo mejor imaginabas alguien más alto, o un señor; en mi casa mis padres me dijeron que no me la pasara escuchando a mi hermano Andy con eso de las citas por internet, pero eso es porque él es alguien demasiado extrovertido y yo tengo problemas para socializar, es que me pongo nervioso y empiezo a hablar mucho. ¿En qué estaba?, ah, sí, mis papás hasta apostaron entre ellos sobre cómo serías, mi mamá apostó por un gordo sin vida, mi papá por una cuarentona, pero ambos pueden morderse la lengua ahora, ¿no?

No. Claro que no, tú mamá ganó, Frank. Dejé de ver mis manos, su voz me había confundido, perdido, y sobre todo, me estaba haciendo sentir la peor persona del mundo.

—¿Claudia?— volteé a verlo, sonriendo como pude.

—Claro— él quitó su sonrisa.

—Ya te aburrí, ¿cierto? — se sonrojó y tapó su rostro— Maldita sea, lo hice de nuevo— empezó a tallar su rostro— No es a propósito, es que me pongo muy nervioso— quitó las manos de su rostro con un movimiento rapidísimo — ¿Quieres que te lleve a tu casa? Ya te ves demasiado incómoda, de verdad no quería incomodarte, mi hermano Andy dice que debería aprender a callarme, pero mi mamá dice que es parte de mi personalidad y...

—Frank, Frank, tranquilo— interrumpí— No, no es así— me atreví a tomar sus manos— Yo estoy bien, es... es que yo también estoy muy nerviosaz— me vio con asombro, como si no pudiera creer mis palabras. —No suelo hacer este tipo de cosas, es todo.

—¿Hablas en serio? — no separó el agarre. Supe que ambos lo estábamos disfrutando. Tenía que detenerme, irme de una vez y volver a mi dulce lugar en mi ordenador, ya sabes, volver a mi cama y pensar en esa última relación amorosa de final trágico, no podía quedarme ahí y crear un rizoma de mentiras.

—Sí, siento que la cita va a ser muy interesante.

Pero bueno, nunca había sido bueno tomando decisiones.

tacones |frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora