Prólogo

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Juliana

Al llegar me acerqué a la puerta y di dos golpes suaves, luego esperé por una respuesta. Estaba algo nerviosa, pero podía mantenerme firme y discimularlo bien.

La puerta se abrió.

Con paso lento, atravesé el umbral cerrando la puerta a mis espaldas.

Remuevo mis manos durante el camino y las suelto. Respiró hondo para tranquilizarme.

El bullicio habitual del salón se había vuelto frío y sólo había un silencio expectante.

Sentí como todas las miradas se posaron en mí, así ellos notaron como mi nerviosismo intentaba salirse de control y hacer de las suyas. Pero aún así logré contenerme.

Di los buenos días y me di el lujo de regalarle a todos una sonrisa.

-Bienvenida a la clase, señorita...

-Valdés, Juliana Valdés. -respondí, -Es un placer conocerlos.

Pero nadie responde. Aún así no se trata de un acto rechazo, y eso pude notarlo al ver cara a cara la expresión de ellos. El rostro de los chicos es de un embeleso al que ya estoy muy fastidiosamente acostumbrada. Las chicas, por su parte, tienen algo mas variado, alcancé a reconocer neutralidad, desagrado, desinterés. También estoy acostumbrada a eso.

Lo de siempre.
Pensé al momento en que volví la mirada hacia la profesora. Una vez más volví a enfrentarme al aula y suspiré.

Caminé entonces con lentitud por un pasillo de pupitres y tomé posición en el centro del salón. Al sentarme crucé las piernas una sobre la otra, arreglé mi cabello y miré hacia al frente.

La clase inició, pero no pareció importarle a nadie en lo absoluto. Suspiré e intenté mantener mi atención en el pizarrón lo que pude, pero las miradas que circundan no dejan de ser molestas.

Siempre es lo mismo. -Concluí. -En todas partes es lo mismo, todos los hombres son de flojera.

Transcribí delicadamente lo que me parecía más importante y lo que la profesora escribía por su cuenta en el tablero. En eso otra vez sentí las miradas y susurros a mis espaldas. Me sentí increíblemente incómoda, tenía mi uniforme escolar de falda escosesa, no estaba ni alta ni baja, no entiendo cómo llamo tanto la atención.

Respiré de nuevo, intenté no ser yo misma o al menos no demasiado. Pero el asunto pudo conmigo y lo dije:

-Que pena, profesora. -dije sin vacilar una sola palabra, y pasé la mano por mi cabello; -Pero me cuesta mucho prestar atención cuando tengo a toda una manada de imbéciles mirándome fijamente todo el rato. ¿Acaso tengo pintada la cara o qué mierda?

Las mirada de consternación y sorpresa no se hicieron esperar: Las chicas murmuraron entre ellas con gestos que apenas y podía entender, así como algunos de los chicos sonreían como si fuera todo tan gracioso, incluso unos aplaudían la tan efervescente erupción de la chica nueva.

-¡Virgen maría purísima!, ¡Señorita Juliana!

-Profe, le pido mil disculpas. No quise ser tan... yo misma. Pero me disgusta sentirme como un fenómeno de circo mientras usted gasta saliva en dar una clase que ala que al parecer solo yo estoy atenta.

La forma tan directa y un poco calculadora con la que las palabras salieron disparadas habían dejado conmocionados a los presentes en el aula y totalmente muda a la profesora.

El primer día acababa de empezar y ya había declarado una guerra sin Cuartel.











Valentina

E

l descanso había sido tranquilo. Algo inusual tratándose de alguien como yo, la siempre viva alma de la fiesta.

Me pareció algo sospechoso por eso mismo no pude evitar echarle un vistazo al alrededor buscando algo que parezca que no cuadre, algo que no haga juego en el entorno.

Entonces fue ahí cuando la noté.

Morena y linda, su cabello largo y su manera de caminar que parecía que flotara, una chica que no había visto hasta ese mismo momento aparece y luego desaparece entre una multitud lejana.

No estaba del todo segura, pero los rumores que se oían desde hace poco y empezaban a llamarme la atención. Quería obtener algo de información sobre aquella desconocida.

-¿Andas en la Luna o qué? Esa es la chica nueva de once. Te lo dije hace como diez minutos.

-Hace diez minutos estaba muy ocupada con otra cosa, Vera. -le contrapunteé.

Pero esa respuesta no calmó mi curiosidad, sobre todo cuando nadie, ni siquiera mi novio, se me habían acercado en todo lo que llevaba del día.

Y eso me disgustó demasiado. Me empezaba a sentir ignorada. Palabras que no conocía como emociones las conocía más como acciones.

-¡¿Y dónde están todxs?! -pregunté poniéndome de pie. -¡Hasta parece que Lucho se esfumó en el aire!

-Ve a preguntarle a la nueva. -responde Nayeli de manera burlona.

Le prestó cero atenciones y simplemente ella se puso de pie a mi lado y ahí aproveché para lanzarle mi bolso pandora encima y le ordené, con un muy agrio tono, que no se moviera de ahí. Nayeli se encogió de hombros y yo me alejé dando pisotones al caminar.

El escenario al otro lado del paisaje era agitado. Gran parte del público eran aquellxs que tanto suspiraban por mi y eso, sin la más minima de las dudas, había lastimado mi orgullo.

Y era bastante evidente que precisamente eso había ocurrido.

¿Qué o quién distraía a mis queridxs fans?, ¿Qué o quién quiere relevarme de la cima de la cadena alimenticia y dejarme a la misma altura de los mal llamados normales?

Es que era un asunto más que claro: Ni yo ni mis egocéntricos impulsos estaban preparados para algo como esto. No he nacido para ser una extra, yo siempre he sido la gran estelar, no he nacido para estar a la sombra de nadie, mucho menos a la de una cualquiera.

Tuve toda la intención del mundo de acercarme a ella. Tuve dibujada en la cara esa expresión que decia "es mio" y no había manera alguna de evitar el desastre. Entonces sintí que me tiraron del brazo con fuerza.

-Ni se te ocurra, Valen, tú no estás para esas cosas, eres mejor que eso. -sentenció Nayeli con mirada de jueza; -Y además esta vez no pretendo pasar el día en detención por otro de tus arranques de diva.

-¡Cállate y no te metas!

-Mira que hablo enserio, Valentina. Deja de ser tan irracional, al menos por esta vez.

No. Admitir que era un asunto irracional era admitirme derrotada. Pude imaginar mi mirar engreido destilando el más pesado de los desprecios mientras me grababa detalle a detalle las facciones de aquella fulana igualada.

No me quedó de otra más que asimilarme como una perdedora, una reina a la que le habían robado su reinado pero de igual manera, no lo iba a permitir.

Reinado [Juliantina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora