Capítulo 11

861 65 3
                                    

Sin duda era la fulana princesa quien tomaba el sol con tal despreocupación, con tal tranquilidad. Aquel cabello negro relucía abrillantado por la luz de un sol que pareciera posar para ella, que pareciera disfrutar estarse ahí únicamente para ella.

Asi lo descifró Valentina en su pensamiento y sintió más envidia, más rabia y más desprecio. O al menos esas eran las palabras con las que traducía sus molestias hacia Juliana.

Y una realidad se le hacia cada vez más asertiva mientras permanecía de pie frente a aquella ventana: no podía apartarle la vista de encima.

La manera tan fresa que tiene de sonreír, lo llamativa que era su piel al verla lucir algo diferente al uniforme escolar. Aquellos y otros detalles que su percepción empezaba a rescatar de quien, poco a poco, se volvía su obsesión más contundente. Y le punzó el pecho una vez más, con mayor fuerza, con mayor intensión.

-¡Ya, no más!

-¿Hablando sola? -pregunta Nayeli al volver. -¿Cómo es que no me habías dicho nada de tu nueva vecina?

Nayeli la miró extrañada. Valentina, haciéndose a un lado, señaló hacia la ventana con un énfasis un tanto obsesivo para resaltar que se trataba de algo importante.

Su mejor amiga sonrió ante su casi lunática expresión y se tomó su tiempo para asomarse por la ventana. Entonces solo soltó una carcajada.

-Ahora si no te podré sacar de mi casa ni a patadas ¿Rigth? -dijo casi ahogándose. Valentina no sonreía.

-No encuentro la parte divertida. ¿Será que me perdí el chiste?

-¡La cordura, eso es lo que perdiste!

Valentina no podía creerle ni un poco el que no supiera que la nueva inquilina del piso de enfrente era, precisamente, su ahora némesis.

Nayeli no se tomaría la molestia de explicarle, ni poco ni mucho, sus ocupaciones. Ya empezaba a disgustarse por la intensidad de su habitual berrinche de niña malcriada.

-Estas arruinando mi único día libre, Valen.

-Y ella me arruina la vida.

-Por como yo lo veo. -comenta cruzándose de brazos, -Solo estas siendo la Drama-Queen de un problema que ni siquiera existe. Por milionésima vez: ¡Madura!

Pero Valentina solo sabía hacer una cosa bien: ser Valentina. Una de sus especialidades era ser absurdamente una cabeza hueca cosa que a Nayeli por mucho que estuviese acostumbrada, la hacia enojar en serio. Y empezaba a enojarse de verdad.

Valentina la apartó de la ventana e intentó cambiar el tema. Intentó también zafarse de su acrecentada obsesión, esa que todavía sonreía ahí fuera, bajo el sol, y que ahora olía dulcemente el aroma del girasol que sostenía con la mano.

El rostro de Valentina se sonrojó de golpe a la vez que le punzó el pecho con la más potente, hasta el momento, de sus intenciones.

Nayeli reconoció de aquella expresión algo que conocía de toda la vida. Reconoció, una parte de aquel abismal amor propio que siente por si misma, porque así solía mirarse en el espejo.

Acababa de redescubrir una de las más profusas e intensas de sus verdades, y se tragaría el secreto solo para ver qué sucederá.

Empezaba a comprender lo que Valentina quería saber pero que no alcanzaba a ver. Su amor propio era excelso y le engañaba lo suficiente como para mantenerla ignorante de sus propias emociones.

Nayeli sabía que ese sería, algún día, su talón de Aquiles, pero no se imaginaba que resultaría de aquella manera, precisamente.

-¿Sabes qué? Me rindo -comenta Nayeli dejándose caer sobre la cama.

-Tú ganas. Te ayudaré con la nueva

-Te conozco, Naye. -contrapuntea Valentina-, ¿Qué cosa quieres a cambio? Habla.

-Te juro que nada. -miente luciendo su cara de póker.

Valentina lo sabía: algo quería. Algo que no mencionaría hasta llegado el momento.

Nadie sabía manipular mejor
que Nayeli, y ella ya había aprendido a defenderse de aquello.

Ya se las ingeniaría luego para planificarse un escape, pero eso no era particularmente importante. Solo quería destronar a la princesa, esa era su verdad, al menos la que alcanzaba a creer.

Reinado [Juliantina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora