Capítulo 10

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Nayeli, con la todavía somnolienta mirada, buscaba las palabras para explicarse el porqué de aquella forzada visita.

No eran más de las ocho de la mañana de un domingo que esperaba disfrutar muy a sus anchas, pero no esperaba verse despierta a tempranas horas de la mañana. Valentina solo estaba ahí, parada junto a la ventana con cara de un personaje sacado de The walking dead.

-Muy bien, explícame. -dijo Nayeli arrojándole la limohada, -¿Qué carajo haces acá tan temprano?

-No pude dormir anoche. Estuve pensando...

-¿Tú, pensando? Ajá, sorpréndeme.

No supo responder. Suspiró levemente y se sentó al borde de la cama con la almohada entre brazos. Su cabeza daba vueltas todavía y sus intereses llevaban largo rato entremezclándose.

Ideas confusas empezaban a colgar del cuello de Juliana de sus pensamientos a la vez que Lucho empezaba a ocupar un segundo, y menos importante, lugar entre sus emociones más radicales.

Intentó explicarle, en brevedad, lo poco que podía esbozar con palabras claras. Porque ni ella estaba clara respecto a aquello que había empezado a conspirar en su contra.

Le parecía absurda la idea de verse atacada por sus propios pensamientos, de verse implicada en una serie de sensaciones que no tenían ni pies ni cabeza. Nayeli solo pudo burlarse.

-Ahora si puedo decir que perdiste la cabeza.

-Ja já, ¡No es gracioso, Naye! -le reprochó en respuesta, arrojándole la almohada directo en el rostro.

-No hay mucho por hacer. Busca a Lucho y empieza por ahí.

-Ya lo intenté, en serio. -empezaba a mostrarse un poco exasperada, -Pensé en llamarle, escribirle, ir a su casa, ¡Pero no se me ocurrió nada qué decir!

Su predicamento le era, sin duda, bastante tedioso. Nayeli no podía verla de tal manera.

En su mayoría, los problemas existenciales de su mejor amiga siempre daban vuelta alrededor de su herido ego o su infantil y desaforada hambre por lamar la atención. Para ella, esta no sería cosa muy diferente.

Valentina, entre tanto, buscaba sanearse los pensamientos que le contradecían casi a voluntad. Su mente parecía afanada en revivirle, una y otra vez, la silueta de la chica nueva.

El delgado perfil, la sonrisa
temerosa, la mirada combatiente. El pulso se le aceleraba y su humor se volvía tan intrincado como carretera montañosa por la noche.

Aquel rostro le encendía su mal humor de una manera que no podía entender. Nayeli insistía en que solo eran niñerias suyas, que se ahogaba constantemente en un vaso de agua vacio

Pero Valentina se resistía a aquellas simplicidades que Nayeli planteaba y replanteaba con la esperanza de hallarse una respuesta distinta, una respuesta menos simplista y más como ella.

Lo que menos entendía era que ella no era del todo complicada. Que lo complicado de ella era soportarla, sobre
todo, durante aquellos prolongados "No tengo excusas, lo admito. Pero me arrepentí porque te extrañé demasiado".

Entonces la abrazó con más fuerza. Valentina no pudo mantenerse enojada por mucho rato. Aquellas demostraciones de afecto la hacían caer rendida ante Luis.

-Sabes que me disgusta que me dejes solo, baby.

-Cuando dices esas cosas. -interrumpe Nayeli sonriendo, -pienso que tú eres la chica de la relación.

Luis rió enérgicamente y Valentina se sonroja ante aquella afirmación.

Luis luce tan guapo como lo había estado pensando desde antes de dormir. Aquellos delgados labios y la sonrisa había notado al llegar, que la casa de en frente lucia un poco distinto.

Un auto de color blanco yacía estacionado en la calzada y, sobre este, una chica de overol azul y camisa a rayad parecía hablar por teléfono bajo la calidez del sol.

Le embriagó una curiosidad enorme a la vez que el palpitar de su corazón empezaba a agitarse. Y su humor, nuevamente, se vio afectado por la reacción precipitada de sus propias ideas porque, estaba segura de que aquella era la chica nueva.

Ni su cuerpo ni ella se habían puesto de acuerdo. Por un lado, sus impulsos más aguerridos intentaban despegarla de aquella ventana, bajar las escaleras a toda prisa y encarar un segundo encuentro con la princesa.

Ella, en todo caso, prefería quedarse ahí, apenas mirando a la chica del cabello marrón oscuro, aquella que hablaba por teléfono sosteniendo un girasol en el regazo.

-¿Qué pasa conmigo?

Reinado [Juliantina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora