Su ánimo empezaba a normalizarse y su actitud dejaba de ser tan fastidiosa.
Nayeli no encontraba las palabras para agradecerle a Lucho su presencia pues, para ella, el día de ayer ya había sido más que suficiente tormento.
Sobre todo, porque el asunto no había muerto con la jornada escolar.
—Le ha nacido una extraña obsesión por la chica nueva de once.
—No me digas que te parece más linda que yo, Valen.
—¡Ya cállense! —grito haciéndose a un lado, —No es divertido.
Pero estaba equivocada: por supuesto que era divertido. Sobre todo para Lucho, que disfrutaba mucho pincharle, de vez en cuando el orgullo a su tan egocéntrica novia.
Y aprovechaba lo más posible a Nayeli para hacer irritar a Valentina con mucha más gracia de la que ella, por su cuenta, pudiera lograr.
—¡Por eso prefiero tenerlos a ustedes dos por separado!
Su voz sonó tan infantil en ese momento que no pudo evitar sentirse avergonzada consigo misma. Lucho la abrazaba mientras reía y reía en complicidad con Nayeli pues, una vez más, había logrado exacerbar a su siempre malcriada novia.
Valentina no tuvo remedio alguno más que rendirse ante aquellla injustta jugada de dos contra una.
En ese instante, con el rostro sonrojado y Lucho abrazandola, Juliana se deslizó etérea a su lado. La chica sonreía al lado de el más famoso trío de chicas edgy nerds del instituto.
Valentina pudo percibirla de
una manera distinta en ese instante.Su sonrisa, el tono de su morena piel bajo el sol y el tono oscuro de su cabello volvían a ser sensación en el patio central del instituto.
Era como si nadie notara los tres rostros conocidos a su alrededor y se centraran solo y únicamente en esa delicada y aparentemente frágil apariencia.
Seguirían de largo sin siquiera notar a Valentina. Los del curso superior no les importaban. Tampoco les importaban todos aquellos que quedaban con la vista prensada en la chica que, según los rumores, empezaban a llamar "la princesa de once".
—¿Y qué se siente llevar solo dos días acá y ser más popular que "la diva"? —Pregunta Carlota con un tono de picardía mirando a Valentina de reojo.
—¿Te refieres la que está allá? —señala Juliana sin vacilación alguna.
—La misma. ¿Te la presento?
—Ya tuve el placer, descuida. Además, estoy consciente que soy una piedra en su zapato. Este año será divertido.
Carlota la mira con intriga al igual que Vera y Marcela, pero no preguntan nada al respecto. Simplemente lo pasaron por alto y continuaron charlando como si nada, buscando conocerla mejor, saber de dónde venía y por qué.
Pero Juliana nunca dice nada en concreto de si misma y sus respuestas están repletas de pistas inconclusas, como si de un mapa roto se tratasen.
Vera y sus sombras tenían algo que, aunque la hacían sentir cómoda, le hacian imposible abrirse por completo. En otras palabras, Juliana nunca había sido sincera con nadie, nunca, respecto a si misma y su vida.
Estaba acostumbrada a ser, sencillamente, la hermosa chica de la que nadie sabe nada. Siempre buscando pasar desapercibida pero fracasando totalmente, y todo por cuestiones de genética.
Porque sabe que a su generación no le importa nada más que lo que pueden ver y ya.
Así fue como entendió, en el momento previo al primer encuentro, en aquel simple rozar de miradas del primer día, que Valentina haría lo imposible por atormentarle la vida. Ya le había sucedido una vez, ya había salido herida en otra y en esta no pensaba dejarse intimidar.
Valentina a lo lejos la veía, así como Juliana la ignoraba. Era ya una contra-posición bastante evidente entre aquella que busca ser notada y la ignoraban, y la que busca no ser notada, pero no lo conseguía.
Entonces la calma se le escapó de las manos a pesar de Lucho. Y volvía a perderse en sus propios pensamientos llenándose la cabeza con imágenes de Juliana, para no olvidarse de ella nunca, para no olvidar el desprecio que le tiene por desplazarla en su propio reino, para reforzar la idea de una posible treta que la degrade de categoria.
¿Princesa? No, ya no más.
ESTÁS LEYENDO
Reinado [Juliantina]
FanfictionValentina es la reina de la escuela, pero un día todo cambia gracias a una pelinegra recién llegada de Texas, Juliana Valdés, quién sin quererlo la destrona.