Entre líneas, su mente permanece tan ocupada que no presta demasiada atención en clase.
Luce absorta.
Cualquiera diría que no está en sus cabales, que no es ella misma. Ella solo diría que pensativa se ve mucho más hermosa.
Nayeli no deja de codearla de vez en cuando.
—Tierra a Valen. ¿Estás ahí, Valen?, ¡Oye!
—Sí, si, sí... —responde en automático.
—¿Sí qué? ¡Despierta ya, Valentina!
Pero no espabila. La mirada yace perdida en un punto aleatorio del pizarrón mientras balbucea palabras inteligibles. Nayeli se rinde con ella.La clase continúa con total normalidad dentro de lo que la palabra pueda contener, tratándose de un cuarto repleto de adolescentes inquietos.
Suena la campana. Aquel estridente sonido es lo único que trae de vuelta a Valentina a la realidad. Había permanecido perdida durante toda la clase, así que a Nayeli no le sorprendió ni una pizca que Valentina no supiera siquiera dónde estaba parada.
—Deberías dejar de distraerte con tonterías. —le replica.
—¡No son tonterías! —reprocha la castaña de vuelta. —Mi reinado y más importante, mi orgullo, están en juego.
—¡Pero que calamidad! ¡Que dolor tan insoportable sería ese! Ya madura, Valen.
Pero no le hizo caso alguno. Ignorarla más de lo habitual se le había hecho costumbre en ese último par de días. Su cabeza solo maquinaba trucos y venganzas.
Para Nayeli aquel comportamiento era demasiado infantil para su gusto, pero lo soportaba únicamente porque, como su mejor amiga, debía cuidar de ella sin importar las estupideces que cometiera en el camino. Muy a pesar de ello, mantenía cierta distancia.
Valentima seguía sin acoplarse al hecho de que la habían desplazado. A pesar de que Nayeli le insistía en que sería una cosa pasajera, su egocéntrica forma de ser la veía más como una competencia en la que debia salir victoriosa, fuese cual fuese el precio a pagar. Y en eso llevaba pensando la mañana.
Era evidente que se le hiciera dificil crear algún plan para derrocar a la invasora, no sabía absolutamente nada de ella. Ni siquiera su nombre.
A pesar de que todos hablaban de ella, Valentina nunca había escuchado a nadie decir su nombre en voz alta. Estaba desinformada y necesitaba dejar de estarlo.
Aquel cuestionamiento la dejó más seca que en un principio. Su cabeza empezaba a chispear cuando un abrazo la tomó por sorpresa mientras se ahogaba en ideas inconclusas e imposibles.
—Te veo muy pensativa. -dijo una voz masculina. —Espero pienses en mí.
—Me lo pide el que me abandonó todo el día de ayer. —responde con cierto enojo.
—No tengo excusas, lo admito. Pero me arrepentí porque te extrañé demasiado.
Entonces la abrazó con más fuerza. El largo cabello de Valentina lo cubrió casi por completo mientras él la besaba, una y otra vez, en la mejilla.
Valentina no pudo mantenerse seria por mucho rato. Aquellas demostraciones de afecto la hacían caer rendida ante aquel chico.
—Sabes que me disgusta que me dejes sola.
—Cuando dices esas cosas. —interrumpe Nayeli sonriendo—. Pienso que Lucho te tiene muy ida.
—Sí, yo también lo pienso así a veces. —responde Lucho riéndose enérgicamente.
Valentina se sonroja ante aquella afirmación. Aparta la mirada de ella por un segundo solo para no demostrarse demasiado vulnerable, pero no puede evitar volver a mirarle.
Lucho luce tan guapo como lo había estado pensando desde antes de dormir. Aquellos gruesos labios y la sonrisa metálica que ocultaban, la misma que le detenía el corazón cuando la miraba por mucho rato, empezaban a llevarse toda su atención, toda su energía.
Él la tomó de la cintura, se puso de pie y la abrazó nuevamente con una impulsividad recelosa, como buscando evitar que se la arrancasen de las manos.
Así por un momento, olvidó todo lo que la había mantenido distraída desde el día anterior. Era como si un botón en su cerebro hubiera sido presionado y todo ese egocentrismo exasperante hubiese desaparecido.
Aquellos labios borraron de su mente cualquier idea sobre complot alguno.
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Reinado [Juliantina]
FanfictionValentina es la reina de la escuela, pero un día todo cambia gracias a una pelinegra recién llegada de Texas, Juliana Valdés, quién sin quererlo la destrona.