~I'm Back, Bitches.~

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Cuando Izuku se dió cuenta no supo qué hacer. No supo cómo reaccionar y solo pudo volverse loco de estrés y miedo.

La primera vez que lo notó fue cuando la pequeña Misa nació. 

Kacchan y él habían ido a visitar a la pareja un mes y unas semanas después de que Uraraka había dado a luz a su pequeña niña. Sus amigos habían realizado una fiesta de bienvenida para la pareja y su pequeña bebé un mes después de que había nacido, sin embargo Izuku y Katsuki no pudieron asistir debido a que tuvieron una misión de emergencia en Korea y no pudieron conocer a la pequeña más que por fotos.

Katsuki no había tenido demasiadas ganas de ir, porque sin importar lo bien que se llevara ahora con sus ex compañeros de clase, Katsuki seguía siendo Katsuki y todo era molesto para él. Sin embargo al llegar todo fue más extraño de lo que él pensó.

Luego de que felicitaran a Iida cuando los recibió en la puerta, Ochako los recibió con una pequeña con una mata leve de cabello castaño y ojos azules. Sus mejillas rosadas y más redondas que las de su madre les enterneció el corazón.

-¿Quieres cargarla?- Preguntó la castaña luego de que ambos habían lavado sus manos. El corazón del peliverde dió un brinco de susto al pensar en sujetar a una personita tan pequeña.

Misa envuelta en cálidas mantas fue puesta en sus brazos haciéndole sentir un calor en su pecho que no supo describir. Sujetó el pequeño cuerpo con miedo y poca destreza, haciendo que la madre le ayudara a acomodarla en sus brazos. Miró las pequeñas manitas acariciandolas mientras se mecía hacia los lados y los grandes ojos azules lo miraban curiosos.

-Hola pequeña Misa, soy tu tío Deku.- Su voz sonando aún más suave de lo que solía cuando hablaba con niños en los rescates.- Es demasiado pequeña.- Murmuró impactado y con ternura Uraraka rió.

- Es porque tú eres demasiado grande, Deku-kun.- Se burló.- Pesó cuatro kilos y medio y midió cincuenta y siete centímetros al nacer. Es una bebé muy grande.- Midoriya hizo una mueca de dolor.

- Uh, si que te rompió el culo, cara redonda.- Katsuki se rió haciendo que la castaña se sonrojara y su esposo contrajera un escalofrío.

- Cuando entro en labor me quebró dos dedos.- Murmuró Iida mirando su mano que recién se recuperaba.

-Te dije que lo sentía mucho.- Susurró con pena y las mejillas rojas. Todos se rieron con lastima por el peliazul.  Ochako sonrió poniéndose de pie. -Serviré la comida que trajeron, acompáñame, cariño.- Iida se vió un poco reacio a dejar a los dos hombres con su bebé, sabiendo que tenían cero experiencia en bebés, pero fue con su esposa.

- No puedo asimilar que algo tan increíble hubiera salido de Ochako. - Susurró contemplando la pequeña carita adormilada mientras su mano sostenía un de sus dedos.

-Parece increíble que alguna vez fuimos así de pequeños.- Murmuró su esposo pasando suavemente un dedo por las mejillas regordetas de la pequeña.

Izuku aló su mirada al rubio topándose con una mirada que nunca había visto. El brillo en sus ojos y la pequeña sonrisa enternecida era una imagen digna de admirar, preciosa pero que solo le causó un remolino en el estómago.  Los ojos rojos miraron los suyos. Izuku no recordaba haber recibido una mirada así de su esposo, el amor en sus ojos era diferente al que siempre le expresaba, era más tierno, más cálido y menos como el fuego abrasador de siempre.

Apartó su mirada, tembloroso. No estaba seguro de qué significaba aquello, tenía una idea de lo que podía ser, pero decirlo o pensarlo de más le causaba muchos nervios que no pensó que podían estar ahí.

- ¿Quieres cargarla? - Preguntó suavecito tratando de controlar el temblor de su voz, necesitaba respirar.

Katsuki extendió sus manos tomando a Misa con tanta facilidad y destreza que lo dejó frío. La delicadeza y suavidad con la que la tomó, acariciándole las mejillas y susurrando suavemente, no era algo que Izuku se esperara, no de su esposo tosco y nada suave.

El Mejor Papá.|KatsuDeku|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora