Capítulo 4

43 24 0
                                    



Cuando por fin volvió mi cuerpo astral a mi cuerpo real, fui a la cocina y tome un vaso con agua, me prepare unos sándwiches, y me senté a tener un poco de tranquilidad en el sofá de cuero viejo de la sala, que ni mi acosadora ni yo usamos, pues es lo único que tiene la sala. Fui a mi cuarto de nuevo, y me encerré con seguro, veía la televisión y el celular, revisando cada dos minutos para ver si aparecía en noticias.

Hasta que, al fin en ese canal nacional amarillista, apareció que un hombre fue encontrado totalmente deshecho en una fábrica vieja de metal, al parecer el tipo no solo robaba, sino que también vendía droga, la policía creía que fue un ajuste de cuentas. Fue la primera vez que agradecí a esa blasfemia de noticiero. Estaba salvada, pero luego comencé a pensar que no estuvo mal, y que incluso le hice un favor al mundo.

Ya eran las 5:00 PM, no había sentido el día por los efectos de la cocaína, que aún me hacía sentir como si estuviera en la luna pescando monos con una caña de queso. Pero la puerta de mi cuarto sonó con golpes fuertes, que hacen eco y sonaban como sintetizador en mi cabeza mareada.

- ¡Te aspiraste todo maldita perra!

“Mieeeerrrda” pensaba mi cerebro, que apenas entendió el “maldita perra”, sabía que estaba en problemas…de nuevo, abrí la puerta. Y lo primero que recibí fue un golpe en el ojo derecho a lo Mike Tyson que me derribo al instante.

- ¡200 gramos para mañana!

Desperté en el mismo lado donde fui derribada, ya era de noche, al salir del cuarto, la maldita estaba cocinando.

- Pareces un mapache, ¿ya tienes lo mío?

- No… yo, lo lamento, lo necesitaba.

- La aspiraste toda, ¿ya habías consumido?

- Nunca.

- Suertuda, la verdad creí que te encontraría muerta, aunque no sería malo, conocerías a David Bowie.

- ¿Quién?

- Olvídalo, ¿la tienes o no?

- Acabo de despertar de tu golpe Rocky.

La cabeza me dolía demasiado y veía borroso todo, además los ecos no pasaban.

- Consumiste lo que yo consumo en una semana, y para ser tu primera vez, lo manejas bien.

- No quiero imaginar cómo sería mal.

- No lo sabrías, almenos no en esta vida.

- Y solo fueron 200 gramos.

- Fue más, hice la cuenta.

- Te lo pagare.

- 200.

- No es enserio.

- Muy enserio.

- No tengo esa cantidad.

- No es mi problema.

Ella siguió cocinando y después comía muy tranquila allí mismo, yo solo tomaba agua sentada en el sofá, me preguntaba cuanto seguiría asi.

- También acepto tu cuerpo como pago - dijo.

Al terminar, ella fue a su cuarto y se encerró, como siempre, tarde un poco en procesar la propuesta a pesar de que era obvia, tenía que evitar, pensé en todas las locuras que podía hacerme.

Tome mi celular, busque en el grupo de estudio el número de Ander y le marque.

- ¿Hola?

- Soy Caro.

-… ¿Qué quieres?

- He escuchado que vendes colores.

- Si… ¿Cuántos necesitas?

- Tengo 50.

- Te alcanza para 5.

- Los necesito para hoy.

- Estoy terminando clase de las 8, A207.

- Bien.






El Odio Es Mi P%#o PoderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora