Capítulo... Espero Lleves La Cuenta

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Estaba lista para entrar a un rascacielos, y se preguntaran “¿En serio?”, bueno pues resulta que los tipos que maté, trabajaban para otro tipo que bueno, como resultado de mi magnifico acto en el furgón, ahora me buscaba, al igual que la policía.

Ya no usaba el desesperante yeso, y ya estaba recuperada del disparo en la pierna, asi que procedí a mi siguiente objetivo, aunque perdí parte de mi coraje y determinación con las casi diarias “intervenciones de Cassandra”, aunque si era cierto que me volvía cada vez más fría.

Cuando alguien ya te busca para ajustar cuentas, espera dos cosas, que vayas por él, o que cometas un error que lo dirija a ti, y yo no esperaría la segunda. “El Señor de La Calle” me buscaba, y no es broma, se llamaba Nicolás de La Calle, un apellido que ameritaba risas y, por consiguiente, desapariciones.

El tipo creía, al igual que la policía, que yo era una copia barata de algún ninja de la televisión, y se equivocó en tres cosas, soy original, definitivamente no se pelear como ninja, y mucho menos estaré en televisión.

El plan constaba de disfrazarme de conserje, lo cual no es difícil, muchas personas que son despedidas, venden sus antiguos atuendos de trabajo a gente que no tienen suficiente para uno nuevo, otros simplemente los prestan y pagan el turno para que los cubran, y otros los piratean, la mía, fue la tercera opción.

Me cubrí muy bien, usé una peluca negra para evitar levantar sospechas, ya después no importaba, pues salir cautelosa no estaba en el plan, al llegar a los baños mas cercanos a la oficina de un empresario que hacia negocios turbios en la noche, me dispuse a cambiar mi vestuario, Psycho Bonnie estaba lista para partir culos.

Cambie mi peluca negra por la peluca blanca, no llevaba nada en ese momento, pues las revisiones eran exhaustivas, asi que solo espere a que un guardia armado pasara para ahorcarlo con un cordón de zapato. Me gané la lotería, el tipo tenía una M-4 con dos cargadores, y por suerte, ya tenía más idea sobre armas, a pesar de no tener una propia, pues mi primera pistola decidí destruirla en una chatarrería.

Nicolás estaba en el piso cien, que era el último, yo estaba tres pisos abajo, lo que me dejaba con la duda de si había conserjes V.I.P o siempre debía bajar tres pisos para ir al baño.

El sujeto tenía tres rutas de escape: el ascensor, las escaleras y su helicóptero privado, desde afuera del rascacielos, tomaba en cuenta el tiempo que podía tardar el helicóptero en llegar, lo reduje a la mitad, ya saben, porque de seguro pediría que fueran por el con urgencia, y tenía doce minutos.

Salí de los baños, me dirigí directo al ascensor, y oprimí el botón, esperé unos momentos, cargué la M-4 y apunte, por si salía algún escolta, al llegar el ascensor, la puerta se abrió, y estaba Nicolás, teniendo sexo muy duro con su secretaria, a la que tenia arremetida contra el espejo de la cabina, iba a disparar, pero no quería arruinar su ultimo momento feliz, asi que solo puse el pie en la puerta para evitar que el ascensor se cerrara.

Cuando acabó, justo ahí, notó que yo estaba, y le disparé, justo en medio de las cejas, un solo disparo, la secretaria se asustó y desenfundo un arma, y antes de que hiciera algo le di un disparo en la frente, era imposible fallar, literalmente estaban al frente.

Las escaleras eran invadidas por pasos, tanto de arriba como de abajo, el edificio estaba plagado de enemigos, accione el ascensor al primer piso, lo que me daría algo de tiempo, pero no suficiente, subí las escaleras, y apenas subí al piso noventa y ocho y empezaron a dispararme, solo me cubría, esperando pequeños huecos de recarga para poder disparar yo, sin embargo, de abajo sentía que venían más hombres armados.

Debo ser franca, mi optimismo me cegó, y ahora, estaba de nuevo en una mala situación, pero note que mientras estaba varada en las escaleras, del piso noventa y nueve nadie bajaba, asi que me arriesgue y subí, el ingreso a la puerta bloqueada se abría con varios tiros a la cerradura.

El piso estaba repleto de armas y dinero, no sé, la suerte fue única, mas con algo que había en la pared, un termostato, el cual puse al máximo, y tardaría un tiempo en ocurrir lo que planeaba, use varias de las armas para cubrir la entrada, la disponibilidad de aquel golpe de suerte me permitió uno tiempo en el que no se atrevieron a pasar.

En esos pocos minutos, conseguí unas granaditas a las que les quité el seguro y dejé hay, me escondí tras una mesa metálica. Cuando empezaron a entrar los sujetos, hacía un calor infernal, la mesa en la que estaba escondida era un horno, con una silla cubrí mi salida

Las granadas explotaron, y el calor hizo el resto, las armas cargadas, estaban a una temperatura tan alta, que las granadas fueron el detonador, al explotar, el choque de calor hizo que todas las armas se dispararan, e hicieran una catástrofe.

Al detenerse los disparos, me disponía a salir, el suelo empezó a temblar, y el piso bajo de mi se rompió, caí un piso abajo, del piso cien al noventa y siete ardían, por la onda de calor dispersada, el dinero en llamas solo alborotaba el fuego.

Rodeada de fuego, buscaba las escaleras, y luego, algo desubicada escuche un helicóptero, pues ya era la “hora de ir a casa” de Nicolás, quien murió feliz, el helicóptero, descendía, lentamente, cuando bajo mas del piso que estaba, se me ocurrió mi ruta de escape del edificio que colapsaba.

Cuando al fin halle las escaleras baje piso por piso, todos vacíos, pues los matones que aun bajaban, ya habían pasado esos pisos. Mi prisa se complicó cuando el puto ascensor se soltó y cayo en el primer piso explotando, lo que provocó que el edificio estuviera a punto de colapsar.

Bajaba cada vez rápida, hasta que al llegar al piso sesenta, alcancé el helicóptero, corrí por todo el pasillo hasta llegar a la ventana frente al helicóptero, salte y la atravesé, llegando hasta el.

Dicen que cuando algo pasa dos veces seguidas es coincidencia, pues por eso las odio, al llegar a la parte de atrás del helicóptero el tipo que escoltaba al piloto se vio tacleado por mí, y al pelearnos como salvajes para ver quien mataba a quien, el piloto perdió, asi es, el tipo le disparo al piloto sin querer, coincidencias ¿no?

Mientras sentía que iba a vomitar, el helicóptero daba vueltas en el aire, con su piloto con medio cerebro afuera, casi caigo, pero me agarre del asiento con fuerza, el helicóptero cayó en picada, pero antes de tocar el suelo, el sujeto con el que peleaba logro hacer que subiera un poco, cayendo en el segundo piso del edificio.

Cuando el suelo se quebró, el helicóptero cayó al primer piso, nada era claro, veía mucho humo, y sirenas afuera, luego sentí que algo me atravesó… el hijo de puta del helicóptero seguía vivo, me tiro de la peluca, y me la quito viendo mi verdadero cabello.

- ¿Del mismo color? - preguntó el sujeto.

- Parecido - contesté.

- No importa.

El tipo me apunto con su arma, pero luego, un pedazo de hélice voló por los aires y lo atravesó con tal violencia que los intestinos me cayeron en el rostro.

En medio del pequeño desastre, logre escapar por un callejón cercano, el humo no dejaba ver nada, asi que estaba seguro mi escape, después de varios kilómetros llegue a mi sitio de cambio, que era una casa abandonada de dos pisos, era el punto más cercano.

Entrando a la casa, sentía como la varilla que atravesaba mi estómago por lado y lado me mataba, había perdido bastante sangre, subí las escaleras casi a rastras, y al llegar a la habitación donde escondía mis cosas, vi que alguien me esperaba ahí… Cassandra, luego me desmayé.



El Odio Es Mi P%#o PoderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora