Capitulo 5

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★★★

Solo podía haber una cosa que no me saliera bien y era mentir. Lo hacía pero era pésima por que después se me olvida y ya no se ni que pedo. Como ahora no se que decir.

—¿Alex? ¿Que carajos paso aquí?—pregunta Bastet.

Mil mierda, ¿Que le digo?

—Maldita sea —digo en un susurro e intento llorar.

—¿Que dijiste?—pregunta. Se acerca y puedo ver el asombro en su cara al ver al chico en el suelo cubierto de su sangre y la mía—¿Tu...? ¿Tu hiciste eso?

—Intento violarme Bastet  —digo empezando a llorar—. Me dijo que era una basura, que que me iría al infierno y que me trozaría en cuanto pudiera —digo tratando de sonar creíble—. Iba a violarme — digo eso con unos sollozos para que parezca verdad, joder que difícil. El se me acerca y yo grito: —¡No me toques eres un violador! ¡Te odio!— pero el no hace nada más que acercarse y abrazarme.

—Tranquila no te va a pasar ya nada. Ya, ya lo mataste, no creo que reviva—me dice de consuelo y lo último bromeando y yo suelto una risa pequeña. 

Nos quedamos un minuto en silencio, se siente muy bien. Joder Alexandra. Veo unas figuras acercarse a todo prisa y es nada más y nada menos que:

Adam y Eros.

Les hago una seña de que no se acerquen. Lo hacen y quitó una mano de la espalda de Bastet y les hago una seña de que se vallan. Lo hacen pero Bastet ya no me abraza se aleja y yo no siento nada.

—Vamos, te llevo a tu casa—me dice y me ayuda a levantarme.

—No hay nadie—intento decir pues tengo la nariz llena de mocos.

—Entonces vamos a la mía—¡Que fácil! Ni siquiera insistí—, ¿De acuerdo?

—Esta bien, pero..— me detengo pues intento de encontrar las palabras correctas.

—¿Pero?

—Si mi mamá o mi papá preguntan dónde estaba, ¿Puedes decir que estaba contigo?—le pregunto.

—Solo si me cuentas la verdad —amenaza y me jala para que volvamos a caminar, dado que me da la espalda —. Vamos a mi casa. Te bañas y yo te presto ropa — me voltea a ver y yo asiento con la cabeza. Al pasar por mi casa las luces están encendidas.—¿No habías dicho que no hay nadie?  -pregunta con curiosidad pero sin detenernos

—Si, no hay nadie. Te lo explico luego — le digo esperando que ya no pregunte más.

—Bien.

Al llegar a su puerta el revisa su bolsillo del pantalón y saca las llaves.

—¿No hay nadie?—le pregunto.

—No, pero no te haré nada. Por si te lo preguntas ellos fueron a la ciudad siempre se van un domingo y regresan un viernes —dice abriendo la puerta e invitándome a pasar, lo hago y mientras el la cierra y avanza a las escaleras sigue hablando yo no paro de seguirlo—. Entonces los días de escuela no hay nadie en esta vivienda más que yo— entramos a su habitación y el abre una puerta—. Este es el baño, métete y ahorita te llevo la ropa—dice empezando a buscar en los cajones de su armario mientras yo me dirijo al baño y me detengo en la puerta.

Los Clark.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora