Ca¶ítulo |13 . 2

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Sabía quién era, me lo imaginaba ya era raro que quisiera estar cerca. Se había acercado a mí después de todo con su falsa sonrisa.

- ¿Que haces acá?-. Me miraba desde la Gran  puerta de su casa como si estuviera loca. Las luces de adentro en multicolores me afirmaba como en burla que era una gran fiesta y yo por supuesto no estába invitada .

- tú lo hiciste verdad-. Veía Malcon  enfurecida .

- No se de lo que hablas-. Claro que lo iba a negar. Pero yo ya estaba lo suficientemente enojada para hacerle la historia que por supuesto él ya sabía y yo lo suficientemente preparada para hacérselo saber. Solo necesitaba que me lo confirmara que me dijera que si para yo actuar, para que lo que hiciera tuviera sentido, para que al decir por qué lo hice estuviera en lo correcto.

- Por eso fue que te acercaste de nuevo a mí, no te hagas -. Sigo incistiendo pero me ignora y se adentra a la casa cerrando la puerta.

Como la música seguía fuerte, aproveche a entrar porque ciertamente esto no se queda así como así, iba a descubrir, más bien a confirmar porque ya sabia que el lo había hecho, aunque el estúpido chico en silla de ruedas no me dijera lo sabía totalmente. Acercándose a mí como si nada y mientras sonreía tratando de demostrar que nada había pasado, que no me había hecho daño y aunque me dijera que no sería capaz era más que posible que él lo hiciera porque su morbo llega a más de lo que pudiéramos pensar. Al igual que su hermano eran un par de personas increíbles y no en el buen sentido, y pensar en que estuve con él solo por lastima y sí lo admito, pero nunca dije que fuera mejor que Malcon y tampoco lo es y confirmando en este momento, conseguiría esa sensación que deja de lado la lastima y ya simplemente dejas de sentir cualquier cosa por la persona que realmente no lo merece.

Estaba en una burbuja, me adentre a su margen y solo me faltaba pincharla.

No podía entrar por la puerta era más que obvio que si tocaba nuevamente no me dejaría entrar, pero me conocía esa casa como si fuera la mía; pase mi infancia o bien parte de ella en este lugar, los tres Malcon, Louis y yo. Arriba capucha.

La  gran ventana era una buena opción  estaba abierta seguramente para ventilar el hedor dentro de la casa, que por cierto al acercarme era totalmente real. Un cúmulo de sudor, alcohol y quién sabe que otros líquidos haya, pero bien eso no me haría desenfocarme.

Estando ya dentro haciendo paso por el lugar obviamente sin querer llamar la atención ni tratar de hacerlo. Recuerdan la pirámide en este lugar estaba todo Egipto y ya sé porque no estaba invitada y no por lo que pasó con Malcon, al final realmente nunca fui parte de ella.

Adentrando por los pasillos y por algunos de los cuartos no  hallaba nada que pudiera decirme que el realmente lo hizo. Imaginé en mi mente finita que pudo haber tomado fotos, videos, la mayoría de esta gente enferma lo hace, pero después de tiempo me di cuenta que sería ridículo que lo hiciera, a menos que en su habitación la tuviera y era lo más seguro solo que yo tampoco soy estúpida. Malcon no estuvo en ninguno de los lugares donde yo estube por  suerte mía y si estaba en su habitación que era lo más probable sería arriesgado, pero soy de las que se arriesgan y no sé si eso esta vez sería bueno.

A un paso de la puerta repire hondo, no estaba serrada. Me hacía la idea que si era lo suficientemente grande a como yo la recordaba no me vería si estaba en la azotea, que el ruido de la fiesta de abajo apaciguaria el ruido de mis pisadas, que posiblemente esté con una chica y pues solo abrí lentamente la puerta, estando entre abierta visualice el espacio, estaba totalmente oscuro, entré y cerré la puerta, volví a respirar. Él no estaba aquí en la habitación.

Comencé a buscar y registrar todo sin tratar de desordenar tanto. Una cámara, un teléfono, cualquier cosa, pase por los espacios entre las cuatro paredes llenas de estantes que contenian trofeos provenientes de los muchos de los partidos en qué participó Malcon de los cuales siempre estuve enterada  y no porque quisiera él me lo hacía saber y dejándolo claro, los estantes no solo contaban con estos, tenían además de los trofeos, balones, pelotas, raquetas. La habitación era tan grande como la recordaba, pero aún así no encontraba nada, era obvio que no lo iba a dejar a simple vista por lo que seguí por los muebles; abría y cerraba el cajones ropa, ropa, ropa... Y era tanta la búsqueda que me desesperé a tal punto que me tomé un osado descanso en la gran cama que abarcaba un gran espacio céntrico aunque estaba pegada a la pared.

RuedaS •|Si quieres te puedo llevar|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora