RuedaS •|Si quieres te puedo llevar|•

Ca¶ítulo | 29

"¿somos un talvez?"

-

¿Lo sientes?-. Preguntó mientras estábamos tirados en el pasto verde.

-¿Sentir qué?-.

- La brisa... ¿Te gusta?-. Insistió

- Ah... Sí

- Pareciera que no te gustará tanto-. Levanto sus manos hacia el cielo y mientras veía como su camisa se manchada del verde del pasto al moverse, me di completamente la vuelta quedando de frente hacia él mientras en simismado sentía como el viento se colaba entre sus manos lentamente tanto como una carisia. Yo también quería sentirlas.

- Me da igual realmente-. Alce una mano hacia el cielo como él lo hacía mientras mi brazo izquierdo tocaba el césped verde y a la vez se quedaba humedecido por el mismo.

- A mi realmente me gusta-. Acerco su mano a la mía y juntas en alto con los rayos del sol se sentía aún más calientes.

- Más me gusta estar contigo-. Lo volví a mirar y su oreja se tornaba en un rojizo sutil.

- Creo que igual a mí-. Respondió sin mirarme mientras bajaba nuestras manos juntas y las descansaba en su pecho.

- ¿Crees?-. Pregunté.

- Es como si fuera ireal ¿no crees tú?-.

- ¿Está paz?-. Parecía imposible.

- ¿No podemos quedarnos así una semana más?-. Esta vez me miró.

- Tenemos que ir a clases...

- No importa-. Mira al cielo y está vez parecía en euforia y con una sonrisa vuelve a mi.

-¿Un Lucas irresponsable en el instituto?, No me lo creo-.

- No me afectaría faltar una semana a clases-. Ahora sí se notaba su gracia un poco arrogante pero me negue con la cabeza.

- No permitiría que faltas a clases ya no es necesario...- Sonreí-. Ahora ambos estudiaremos este último año y nuestras vidas te dará un giro completo.

-¿Y si no quedamos en el mismo curso?-. Lucas aunque sin poder girarse por completo alza la cabeza y me mira un poco asustado.

- Da igual-. Respondí serena.

- Y si...

- Da igual-. Solté su mano y me estire para proceder a pararme, aunque la tarde estaba linda ya era hora de ir a casa. No permitiría ni siquiera un resfrío en Lucas, y la brisa que antes era más que fresca ahora se tornaba helada.

- Y si...

- Que da igual-. Acerque la silla y puse los seguros para que está no se moviera por la pequeña inclinación que el campo tenía. Me agache y abrazándolo por debajo de sus brazos lo alce hasta sentarlo en la silla.

- Pero...- Lo miré.

- Estaremos juntos lo que reste ¿no?-. Me acerque aún encorvada por haberlo sentado y lo suficientemente cerca como para que apenas y se sintiera la brisa entre nuestros rostros.

Y a pesar de esperar una respuesta mientras miraba sus ojos, al no recibir una simplemente peine sus cabellos haciendo que cayeran de apoco los restos de césped que quedaban. Sonreí y tomando nuestras cosas y la silla nos encamine a la casa. El sol se ponía de apoco y un vino tinto con un poco de queso no vendrían mal, imaginé está última noche después de una semana en este pequeño pueblo como la experiencia más plácida posible así como lo fue esta tarde.