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En Muelle de Loto, Jiang Cheng estaba furioso y preocupado, paseándose de un lado a otro. Su sobrino se había ausentado por más de 7 días sin rastros, por lo que mascullaba entre dientes —Esta vez sí que le voy a quebrar las piernas, así no podrá abandonar la secta por un buen tiempo, maldito mocoso irresponsable...

Con la paciencia destruida, impartió órdenes para organizar grupos de búsqueda mientras diagramaba lugares claves para buscar primero, pensando a quiénes les podría preguntar.

Cuando ya estaba por salir y encontrarse con sus hombres, Jin Ling descendió desde el cielo, un salto limpio desde su espada. Tomando a su tío de un brazo y sin importarle lo irrespetuoso de sus acciones, exclamó —¡Tío, debes venir conmigo a Descanso de las Nubes, ahora!

Atónito, Jiang Cheng apartó su mano y le gritó amenazantemente —Mocoso malcriado, ¿te atreves a mostrar tu rostro aquí y encima provocar un escándalo? ¡Más vale que expliques ahora mismo dónde estuviste, antes de que te quiebre las piernas!

Sin dejarse amilanar, Jin Ling, inundado en la desesperación exclamó —¡No hay tiempo! ¡Wei WuXian está muriendo y creo que eres el único capaz de salvarlo!

La verborrea resultó casi ininteligible para Jiang Cheng, sin embargo las palabras clave lo hicieron retrocer mientras palidecía en solo un momento. Inmediatamente cambió su semblante y expresó —¡¿Y qué me importa a mí si se muere?! ¡Que se vaya al infierno si quiere!— El menor percibió un muy leve temblor en su voz.

Jin Ling arremetió de nuevo, tironeándolo del brazo y gritándole —¡No hay tiempo para ser orgulloso! ¡Si muere no habrá marcha atrás, tienes su núcleo, definitivamente podrás salvarlo! -con un hilo de voz preguntó — ¿Acaso... quieres perderlo de nuevo?

Jiang Cheng se paralizó. Desde aquella noche en el Templo Guanyin, las palabras de Jin GuangYao lo habían perseguido, culpándolo de las desgracias que llevaron a la muerte al que fuera su hermano de crianza, su único amigo en la vida. Y por más que quisiera negarlo nunca pudo dejar de creer que, de cierta manera, aquel hombre tenía razón. Durante todo este tiempo trató de buscar una excusa para verlo, pero su orgullo siempre fue más fuerte. Y ahora, de un día para otro... ¿estaba muriendo? No tenía ningún sentido... No debía permitirlo.

Decidido a dejar de lado su orgullo, preguntó con prisa —¿Dónde está? —al mismo tiempo que iba por un talismán de teletransportación.

En Descanso de las Nubes, el guardián de la puerta obtuvo rápidamente autorización de Lan XiChen para dejarlos ingresar y en pocos minutos Jin Ling ya había llevado a Jiang Cheng hasta el interior del Jingshi donde Lan XiChen lo aguardaba.

Ante los ojos de Jiang Cheng, la imagen parecía una pintura tradicional; inmóvil, en la cama, Wei WuXian parecía muerto, su piel extremadamente pálida contrastaba con su ojo izquierdo y pómulo totalmente morados e hinchados. Sentado a su lado, Lan WangJi era una estatua inmóvil con el rostro hacia abajo, oculto por su largo cabello negro como la tinta.

Jiang Cheng sintió un malestar demasiado familiar ante la escena, uno al que creyó haberse acostumbrado después de tantos malos momentos. Sin embargo, ahí estaba la opresión en su pecho y el dolor de cabeza, incluso podía sospechar que le faltaba un poco el aire. Aún así, siendo el líder respetable de su secta, no podía permitirse perder la compostura, no ahora.

Lan XiChen lo miró y asintió en silencio a modo de saludo, Jiang Cheng devolvió el gesto y dijo: —Zewu-Jun, mi sobrino me explicó la situación. Tal vez pueda ayudar, estando atrapado en el mundo onírico, con el uso de mi energía espiritual puedo traerlo de vuelta. Con Zidian puedo localizar su alma. Después de todo... —Pareció seriamente cohibido de continuar, por lo que bajó el tono de su voz, casi avergonzado —... Mi nucleo alguna vez fue de él.

Restaurando LazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora