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Wen Ning fue dejado atrás, peleando con el resto de cadáveres.

En menos de lo que arde un incienso llegaron al jingshi. Bajo la luz tenue se podía observar la sangre que había salpicado a Jin Ling y la que aún manaba de la herida de Wei WuXian, volviéndolo irreconocible. Sin importarle el desastre, Lan Zhan lo acomodó suavemente sobre las blancas sábanas que iban tiñéndose de rojo bajo su cabeza. La habitación que normalmente tenía un fuerte olor a sándalo ahora había sido inundada por el olor penetrante de la sangre. Sin siquiera mirar a los adolescentes que observaban todo tras él, dijo con un hilo de voz —Avisa a mi hermano.

Con sumo cuidado sacó un pañuelo blanco y limpió la herida observando los crujientes huesos rotos y la inflamación que comenzaba a desfigurar ese lado del hermoso rostro de Wei WuXian. Con suavidad Lan WangJi colocó otro paño limpio sobre la herida para que dejara de sangrar mientras con su otra mano tocaba su muñeca para buscar su pulso y energía, no decía ni una palabra. Su expresión era sombría y su ceño estaba fruncido mientras sus manos temblaban levemente.

Ninguno de los chicos en la habitación se animaba a soltar ni una palabra, totalmente angustiados y temerosos.

Un momento después llegó Lan XiChen junto a un médico de la secta, sin preguntar nada se abocó a revisar la condición de Wei WuXian. Salvo por su desfigurado rostro, su expresión lo hacía parecer profundamente dormido. Mientras el médico lo revisaba, Lan XiChen miraba fijamente a Lan WangJi, quién permanecía sentado a un lado de la cama con la vista al suelo y sus manos sosteniendo la de Wei WuXian. Lan XiChen habló con voz queda —Debes tranquilizarte, WangJi. — El mayor le acarició el hombro, mirando incómodamente la herida de Wei WuXian. Un buen rato después, el médico concluyó su examen.

Lan SiZhui se retiró de la habitación después de escucharlo, incapaz de mantener la compostura pero intentando no alterar al resto en la habitación. JingYi se retiró para informar la situación, aunque en realidad quería asegurarse de que su amigo esté bien.

Lan WangJi permaneció en silencio, su posición era rígida y su mirada baja. Si alguien externo los mirase, no encontraría nada anormal excepto por el leve temblor en sus manos. Comenzó a transmitirle energía a Wei WuXian. Un rato después llegó Lan QiRen, parándose en silencio junto a su sobrino mayor. A una distancia no menos que prudente, el único adolescente que quedó en la habitación mantenía su mirada gacha, rostro sombrío.

Lan XiChen le lanzó una mirada significativa a su tío: —Es muy grave, podría no volver nunca, está en un coma profundo, su alma se retiró a algún lugar recóndito y lo que quedó es apenas una cáscara vacía. El médico dijo que mientras la energía espiritual circule por sus meridianos podrá mantenerse vivo, sólo así podrá reemplazar toda la sangre que ha perdido.

Lan QiRen solo atinó a decir con un tono sombrío —WangJi deberá aceptarlo. Si es así, solo está desperdiciando energía ahora. Si no regresa, todo será en vano.

Jin Ling apretó los puños de impotencia, lágrimas se asomaban por sus ojos, pero se negaban a caer. Wei WuXian estaba herido por protegerlo a él, un sentimiento de desesperación y culpa lo inmovilizaba, quedándose en un rincón, esperando. El ambiente en la habitación era pesado.

Un día entero transcurrió, Lan WangJi no se movió ni un segundo, como una estatua divina imperturbable, continuaba transfiriéndole energía, sin comer ni dormir. El líder de la secta apareció con dos doncellas cultivadoras, mientras una de ellas cambiaba los vendajes con extrema delicadeza, la otra ponía alimentos sobre la mesa de té. Lan XiChen dijo: —Joven Amo Jin, venga a comer. WangJi, ven y come también, yo continuaré con él mientras descansas. Debes reponer tu energía.

Restaurando LazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora