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Casi pude gritar de la frustración.

Las ganas de matar a Scott aumentaban cada vez más.

De verdad que no había pensado jamás en su regreso algún día.

¡Y no podía creer que mi mamá siguiera con su dicha! Me sentía molesta, frustrada y herida.

Herida literal.

Parecía que mi mano palpitaba. Pero de las ganas de estrellarse contra el rostro de Scott de nuevo.

Le marqué a Fernanda y al tercer  ring, atendió.

—Heyyyy, ¿me pasas la tarea?

Frunzo el ceño.

—Luego—emito—, tu primo es un imbécil. Mamá me castigó por él, ¿puedes creerlo? Lo adora más que a mí.

Escucho un bufido al otro lado de la línea.

—No lo adora Elle. Es como su sobrino, tenía años sin verlo. Nueve, para ser exactas.

—¿Por qué volvió?—lloriqueo.

Sí, tenía sentimientos.

La verdad, yo era un ser muy sensible.

Con Fernanda nada más.

—Mis tíos se mudaron de nuevo—Fer ríe—. Oye Elle, no deberías amargarte  por Scott. Todo lo que te hizo hace un tiempo ya pasó.

—Sigue siendo el mismo imbécil.

Elle no me da su númeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora