Hamilton

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Al día siguiente, durante toda la jornada estuvieron recorriendo plazas, museos, monumentos importantes y el muro de Berlín, la de cabello ondulado no podía estar más feliz.

Ahora se encontraban en el maravilloso Tiergarten, un gran parque situado en el centro de esa ciudad. Estaban sentados en las bancas, descansando un poco las piernas, los músculos no pararon de trabajar en todo ese tiempo y merecían un receso, Leah comía Skittles, Vanessa se conformaba con una botella de agua y Thomas no dejaba de mirar a su hermano, sabría que luego de ese paseo ya nada iba a ser igual.

Bill en cuanto se dio cuenta que Swanson se quedó dormida, la noche anterior, se puso en contacto con el tal Hamilton, la dirección y el número en el que se le podía ubicar aún existían, así que organizaron un encuentro en esa plaza, él los pasaría a buscar y se irían para su mansión.

— ¿Alguien quiere? —Levantó el paquete rojo. Todos negaron.

Inmediatamente, de los nervios, Kaulitz menor palmeó sus bolsillos y buscó la caja de cigarrillos, al encontrarlos, lo sacó y tomó uno. Lo encendió, volvió a guardar la caja, fumando más calmado.

— ¿Por qué no avanzamos? —Sonrió el de melena oscura para sacarlo del infarto que iba a  tener en cualquier momento.

—Es una buena idea. —Intervino Vanessa —Tanto tomar agua se me está llenando la vejiga.

Se pusieron en marcha, abandonando la banca y caminando por la vereda en contacto con la avenida y los vehículos que transitaban por el mismo. Leah terminó de comer y un auto, que digo auto, era una belleza, se estacionó al lado de ellos tocando bocina. Las únicas dos personas que no entendieron nada fueron las chicas, pero los gemelos estaban al tanto de quién se trataba.

De esa limusina negra salió un tipo con traje, calvo y gordo, caminó hasta ellos. Empezó a hablar en alemán, idioma que las mujeres no entendían, Bill le respondía de la misma manera  y Thomas se encontraba cruzado de brazos escuchando la corta conversación.

Luego de unas palabras cruzadas, el rubio observó a Leah.

—Ven, debemos subir.

— ¿A dónde iremos? —Preguntó Vanessa.

—Daremos otro paseo. —Intentó sonreír.

— ¿Era necesario contratar una limusina para trasladarnos? —Frunció el ceño Swanson, el otro lanzó un suspiro agotador, pero no dijo más y todos se subieron. El automóvil arrancó, se puso una música para relajar, había bebidas en un mini bar y una pequeña tele para mirar.

Bill aún seguía fumando dentro de la limo. Estaba sentado junto a la ventana, Vanessa estaba en uno de los asientos de costado y Leah al lado de Thomas.

Por su mente, el rubio se lamentaba cada segundo, abandonarla no era tan fácil, dejarla en manos de un desconocido era un extenso trabajo pero, como su jefe le había dicho, tenía que obedecer, más allá de que la amaba, él iba a hacer lo posible por mantenerla a salvo.

Se alejaban de los edificios, lo único que Leah pudo ver antes de salir de la ciudad fue el Filmmuseum, quería ir allí, pero dado a ese imprevisto iba a tener que dejarlo para más tarde o nunca. Estaba extraña, ¿Por qué se alejaban de la ciudad y tomaban la autopista?

—Estamos saliendo de la ciudad. —Les dijo mirándolos. — ¿Hay algo que deba saber? ¿Iremos al Aeropuerto?

Nadie le respondía, Armstrong no le decía nada porque su ignorancia ocupaba su mente ahora, ella tampoco entendía mucho de lo que estaba pasando, ni siquiera los gemelos movían su boca para articular alguna respuesta, un indicio, algo.

Te protejo, ahora y siempre. [Bill Kaulitz Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora