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Su cuerpo flotaba de pie junto  a los millares de estrellas y las nubes, parecía como si un piso de cristal impidiera su caída a ese vació como lo era una noche oscura

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Su cuerpo flotaba de pie junto a los millares de estrellas y las nubes, parecía como si un piso de cristal impidiera su caída a ese vació como lo era una noche oscura. Miraba hacia abajo, podría ser que sus acciones lo llevaran a aquel averno profundo que quizás lo esperaba.

Probablemente, pero Jimin ya no le temía.

Era mucho mejor morir que llevar el infierno mismo dentro de él.

Se hallaban desgarrados cada uno de sus músculos, todas las partículas de su cuerpo punzaban como picaduras de abejas, pero el dolor pudo ser olvidado una vez que había podido encontrar el objeto que ayudaría a Yoongi. Su amado y pequeño Yoongi.

— ¿Estás seguro que esa es la mejor idea? —

Una voz se escuchaba, pero se ocultaba entre la negrura de las nubes.

—Sufrirán ambos— dijo de nuevo.

A lo lejos la silueta de un hombre que llevaba en su cabeza lo que parecía ser un sombrero, se mostró con un ligero andar; el hombre se acercó a su dirección pero se detuvo un poco antes de llegar a él. El guerrero no pudo ver por completo su rostro.

Solo una amable sonrisa aparecía en sus labios.

Estrellas fugaces empezaron a caer detrás de las espaldas del extraño, convirtiéndose en motas de luz naranja que se esparcían cuando chocaban con aquel suelo cristalino que evitaban que cayeran al terreno firme como lo era, la tierra. Una ráfaga de un viento fuerte heló su cuerpo y movió sus cabellos.

—Es el camino que la Luna decidió para su hijo, mi trabajo es hacerlo para que él no sufra. Pues confió que su madre haya tomado la mejor decisión— sus palabras dichas con frialdad y un dejé de molestia, no engañaron para nada al hombre que descubrió la verdad detrás de sus acciones.

Sabía que Jimin sufría. Entonces el guerrero trató de observarlo mejor.

Cabellos negros, labios resecos pero que tenían un color rosa pintándolos, un aura calmada y el alma relajada fue lo que Jimin miró y quedó sorprendido con tal belleza. Su ropa, que parecía ser la de un jinete, hizo que un perfil maduro rodeará al joven.

— ¡Yo no creo que eso sea cierto!— exclamó con júbilo el azabache; aquella sonrisa siendo como un golpe bajo para el guerrero. ¿A caso el hombre se estaba burlado de su desdicha?

¡Pero qué grosería!

Jimin se sentía ofendido con el gesto.

—No importa si no me crees — mencionó a la defensiva — de todas maneras yo llevare a cabo la orden que me fue dada—

El hombre le devolvió la mirada en silencio, la sonrisa desvaneciéndose de sus labios. Entonces, tan solo asintió.

—Lo sé— le respondió, sus ojos negros posándose sobre su mirada mientras que soltaba un ligero suspiro — No soy alguien que venga a detenerte — aclaró — Tan solo quería conocer al hombre, que mi amiga me pidió que ayudará.

Jimin arrugó su frente, incapaz de comprender las palabras dichas por el hombre que caminaba una vez más y se posaba al lado de él. Su cuerpo sufrió un escalofrío una vez que la temperatura del cuerpo contrario se caló en sus huesos. Era tan frío que Jimin se preguntó ¿Cómo un hombre podía seguir con vida con esa temperatura?

Su pregunta siendo contestada tan rápido, en el momento que el hombre soltó un silbido fuerte hacia el vacío. Así pronto un agujero negro se abrió, mostrando del otro lado un lugar hostil lleno de frialdad y una enorme blancura, producto de la intensa nieve.

El guerrero pudo escuchar un galope acercándose a gran velocidad y así es como pronto frente a él, emergiendo del otro mundo, un corcel negro relinchaba respondiendo el llamado de su dueño.

—Yo solo espero que no se equivoquen — el hombre tomó las riendas de su animal mientras dejaba suaves caricias sobre su pelaje, para después tan solo montar al animal. Una vez arriba, el volvió su mirada a Jimin y retomando de nuevo aquella sonrisa que escondía tristeza él dijo:

—Solo recuerda hacerlo en el tiempo correcto, de otra manera nada saldrá bien —

El guerrero asintió a sus palabras, tomando con más fuerza en sus manos aquel objeto que cortó su piel.

—Yo lo haré — le respondió.

El joven hermoso asintió mientras su caballo negro daba la vuelta para regresar al mundo de donde había emergido.

Pronto Jimin se vio solo de nuevo.

Las estrellas que en algún tiempo le habían iluminado, dejaron de soltar su resplandor. Ellas no querían mirarle, pues sabían que el guerrero cometía un error.



Pollito-pan

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Pollito-pan.

"Hijo de la Luna"🌙TAEGIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora