"Hijo de la Luna"🌙TAEGI

Estorbo...

«El bosque estaba solamente para nosotros, tú ya no estabas allí.

La ruta que yo tomé, la olvidé.

Incluso me volví bastante inseguro de quien era, llegando al punto de que le pregunte al espejo:

¿Quién eres tú?»

«Dime que todo estará bien y yo creeré ciegamente en tus palabras»

Cruzaron caminos completamente peligrosos, pero era la única manera viable en la que Taehyung creía que no les seguirían. El cuerpo del chico que iba sobre su espalda era pesado, por ello hacía que todo costará un poco más.

No obstante se dijo así mismo que no dejaría que el de cabellos cenizos lo cargara, Yoongi no parecía estar bien. El chico iba a un paso demasiado lento, sus pies descalzos se maltrataban con las piedras filosas que se encontraban.

Taehyung no podía dejar de verlo, solo por el simple hecho de que Yoongi aun estando en un mal estado, tan solo se preocupaba por la salud del joven que respiraba dificultosamente sobre su oído.

—Estará bien — le había asegurado — Deja de parecer preocupado, te ves patético — trato de hacerlo enojar, eso siempre funcionaba para que Yoongi por lo menos le pusiera un poco de atención.

Mas sin en cambio esta vez no funcionó, los ojos grises de Yoongi siguieron viendo al rubio que ardía en fiebre.

Eso molestó a Taehyung-no se explicaba el porqué. Sin embargo se contuvo de hacer otro comentario.

En completo silencio ingresaron a su casa; aquella cabaña que habitaba junto con su madre y que se hallaba más alejada de donde estaban las demás casas de aquella nueva manada que se había asentado junto a ellos.

Agradeció aquello último, ya que nadie les interrogará la llegada de su nuevo invitado.

—¡Mamá ven ayudarme! — grito para que la omega mayor pudiera escucharlo, mientras él con cuidado fue posando al joven lastimado sobre su cama, todo aquello mientras evitaba que las heridas del joven gitano dieran con la fría tela. Una vez que lo dejo cómodo, camino por toda la habitación buscando hierbas medicinales que ayudarían al muchacho a sanar.

—Taehyung, te eh-...¡Oh por dios, que a pasado! —

La dama mayor cruzó toda la habitación hasta llegar a un costado de la cama de su hijo y ver a alguien menor lastimado— ¿Yoongi que a pasado? — le pregunto al hijo de la luna, que para su propio mal, lucía mucho más pálido.

Pero Yoongi no dijo nada, su mirada se veía perdida y la omega mayor se preguntó qué es lo que pasaba. Sus ojos marrones revisaron al más joven de pies a cabeza y ella se quedó sin habla cuando no vio más la luz de aquella marca que caracterizaba al pequeño ángel que un día sin querer, había caído del cielo.—Tae, hijo lleva a Yoongi a la otra habitación yo me encargo de esto — aseguró Yoona, pero el de cabello platino se opuso.

—Yo me quiero quedar a su lado — pidió en un débil jadeo — él-él necesita verme aquí cuando despierte — sus mejillas fuertemente sonrojadas estaban empapadas en lágrimas — No me aleje de él.

Yoona sintió un apretón en su pecho, cuando miro la mirada tan perdida de aquel niño que también deliraba por la fiebre — Tae...— llamó una vez más — Llévatelo y cuídalo —

Pero Taehyung no quería cuidarlo, porque se sentía enfadado, muy enfadado.

En ese momento lo menos que quería era estar cerca de Yoongi y no se explicaba el porqué, sin embargo, guardó de nuevo todas esas sensaciones y se acercó al más pequeño — Venga vamos, mi mamá le cuidará — Le había mencionado, pero Yoongi se negaba a dejar a su amigo.

Taehyung enfadado tomó por sus hombros al pálido y le hizo girar para que lo viera a los ojos.

— ¡Que no te das cuenta que eres un estorbo, deja que mamá le cuide! — su voz gruesa retumbó por toda la habitación y Yoongi se quedó quieto mientras lloraba y acribillaba con sus pequeños ojos al lobezno.

Taehyung no quería decir aquello, ni era lo que pensaba del pequeño, pero su lobo estaba herido y enfadado, que le hizo decir eso.

—Siempre me viste así ¿cierto? Un estorbo —Yoongi dijo, sus palabras salían estrangulas, la vista de nuevo se nublaba, el cuerpo perdió su fuerza y Yoongi antes de desmayarse por la fuerte fiebre dijo:

—Yo aunque te odio, nunca creí que fueras un estorbo. —

Pollito-pan.