Ten.

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Jackson consiguió que Mark entrara en el asiento del pasajero del auto.

Aunque había protestado y afirmado que podía conducir, no había manera de que Jackson dejara que Mark se pusiera al volante de un auto después de lo que acababa de pasar.

No habían sobrevivido a un ataque de un asesino de cárteles para morir en un accidente automovilístico.

Cuando Jackson se deslizó en el asiento del conductor y encendió el motor, la barrera de Mark se rompió de nuevo, y las emociones que había retenido antes se derramaron sobre las paredes. Jackson agarró la mano de Mark y la apretó, recordándole que Jackson estaba allí.

Esperaba que le diera a Mark el consuelo que le brindaba.

Consuelo era exactamente lo que necesitaba cuando entró en el baño y vio a Mark sostenido a punta de cuchillo. Una oleada de miedo se había estrellado contra Jackson. No se sentía así desde la noche que había terminado su infancia y arrancado a sus padres de su vida.

Afortunadamente, tenía entrenamiento al que recurrir. Cuando entró en acción, pasó a piloto automático e hizo lo que tenía que hacer para asegurarse de que Mark estuviera a salvo.

— Discúlpame por actuar como un llorón. –dijo Mark con voz ahogada.

Jackson pasó sus dedos por el cabello de Mark.

— No eres un llorón. Estabas siendo humano. –en realidad estaba asombrado de que Mark no se volviera completamente loco antes. No era como si la vida de Mark estuviera llena de peligro de la manera en la que Jackson había estado durante el tiempo que recordaba.

Mark era inocente y más blando, y Jackson tenía que admitirlo, le gustaba eso de Mark.

Le recordaba a Jackson que la gente buena aún caminaba por la tierra, y después de todo lo que había visto en su vida, necesitaba que le recordaran eso de vez en cuando.

— ¿Vas a estar bien? –preguntó después de que Mark se sonara la nariz en una vieja servilleta de Starbucks que había encontrado en la consola.

— Eso creo.


— ¿Crees que puedas responderme algunas preguntas?

Mark volvió a sonarse la nariz y asintió.

— ¿Por qué vendría el cártel por ti? –preguntó.

Mark se giró en el asiento y lo miró fijamente. Le recordó a Jackson a un perro que había sido golpeado por su dueño demasiadas veces.

— No tengo ni idea. –respondió Mark con un resoplido. Sus grandes y tristes ojos miraban sus manos, que se movían en su regazo.

Jackson había interrogado su cuota de testigos que habían tenido la mala suerte de encontrarse en la mira de un asesino de cártel, y observó lo que había visto docenas de veces antes de comenzar a sucederle a Mark.

Sus labios y barbilla temblaron. Se abrazó a sí mismo como si estuviera sentado en medio de una tormenta de invierno en lugar de un abrasador verano en el sur de Los Ángeles, y su piel perdió todo su color, convirtiéndose más blanca que de lo normal.

La única diferencia esta vez era con Jackson. Nunca había querido llevar a una de esas personas inocentes a sus brazos de la manera en que quería sostener a Mark en este momento.

— Nunca había visto a ese tipo del que tú… uhm, te encargaste, antes de hoy. –Mark murmuró.

Esto no tenía el más mínimo sentido. Frack era el pistolero contratado por Jay, y sólo iba tras los objetivos que Jay consideraba una amenaza. Jackson se estaba perdiendo algo aquí, y tenía que averiguar qué era antes de que algún otro matón viniera tras Mark.

— ¿Hay algo que no sepa? ¿Algo que pasó antes de que tú y yo nos conociéramos, quizás?

Mark escudriñó el estacionamiento de fuera, como si la respuesta pudiera encontrarse escrita en el asfalto.

— Nada en lo que pueda pensar. Realmente no hago mucho, excepto dibujar en el apartamento o hacer recados para mis padres. –la boca de Mark se abrió cuando él ahogó un jadeo.

— ¿Qué es? ¿Qué recuerdas?

— Algo ocurrió esta mañana cuando fui a buscar los waffles.

— ¿Qué pasó? –preguntó Jackson.

Mark masticó su labio inferior y apartó los ojos.

— Realmente no creo que esté conectado. –respondió.

— Probablemente no sea nada.

— Déjame ser el juez de eso, ¿de acuerdo?

Después de exhalar, Mark dijo. — Como dije, probablemente no sea nada. Me encontré con un primo.

— ¿Un primo? ¿Una de las mujeres que conocí anoche?

— No. –respondió Mark con un firme movimiento de cabeza– Éste es un él, y definitivamente no fue invitado a la cena anoche. A mi madre no le gusta.

— ¿Dónde te encontraste con él?

— En el callejón al lado del restaurante donde compré los waffles. Él estaba hablando con un tipo que no podía ver muy bien, y creo que no andaban en nada bueno. Verás, mi primo, bueno, es el ladrón de autos el que te hablé cuando nos conocimos. Al que no invitamos a fiestas y cosas así. Probablemente estaban haciendo negocios sobre el último auto que había robado o algo así. A él no le gustó que lo viera a él y a su amigo juntos, a pesar de que realmente no vi nada más que un sobre cambiando de manos. Me dijo que olvidara que los vi. Bueno, en realidad fue más una advertencia.

¿Qué relación podría tener el primo roba autos de Mark con el cártel?

— ¿Cuál es el nombre de tu primo? –preguntó Jackson.

Mark vaciló, claramente no se sentía cómodo delatando a su propia sangre.

— Jaebeom.

Jackson no recordaba a nadie con ese nombre trabajando para El Dragón, pero la organización era enorme. Jackson sólo se había infiltrado a una parte de la operación de Los Ángeles, así que era posible que el primo de Mark trabajara en una rama que Jackson ni siquiera estaba al tanto que existía.

El Dragón tenía las manos en las drogas y las armas. No estaría fuera del ámbito de la posibilidad que él tuviera varios desarmaderos también.

— Él ya no se hace llamar Jaebeom. –Mark de repente agregó como una idea de último momento– Así es como yo solía llamarlo cuando éramos niños. Ahora se hace llamar Jay.

La respiración de Jackson se detuvo.

— ¿Su apellido es Park?

Mark se quedó boquiabierto ante él como si acabara de materializarse en el aire.

— ¿Cómo demonios sabías eso?

— ¡Mierda! –exclamó Jackson mientras encendía el motor, lanzaba el coche de Mark en marcha, y salía de prisa del estacionamiento.

— ¿Qué sucede? –preguntó Mark. Fue su turno de aferrarse a la “oh Jesús” manija cuando Jackson aceleró en la vuelta.

— Jay Park es el brazo derecho de El Dragón en Los Ángeles. –respondió Jackson– Es el que me quiere muerto.

Mark no dijo otra palabra mientras Jackson pisaba el acelerador una vez que llegaron a la carretera. La situación había ido de mal en peor, y si Jackson iba a mantener a Mark a salvo, necesitaría ayuda.

Mark se sentó en atónito silencio todo el tiempo que Jackson habló con alguien en el teléfono celular que había tomado del hombre que intentó matar a Mark. Aunque pudo escuchar la conversación, no tenía ni idea de lo que Jackson estaba diciendo o con quién estaba hablando. Todo en lo que se podía enfocar era en la noticia de que su primo estaba trabajando con El Dragón.

¿Qué le había pasado al chico con el que solía correr por los aspersores en un caluroso día de verano? ¿Cómo se había, el Jaebeom que recordaba montar su bicicleta en el vecindario, convertido en el hombre que enviaba a un asesino con un cuchillo tras Mark?

Ese no era el Jaebeom que conocía. Demonios, el chico que protagonizaba los recuerdos que pasaban por su cerebro se había orinado en la cama de Mark una vez después de haber visto una película de terro.

¿Cómo podrían Jaebeom y Jay ser el mismo hombre?

Jackson tenía que estar equivocado. Tenía que haber otro Jay Park. Esa era la única manera en que esto tuviera sentido, porque no había manera de que alguien en su familia hubiera tratado de matarlo.

— Estás equivocado. –le dijo Mark a Jackson después de que colgara el teléfono– Cualquiera que sea tu Jay Park, no es mi primo.

— Tiene un metro setenta y cinco de alto con un cuerpo algo musculoso para su contextura. Cabello negro, ojos marrones oscuros, y piel algo bronceada. También tiene los brazos tatuados. En el lado derecho de su cuello tiene un tatuaje de una brújula.

Aquellos habían sido los aterradores tatuajes en los antebrazos de su primo cuando él había agarrado la cabeza de Mark y le advirtió que olvidara lo que había visto.

Jackson cubrió la mano de Mark con la suya.

— Lamento todo esto, Mark. Sólo puedo imaginar lo duro que esto debe ser para ti, pero te prometo que voy a mantenerte a ti y a tu familia a salvo. En ese frente, nada ha cambiado.

A pesar de que el miedo y la tristeza se enrollaban como una pitón alrededor de su cuello, Mark exhaló lentamente. No podía enloquecer.

Tenían que llegar a un plan para detener a Jay y mantener a su familia a salvo. Cuando todo esto terminara, entonces podría tener un colapso emocional en su tiempo libre.

— ¿Cuál es el plan?

Jackson se detuvo en el estacionamiento de una cadena de tiendas de comestibles, y estacionó a lo largo del lado del edificio.

— Vamos a conseguir respaldo.

— Pero dijiste que había un topo en tu departamento, alguien que está filtrando información al cártel.

— Y eso es cierto. –dijo Jackson con un asentimiento– Pero la persona con la que nos estamos reuniendo es mi compañero, y confío en él con mi vida.

Un sedán Ford negro se detuvo en el estacionamiento junto a ellos, y un hombre de aspecto asiático alto que llevaba un traje oscuro salió del vehículo.

— Y ahí está. –dijo Jackson después de abrir las puertas del auto.

El compañero de Jackson entró inmediatamente en el coche y se quitó las gafas de sol oscuras. Examinó cuidadosamente a Mark con sus ojos color avellana y un arco de su ceja que era el mismo marrón claro que su cabello perfectamente esculpido.

Al igual que Jackson, este tipo también podría haber sido un modelo de ropa interior.

¿Era este un nuevo requisito de contratación que el gobierno había adoptado y que Mark no conocía?

— ¿Quién es éste? –le preguntó a Jackson.

— Es Mark. El chico del que te estaba hablando por teléfono. –Jackson respondió– Me he estado quedando con él. Mark, éste es mi compañero, el Agente Especial Matthew Kim.

Mark levantó una ceja.

— ¿Qué tal si nos ponemos a trabajar? –preguntó– Los dos están en un pequeño lío, ¿no es así?

— Eso es una forma suave de decirlo. –murmuró Mark.

— ¿Así que Jay Park es tu primo, y no tenías idea de su relación con el cártel? –preguntó Matthew.

— ¿Qué clase de pregunta es esa? –dijo Mark– Por supuesto que no tenía ni idea.

— ¿Y estás seguro de que está diciendo la verdad? –le preguntó Matthew a Jackson.

— Vete a la mierda. –dijo Mark, sorprendido de que las palabras salieran de su boca. Estaba acostumbrado a ahogar su ira cuando alguien lo molestaba, en lugar de defenderse a sí mismo. Obviamente casi morir lo había curado de eso– Yo diría que el hecho de que mi primo trató de matarme porque lo vi con algún hombre en el callejón es toda la prueba que necesitas.

Jackson hizo un gesto hacia Mark y asintió.

Matthew alzó las manos en señal de entrega y suspiró.

— No quise ofender en ningún modo, pero no estaría haciendo mi trabajo si no preguntara.

Mark suponía que eso era cierto, pero no tenía que gustarle.

Cruzó los brazos sobre su pecho para decirle a Matthew precisamente eso.

— ¿Puedes darnos una descripción del tipo con el que viste a tu primo? –preguntó Jackson mientras separaba los brazos de Mark y tomaba su mano en la suya.

Los ojos de Matthew prácticamente se salieron ante el gesto. Obviamente no estaba acostumbrado a ver a Jackson ser así de compasivo con alguien a quien estuvieran protegiendo antes.

— No pude verlo realmente. –Mark respondió.

— ¿No pudiste? –preguntó Matthew, inclinando la cabeza.

¿Por qué percibía Mark una sensación distinta a la incredulidad en el tono de Matthew?

— No. No pude. –respondió– Era temprano por la mañana, así que todavía estaba bastante oscuro. Se escondió en las sombras, pero vi que llevaba un traje, un poco como…

— ¿El que Matthew está usando? –preguntó Jackson. Mark miró a Matthew. De repente tuvo problemas para tragar, y no podía mirar al compañero de Jackson a los ojos. Si Mark respondía a la pregunta de Jackson con toda sinceridad, Matthew podría sacar su arma y dispararles a ambos en la cabeza.

— ¡Hey! –dijo Matthew– No era yo. Yo soy el tipo bueno aquí.

Mark estudió a Matthew con el rabillo del ojo.

— Mark, mírame. –dijo Jackson mientras atrapaba la barbilla de Mark con el dedo índice y apartó su mirada de Matthew– Recuerda, te dije que hay un topo en el departamento. El tipo con el que tu primo estaba tenía que ser el que está trabajando para El Dragón. Por eso llevaba un traje similar al de Matthew. Puedo prometerte que el topo no es mi compañero.

— ¿Cómo puedes estar tan seguro? –preguntó Mark– Mi primo trató de matarme.

— Lo sé. –la voz de Jackson era relajante y calmada. Envolvía a Mark como la manta tejida a ganchillo de su abuela– Conozco a Matt desde hace mucho tiempo, y confío en él con mi vida.

— Bueno, yo no lo conozco. –dijo Mark, dirigiendo su desconfiada mirada hacia el asiento trasero, donde el compañero de Jackson le lanzó una sonrisa dura– Y no confío en él con la vida de mi familia.

Matthew levantó las manos. — ¡Bueno, eso es genial!

— Matthew, ¿puedes cerrar tu puta boca? –Jackson miró a su compañero. Toda la agravación se desvaneció de sus ojos cuando volvió a mirar a Mark– Sé que no confías en Matthew y entiendo por qué.

Matthew resopló.

Jackson soltó un largo suspiro antes de continuar.

— Pero ¿puedes confiar en mí?

— Por supuesto. –respondió Mark sin pensarlo dos veces.

— Entonces confía en mi fe en Matthew, porque no podemos proteger a tu familia sin él.

Mark se volvió hacia Matthew y lo miró fijamente durante variosinutos.

— Si algo le pasa a mi familia debido a ti, te mataré yo mismo.

Aunque las palabras le sonaban ridículas a Mark e iban saliendo de su boca, Matthew no rió o sonrió siquiera. En cambio, asintió y aceptó las condiciones de Mark.

— ¿Podemos volver a trabajar ahora? –preguntó.

Mark asintió.

— ¿Así que, cuál es el plan?

— ¿Se te ha ido la maldita cabeza? –le preguntó Jackson a Matthew.

Había creído absurdamente que su compañero era un hombre inteligente y un excelente estratega. Había estado claramente equivocado. El plan de Matthew era tonto y peligroso, y no había manera

En el infierno que Jackson estuviera de acuerdo.

— ¿Tienes una idea mejor? –preguntó Matthew desde el asiento trasero. Le lanzó a Jackson una mirada fija que comunicaba que ya sabía la verdad.

— ¿Cuál es el puto problema contigo? –preguntó Matthew. Se sentó en la parte delantera del asiento y miró a Jackson– Se supone que debes concentrarte en el trabajo, no planear una escapada de fin de semana.

— No voy a arriesgar la vida de Mark. –dijo Jackson con los dientes apretados– Le dije que lo mantendría a salvo.

— Has perdido tu objetividad. –respondió Matthew mientras miraba a Jackson y a Mark– Se nos ha dado la oportunidad perfecta de atrapar a estos bastardos.

— ¿Oportunidad perfecta? –preguntó Jackson– ¿A qué costo? ¿La vida de Mark? No me arriesgaré.

— Su vida ya está en peligro. –señaló Matthew– Jay envió a alguien para matarlo. Ambos sabemos que él nunca se detendrá, y tienes la cubierta perfecta para estar allí cuando lo intente de nuevo.

Jackson sacudió la cabeza.

— Dije que no voy a arriesgarme. Fin de la discusión.

— ¿Estás hablando en serio? –preguntó Matthew– ¿De dónde viene esta mierda? Si no te conociera mejor, diría que estás dejando que tus emociones interfieran en tu trabajo.

— Ten cuidado. –advirtió Jackson– Conozco mi trabajo, y mi desagrado a tu estúpido plan no tiene nada que ver con mis emociones.

— ¿De verdad? –preguntó Matthew. Se cruzó de brazos y se echó hacia atrás– ¿Es por eso que rompiste el cuello de un hombre sin obtener información de él? Así no es como hacemos las cosas en el FBI.

— Vete a la mierda. –ladró Jackson, pero antes de que pudiera morder, Mark tiró de la cadena con una caricia de su mano en la mejilla de Jackson.

— Correr no es una opción. –dijo Mark– Y tú lo sabes.

Jackson cruzó su mirada con la de Mark, una discusión ya formándose en sus labios, pero las palabras se negaron a moverse una vez que miró a los ojos de Mark. Algo había cambiado en su interior. Una resolución que nunca había visto antes había reemplazado al indeciso Mark que había llegado a conocer.

Su mirada era firme, y aunque el miedo todavía se arrastraba por las esquinas de sus ojos, la fuerza de voluntad ahora dominaba la visión de Mark.

Él se había decidido, y nada de lo que Jackson pudiera decir lo cambiaría.

— Pero es peligroso. –susurró Jackson– Matthew quiere usarte como cebo.

— Lo sé. –admitió Mark con un largo suspiro– No me gusta, pero es hora de que deje de huir y me mantenga en mi sitio. Tengo que enfrentar lo que la vida me ha tirado. El huir o crear gente falsa para ayudarme a lidiar simplemente no va a funcionar más, no es que realmente alguna vez sucediera. Mira a dónde me ha llevado hasta ahora.


Jackson no podía discutir. Ambos tenían razón. El plan de Matthew le daba a Mark y a su familia protección y también le daba a Jackson y a Matthew una oportunidad de capturar a Jay y tal vez incluso a El Dragón mismo. Ese era el único modo en que Mark volvería a estar a salvo.

Entonces, ¿por qué Jackson estaba tan empeñado contra la idea?

Jackson no tenía una respuesta, al menos no una que entendiera. Sus emociones estaban enturbiando su juicio. Él podía ver eso claramente ahora.

¿Pero por qué?

Mientras Jackson contemplaba el pozo de chocolate profundo de los ojos de Mark, de repente se dio cuenta de que había encontrado una nueva apreciación de la vida. Ya no era un sumidero lleno de dolor y miseria.

Dios caminaba en el planeta en gente como Mark y su familia. Llenó su mundo triste con esperanza, y esa era una sensación que no había sentido en mucho tiempo.

— Bien. –finalmente dijo– Lo haremos a tu manera.

— Ya era siendo la maldita hora. –dijo Matthew con una exhalación.

— ¿Estás seguro de que quieres hacer esto? –preguntó Jackson. Apretó la mandíbula con tanta fuerza que se marcó.

— No. –dijo Mark– Pero es lo correcto.

— Sí, lo es. –respondió Matthew– Tienes que seguir con tus días como normalmente lo harías. Jackson se quedará a tu lado a cada momento de cada día hasta que atrapemos a estos idiotas.

— Ellos tendrán que matarme primero para llegar a ti. –dijo Jackson. Fijó su mirada en Mark. Más que nada, quería que Mark oyera la convicción en su voz, para encontrar cierta seguridad en ser utilizado como cebo para atrapar a los malos. Cuando Mark agarró su mano y sonrió, Jackson asintió para que Matthew continuara.

— Conseguiremos a algunos agentes vestidos de civil en los que confiamos para que los rastreen. –dijo Matthew– Estarán en todos los acontecimientos de la boda pero no te preocupes. Ni siquiera notarás que están allí.

— ¿Qué hay de la fiesta en la piscina? –preguntó Mark– ¿La de esta tarde?

— Me uniré a eso. –dijo Matthew con un guiño– Incluso traeré un traje para Jackson. Estarás perfectamente a salvo.

Aunque Jackson estaba agradecido por la confianza de su compañero, no se sentiría bien con esto hasta que Jay y El Dragón estuvieran tras las rejas y Mark estuviera a salvo.


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