Drunk

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Despierto en el maldito suelo. Todo los sábados son iguales, sin embargo, hoy hay algo diferente.


—¿Me puedes explicar por qué chingados hiciste una fiesta sin avisarme?—mi nuevo compañero de departamento estaba con unos crocs hippies de arcoíris, un short negro y una playera under armour, también del mismo color, que le quedaba justa mostrando sus definidos pero pequeños músculos.


—Contéstame borracho de mierda.—no estoy de humor para aguantar niñatos groseros, levanto mi cara de la alfombra áspera y veo a mi alrededor.



Puta madre. Todo es un desastre, me duele la cabeza a morir y literalmente hay cuerpos tirados en toda la sala. Espero que nadie esté muerto pero no me sorprendería.


—Shhshh no grites tan fuerte que me retumba toda la cabeza.

—Pues no hubieras tomado ayer, te fuiste como gorda en tobogán y fácil te acabaste dos botellas de vodka.

Me viene el sabor de raspberry vodka y me da náuseas. Menos mal que esta vez no tome de tamarindo, esa mierda es horrible.

—¿Tú estabas aquí?—no recuerdo haber visto a Lee en la pequeña reunión.


Pues dónde iba a estar idiota, llego y lo primero que veo es a la vecina borracha, en topless ofreciéndome un trago en mi departamento.

—Nuestro.


—También Yuta vive aquí pero al parecer te vale verga todo. Jung, no vives solo. Madura porfavor.


—Sí, sí lo que tú digas.—contesto con sarcasmo.


—Hablo enserio, no llevamos ni cuatro días de conocernos y ya sé que estás tres para las ocho. Probablemente tengas tres neuronas y ayer mataste como diez.


—Los viernes son de fiesta y como Yuta siempre está fuera, no le importa. La verdad no me acordé de ti.


Me levanto completamente y me estiro. Me truenan todos los huesos de la espalda y suspiro satisfecho.


Apenas me puedo mantener de pie y otra vez no tengo camisa. Solo llevo mis pantalones negros con las botas pegajosas de alcohol.


—¿Quieres un café? Porque me queda realmente delicioso.— Lee sigue viéndome con su ceño fruncido pero parece acceder a mi oferta.


Caminamos hacia la cocina, tratando de no pisar a nadie.

—Ni creas que te voy a ayudar a recoger.— este niño se la pasa hablándome como si yo fuera la persona más irresponsable del mundo, pero no me conoce.

—Se irán eventualmente.

Minutos después suena una alarma que puse en la entrada y salen todos los zombies con su basura. Se me revuelve el estomago al ver una parejita salir de mi cuarto pero fue mi error por no cerrar con llave.

—Qué chingados, cómo...

—Yo pago por el pisto y ellos recogen, así de simple—sonrío orgulloso mientras le paso su taza con café y crema batida encima.

No te enamores de mí [JAEYONG]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora