Peter despertó antes del amanecer como lo hacía cada tercer semana del mes.
En un mundo ideal sin guerra y enfrentamientos, uno podría ir al supermercado más cercano a comprar los víveres necesarios para la semana sin preocuparse por el dinero ni la disponibilidad de los productos, pero en la Inglaterra del 2050 las cosas eran más complicadas.Cuando la guerra alcanzó la escala mundial, el mundo pareció retroceder en el tiempo. Las comunicaciones desaparecieron hasta solo quedar cartas y esporádicas señales de radio y teléfono; de las computadoras no se hablaba más. Solo eran pisapapeles electrónicos y el internet era ahora un arma de las altas esferas del gobierno. Lo único tecnológico que poseían las familias que tenían un miembro en el ejército era una tarjeta similar a una de crédito con la que les entregaban los productos de la canasta básica inglesa... O al menos los que estaban disponibles. El resto de los ciudadanos tenía que ingeniárselas e ingresar al mercado negro si quería sobrevivir.
Los Parker eran una familia privilegiada —aunque Peter no sentía el privilegio en ninguna parte—, y poseían un día especial del mes en el que podían ir al centro de Londres por su ración de víveres. Pero la capital estaba a tres horas de camino a pie y el adolescente debía despertar antes que todos si quería llegar a tiempo a las filas.
—¡Cariño, Ned está aquí! —gritó la tía May desde la sala principal. Peter tomó una camiseta de una pila de ropa sucia y la olfateó para asegurarse que aún podía usarse. Era una camisa vieja de su instituto, ahora inexistente.
—¡Ya voy!
Su tía le entregó la gran canasta y guardó la tarjeta en el bolsillo de su pantalón. Le miró con cariño y una sonrisa que le transmitía de todo menos tranquilidad. —Ten mucho cuidado, Peter. —musitó May antes de besar su mejilla como despedida.
Edward también cargaba con una canasta visiblemente más pequeña que la suya y del bolsillo de su camiseta de cuadros se asomaba su tarjeta. —Vamos Ned, tenemos que alcanzar a MJ.
—¡Nos vemos Señora Parker!
—Vuelvan pronto, niños. Prometo prepararles una rica sopa de repollo cuando regresen.
—¡No, ya basta! —respondieron al unísono ambos muchachos y May soltó una risita antes de cerrar la puerta.
Normalmente el camino era largo y tranquilo, después se les unía Michelle y el trío lograba estar en Londres cerca de las ocho de la mañana. Los ojos de Peter se veían notablemente cansados e hinchados y Ned no se veía mejor. —Quisiera que esto terminara ya. —sentenció el neoyorquino mientras caminaba arrastrando los pies. Sólo sucedía una vez al mes, pero para él era una tortura regresar al caos de la capital. Ned asintió con la respiración entrecortada.
—A mi cada vez me dan menos y mi madre piensa que soy yo quien se lo come. —aquello le hizo reír. —¡Oye! Es en serio, llegará el día en que solo me den una patata y moriré de hambre. Allí vas a extrañarme.
—No harían eso, Ned. A mi también me dan poco.
—Claro que no, mamá dice que a los militares en servicio los tratan como si fuesen de la realeza... No es diferente con sus familiares.
—Oh, por favor Ned, no seas...
—¡Booh!
Michelle Jones apareció de un salto frente a ambos chicos de entre las sombras. Peter retrocedió y ahogó un grito, pero Ned casi salió corriendo del susto. MJ no pudo guardarse esas genuinas carcajadas.
—¡MJ, por favor! Casi me matas de un infarto.
—No exageres, ¿acaso esperaban encontrar a alguien más?
—¡Eso no te da derecho! —replicó Ned, pero Peter solo podía reírse al unísono con MJ. Ambos se miraron por un par de segundos que parecieron minutos.
—Tranquilo, sigues vivo para ir por esa papa.
—¿También tú?
—¿Cómo estás, MJ? —ignoró olímpicamente a su mejor amigo, llevando su atención a la morena de cabellos rizados que ahora caminaba a su lado. Sus labios estaban curvados en una sonrisa.
—Bien. —respondió la susodicha visiblemente incómoda y nerviosa por la conversación entre los dos. Era muy extraño. Le recordaba a esas salidas de las que Ned no tenía ni idea. —¿Ya saben que recibirán hoy, chicos?
—Probablemente sólo reciba una papa, ¿y tú?
—El presidente piensa que la compensación por mi papá muerto es una gran dotación de pan dulce. ¿Quieren quedarse a comer en mi casa cuando regresemos? Mamá preparará té. —Ambos chicos asintieron. El pan dulce con té era un manjar que solo podían permitirse una vez cada tres meses.
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«Serenity Now» [ AU | PeterMJ ]
Ficción GeneralEs el año 2050 y la tercera guerra mundial estalló hace 20 años. Peter, Michelle y Ned no conocen nada más allá de su pueblo destruido en Inglaterra y solo intentan sobrevivir, pero además de la muerte el trío descubrirá el lado más oscuro e inhuma...