Peter

165 16 1
                                    

La cabeza le iba a estallar.

Sentía el palpitar de sus sienes calientes y adoloridas; su cuerpo parecía haber perdido fuerza y el dolor agudo en su espalda y pecho no le permitía moverse. Estaba vivo.

El clima frío del lugar mantenía su cuerpo entumecido y pudo deducir que no se encontraba más en el lugar del ataque. Su piel ardía y el más mínimo roce contra las telas provocaban en él una gran molestia y picazón.

Peter intentó abrir los ojos pero los sentía tan pesados que fue imposible hacerlo. No logró identificar dónde estaba, pero podía escuchar voces muy bajitas y lejanas a su alrededor acompañadas de un zumbido sordo que le taladraba los oídos sin descanso.

Se desvaneció a los pocos segundos, incapaz de soportar el dolor.

No era consciente del tiempo que había pasado entre el ataque a la ciudad y ese momento de lucidez, pero suponía que habría sido cuestión de horas. ¡Cuán equivocado estaba!

Despertó de su letargo horas —según él— más tarde.

Los ojos le pesaban menos y era capaz de moverse un poco del lugar donde se encontraba recostado. La fuerte luz blanca de la habitación le hizo cubrirse los ojos con la palma de la mano mientras se acostumbraba a la extrema iluminación del lugar. El intenso aroma a alcohol y limpieza golpeó su nariz y confirmó que se encontraba a salvo, al menos por ahora.

—¡Peter! —la voz cargada de emoción de su mejor amigo se hizo escuchar entre aquellas cuatro paredes. El neoyorquino entonces reaccionó y abrió los ojos de golpe para encontrarse con la figura borrosa de Ned Leeds a orillas de la cama, observándolo con preocupación.

—¿Y Michelle? —su voz sonaba bajita y cansada, pero la urgencia en su tono hizo que Ned se acercara a su lado en la camilla para escucharlo mejor. —¿Ned? ¿Qué sucedió? ¿Dónde está MJ, y tía May?

—Tranquilo, Pete. —respondió el moreno, apretando suavemente el antebrazo del castaño. —Dios, me alegra tanto que despertaras...

—¿Eh? No entiendo...

—¡Llamaré a los médicos! No tardo.

Escuchó los pasos torpes y apresurados de su amigo alejarse haciendo eco en toda la habitación. Peter dedujo rápidamente que se encontraba en algún hospital de la capital, pero no tenía sentido del todo, ya que la mayoría de ellos durante la guerra habían colapsado. En otro contexto al castaño le habría interesado investigar más sobre su llegada a ese excepcional lugar, pero todo lo que le preocupaba en ese momento era saber dónde estaba MJ. La angustia no lo dejaba tranquilo incluso en la inconsciencia.

Ned regresó con una enfermera que con urgencia revisó todos sus signos vitales y se encargó de proporcionarle más medicamentos para calmar el dolor sordo que acompañaba a su cuerpo aún en reposo. Peter se sintió mejor en cuestión de minutos, capaz de acomodarse un poco en el colchón hasta quedar casi sentado. Los ojos no le pesaban tanto y el dolor de cabeza casi había desaparecido. Respirar ya no era tan doloroso.

—Ned... ¿Qué sucedió?

—Muchas cosas, Peter... —dijo con tristeza—. Te encontré junto a un montón de cadáveres, creí que estabas muerto. —aquellas palabras enfriaron la sangre del neoyorquino. —Luego del ataque los perdí de vista y cuando te encontré, solo... Te llevé a un lugar seguro. Después llegaron los militares y me ayudaron a traerte aquí.

—¿Y Michelle? ¿La encontraste?

—No... —respondió Ned con culpa—. La busqué por todas la ruinas y no la encontré...

—Se la llevaron, Ned.

—¿Qué? ¿Quiénes?

—Unos hombres con uniformes blancos... Y no pude hacer nada para ayudarla. Soy un cobarde. —Los ojos de Peter se llenaron de lágrimas ante la impotencia y el dolor que sentía. En su cabeza se repetía una y otra vez el grito desconsolado de MJ pidiendo ayuda al punto de ser una tortura incluso más dolorosa que todas sus heridas.

Edward intentó darle apoyo, pero Peter sintió el temor e inseguridad de su mejor amigo con solo verle a la cara. No servía de nada. 

—Ella es muy inteligente, estoy segura que está por allí buscando la forma de volver con nosotros... Es MJ, ¿lo olvidas?

Peter apenas y pudo sonreír ante sus palabras; Ned tenía bastante razón pero no dejaba de preocuparse por la morena. Le dolía el corazón de solo pensar que estuviese sola, herida y pasando hambre o frío lejos de él y su familia.

—Eso espero... ¿Y tía May? ¿Dónde está? ¿Sabe que estoy aquí?

—No la he visto. —el contrario respondió con inmediatez.

—¿Qué? ¿Cómo que no la has visto? —Peter comenzó a alterarse—. Ned, por favor. ¿Qué está pasando...?

—Tengo que dejarte, Pete. Vendré a verte más tarde, ¿si? Descansa.

Ned salió de la habitación más rápido de lo que pensó y aquella urgencia extrañó al joven Peter, pero estaba demasiado cansado para ponerse a investigar y divagar sobre el comportamiento de su mejor amigo. El nunca le mentía. ¿Por qué desconfiar ahora? 

«Serenity Now» [ AU | PeterMJ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora