Capítulo 4

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La primera reunión con el equipo de investigación fue breve, aunque aquello no implicaba que no fuera significativa. Aarón se encargó de explicarnos la dinámica de la investigación y las pautas a seguir para una convivencia cordial, de hecho nos había repartido un papel con una serie de normas a seguir, y luego nos pidió firmar un acuerdo de conformidad.

Aquello me pareció totalmente ridículo, y la sensación aumentó al leer la lista, en ella se prohibía expresamente difundir o compartir información sobre el proyecto, así como participar en otros proyectos simultáneamente, otra regla nos obligaba a dedicar tres veces a la semana, por lo menos tres horas, a la investigación, con cuatro faltas como límite antes de la expulsión, cada falta debía ser acompañada por un justificativo y las horas impuestas estaban sujetas a cambios y variaciones según la necesidad y criterio de Aarón, es decir, teníamos la obligación de priorizar asuntos que incumben al proyecto y obedecer sin chistar,... también se prohibía las relaciones íntimas entre participantes y el tiempo que durara la experiencia debíamos reconocer a Aarón como líder del grupo, siguiendo sus recomendaciones y consejos en todo momento, responder sus llamados y acatar sus órdenes. El incumplimiento de cualquier ítem podía implicar el destierro y una posible demanda.

Miré incrédula como Sabrina y Mike firmaban sin pensarlo, preguntándome si acaso era la única persona racional a la que esto le parecía una locura y hasta algo ilegal. Aarón prácticamente controlaría nuestras vidas por ocho meses... aquello era como firmar un pacto con el diablo.

—¿Algún problema? —preguntó con su típica expresión de hastío. Era como si le fastidiara la vida y tener que compartir el oxígeno con seres inferiores como nosotros.
—Bueno... no sé si estoy muy de acuerdo con las reglas.
—¿Con que parte exactamente tienes problemas?
—Con la parte en que te conviertes en un aristócrata y a nosotros en unos esclavos africanos.

Sabrina puso una expresión de sorpresa y Mike rió sin disimulo, mientras Aarón permaneció impasible, mirándome con cara de asco, en un principio me sentí algo cohibida por sus ojos intensamente verdes, en el fondo de sus pupilas parecía arder una llama olivacea, encendida por el mismísimo Satanás, sin embargo me resultaba imposible permanecer en silencio cuando algo me parecía injusto. No era de las personas que cierran el pico, aunque aquello implicara enfrentarme a un demonio de altura titánica, porque Aarón era altísimo, a su lado me sentía un gnomo, es decir... yo no era una persona baja, más bien pertenecía al promedio, solo que en comparación al pelinegro debía verme como el enano Gruñón de Blanca Nieves.

Una voz en mi interior me dijo que Aarón más bien me vería como Tontín, pero la ignoré y puse todo mi empeño en parecer solemne y valiente. Ya saben, el tipo de chica que no se deja amedrentar por los hijos del poder.

Él curvó levemente los labios, en un gesto que no era una sonrisa, sino una advertencia de que por esa actitud desafiante me haría sufrir, que podía destruirme con un solo dedo y no había nada que pudiera hacer.

"Preciosa, parece que aún no entiendes que soy el rey del mundo y tú una cucaracha bajo la suela de mi zapato cosido a mano por monjes tibetanos que tengo como esclavos en un sótano"

Sí, estaba segura que pensaba algo como eso. No era difícil predecir que sus pensamientos debían ser oscuros y enfermizos, después de todo Aarón era una persona sombría y malhumorada, a su al rededor siempre había un aura negra, mientras hablaba incluso podía imaginar un cielo tormentoso a sus espaldas, su cabello de ébano absorbía la  noche entera y sus ojos centelleantes parecían una puerta al infierno.

Por un breve momento me pregunté cómo alguien podía caerme tan mal y a la vez parecerme tan guapo, porque la otra cara de la moneda era que Aarón me parecía ciertamente atractivo, debajo de esa nube negra que lo envolvía y de las capas de malignidad y frialdad había un chico de rasgos perfectos, labios finos, cejas pobladas y masculinas, nariz recta, piel tersa y blanca y una figura bien trabajada. No era extraño que las chicas cayeran como moscas a sus pies, aunque me parecía que su belleza evidente no valía soportar su carácter huraño.

Círculo Vicioso [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora