Capítulo 32

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— En cuanto pase por esa puerta va a oírme.

Antes de que introdujera la llave en la cerradura oí la voz mi madre en el interior del departamento. Me quedé tiesa, agudizando el oído para comprobar que no era mi imaginación, sino que Mariana realmente se encontraba allí.

—Estoy segura que pensaba contarte pronto —habló Jenny —. Todo es tan reciente y lo más probable es que necesitara tiempo para decirte...
—¿Cuánto tiempo? Estos artículos tienen meses.
—Sí, bueno. Dayan es rara.
—¡Lo sé! De niña se escondía para comer harina... solo harina ¿sabes? O pan molido. Y al crecer se volvió cada vez más explosiva con todo ese sentido de la justicia, el lenguaje mordaz, la terquedad y sobre todo esa capacidad suya para atraer malas vibras, tal vez debí llevarla a terapia cuando me lo recomendaron... si tan solo creyera en los psicólogos —ella hizo una pausa dramática—, pero estaba bastante convencida de que al menos teníamos un vínculo fuerte.
—Claro que lo tienen.
—Sale con un científico millonario y famoso por meses sin decírmelo —su voz tenía una tonalidad de tragedia, como si su corazón estuviera de verdad oprimido por el dolor —. Tuve que enterarme por tus padres, ellos leen esas revistas científicas y al parecer toda la prensa esta detrás de esos Benzini.
—Son una familia muy rica y Aarón es tan ardiente... así que su popularidad se expande como viruela en el siglo XIX.

—¿Escuchando tras la puerta? Que vergüenza, Dayan. —me llevé la mano al pecho para contener el susto, hasta que vi a Sebastián, el mejor amigo de mi madre y también mi padrino.
—Me asustaste.
—Eso veo. —Sebastián sonrió con dulzura, él era un hombre alto y atlético, cabello y ojos oscuros, mentón barbado, unas gafas que le daban aspecto inteligente y mirada sincera.

Lo abracé, Sebastián respondió pasando un brazo por mi espalda, mientras en el otro sostenía unas bolsas de supermercado.

—Me alegra verte.
—A mí también.
—¿Cuando llegaron? —pregunté.
—Hace poco más de una hora. Mariana está furiosa porque le ocultaste tu noviazgo.
—Eso oí —por supuesto no podía decirle que se trataba de un noviazgo falso ni mucho menos hablarle de los líos que me traía con Aarón o su familia —. Es difícil de explicar.

Sebastián asintió, él era un tipo bastante callado y sereno, pocas cosas le alteraban. Supongo que por eso mamá lo tenía como mejor amigo, era la única persona sobre la tierra capaz de aguantar sus ocurrencias.

—Guarda las excusas para ella, sabes que será intenso.

Entramos juntos. Mi madre me dedicó una mirada ofendida, aunque igualmente me dio un abrazo demasiado efusivo.

—¿Esos millonarios te tratan bien? Estas más delgada, mira no más esa cara, que espanto de ojeras.

Mariana era una mujer muy enérgica, no solía estar demasiado tiempo sin hablar, y tenía la costumbre de hacer mil preguntas sin esperar jamás las respuestas.

—¿Y qué son esas energías? —entonces comenzó a hacer unos movimientos extraños con sus manos sobre mi cabeza.
—Mamá deja de limpiar mi aura.
—Debo hacerlo, tus chakras están obstruidos. Afortunadamente traje aceites esenciales para aromaterapia, te ayudará a activar tus siete chakras.

Suspiré sonoramente y me dejé caer en el sofá, junto a Jenny. Ella se encogió de hombros, como disculpándose por dejar entrar a casa a esa hippie.

—No es necesario.

Sebastián apareció una vez más, en esta ocasión con algunos aperitivos, gaseosas y cervezas. Mamá le sonrió y él devolvió el gesto... ellos solían hacer casi todo juntos, Sebastián estuvo casado antes, aunque aquello no había prosperado, al igual que ninguna de sus relaciones, todo el mundo sabía que eso se debía al amor que sentía por Mariana, la única que lo ignoraba era la misma Mariana.

Círculo Vicioso [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora