Capítulo 37

58 12 7
                                    

La sorpresa nos había dejado mudas y estáticas, Samuel se puso de pie en cuanto entramos y solo pude dirigir la mirada a mamá, quien tenía los labios separados, temblorosos y dubitativos, sus ojos, a su vez, eran un abismo de emociones y no supe qué hacer. Samuel fue el primero en hablar, por supuesto.

— Siento venir así, pero necesitaba verte... a ambas. —él también era un manojo de nervios, tenía enormes ojeras y un aspecto desalineado impropio de él.

—Vamos a dejarlos a solas. —dijo Sebastián, dando un suave empujón a Jenny para conducirla nuevamente a la puerta. Nadie respondió, solo nos quedamos allí, mirándonos como si no nos reconociéramos.

Luego de un corto silencio al fin decidí reaccionar, dando unos pasos hasta el interior de la sala, en ese momento mamá parecía una niña pequeña a punto de echarse a llorar, lo cual me resultaba abrumador, pues ella siempre fue un ejemplo de fortaleza y seguridad, pero en ese momento se la veía pequeña y vulnerable.

—¿Por qué viniste? —pregunté con suavidad.
—Yo..., solo... sé la verdad.

Asentí con calma, todo este asunto no era difícil de desentrañar, no me extrañaba que lo hubiera deducido facilmente, y aún así era increíblemente complicado esclarecer la situación y emociones de los tres.

—Así que ya lo sabes. —me dijo él con voz queda.
—Lo supe hace unos días. —Samuel una vez más miró a Mariana, tenía los labios resecos, un temple cansado, quizás por noches en vela, y algo más en su mirada que no supe nombrar.

—Nunca lo imaginé, yo...
—Ya no importa —habló por fin ella—, de verdad quise decírtelo, pero no pude contactarte y con el paso del tiempo fue cada vez menos necesario. O eso pensé.

—¿Menos necesario? —ahora su tono denotaba cierta furia o acaso frustración —. ¿Saber de la existencia de mi hija era algo innecesario? ¿eso piensas?
—¡¿Y qué se supone que debía hacer?! tenía solo diecisiete, no sabía tu dirección ni tenía los medios para buscarte, solo un teléfono, el cuál jamás respondiste, ¿cuantos años debía pasar buscándote o esperando si quiera alguna noticia tuya?

Mamá escupió las palabras con rencor, su voz era trémula y el cuerpo temblaba ligeramente por las emociones contenidas. Samuel enmudeció sin saber qué responder, dio unos pasos, murmuró algo y luego se dejó caer en el sofá.

—Lo siento. Lo siento tanto...

Ambos estaban conmocionados y profundamente afectados y aún así... fue solo un segundo, un pequeño instante en el que los dos se miraron a los ojos y solo supe que entre ellos aún había mil sentimientos sin resolver.

—No puedo creer esto... —Samuel apretaba los puños, mantener la compostura parecía una tarea excesivamente difícil para él—, si tan solo lo hubiera sabido... —una vez más se puso en pie, sus movimientos eran erráticos—. Unos días después de que regresara a casa... luego de abandonar el pueblo, de separarme de ti... mi padre murió —dijo con desazón—, quería volver por ti, pero de pronto todo el peso de su muerte y la empresa familiar estaba sobre mis hombros. Ya no podía actuar según mis deseos, tenía muchas responsabilidades y... fui un idiota.
—Sí.
—Debí volver, lo sé. Buscarte una vez más...
—Solo que al marcharte te diste cuenta de la realidad: era un romance sin futuro, solo fuiste a ese pueblo para escapar de tus responsabilidades y vivir un poco en libertad, lejos de las reglas de tu familia, eso fue lo que me dijiste ¿no?, pero la familia era algo ineludible, tarde o temprano volverías a ser lo que eres y yo no encajaba en esa vida, ya tenias una novia adecuada.
—No, no fue así... todo se complicó, no sabes...
—Lo que sé es que estuve allí todo este tiempo y jamás volviste —mamá se mantuvo con la cabeza gacha tratando de refugiarse en una falsa frialdad —, pero nada de eso importa ya. Si viniste porque quieres crear un vínculo con Dayan, y si ella también lo desea, es algo que ambos tienen derecho a hacer, sin embargo... a lo que a mi respecta no quiero volver a verte ni oír nada de lo que tengas que decir. —completó. Su opinión sobre los hechos era sólida y dudaba de que cambiara alguna vez.
—Mariana...
—No, Samuel. Esto ya es demasiado para mí hija, deberías respetar sus tiempos y al menos averiguar qué siente al respecto antes de presentarte así...

Círculo Vicioso [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora