⋆Capítulo 9.

366 37 9
                                    

("Uno de Jade.")

Estaba en el sofa de Ernie otra vez, como cada mes. En esa sala verde con los trofeos de caza en la pared.

Le gustaba salir con él, al menos en un principio, solían llevarse bien. Era bueno tener a alguien que le pudiera ofrecer cariño de vez en cuando, pero Ernie no la convencía. Nunca lo hizo.

Habían comenzado a verse juntos hacía un año, comer, charlar, y últimadamente, tener sexo. Nunca lo disfrutó mucho, pero trató de convencerse de que tal vez eso no era lo más importante en su relación.

Después de todo, temía lastimarlo. Lo había usado de cierta manera. Comenzó a salir con él ya que creyó que, de alguna forma, estar con alguien como este podría ayudarla a cambiar, poner su vida en orden. Tal vez, él esperó también que ella cambiase, y al no conseguirlo, ambos notaron que lo suyo no podría pasar de algo casual.

— Estás hermosa esta noche. — Ernie la sorprendió sentándose a su lado, comenzando a acariciar su mejilla con delicadeza.

— Gracias. — contestó sonriendo. — Me arreglé para ti.

Habían bebido. Ernie no solía excederse, pero Jade nunca lograba controlar sus copas. Él solía destacar lo excesivo de su accionar, pero ella lo intentaba tapar con excusas. Ahora mismo, creía que la única forma viable de aguantar el tacto caliente de las manos sudadas de Ernie sobre ella era bebiendo bastante.

— Me encanta que estés aquí... conmigo. — expresó tímido y la besó rápidamente, como si fueran niños.

— No hemos pasado mucho tiempo juntos últimamente, ¿no es así? — ella sonrió.

— Podemos compensarlo.

Sabía a lo que él se refería. Mentiría si dijera que no necesitaba hacerlo. Se dejó, a pesar de sus dudas. Sentía como las temblorosas manos de Ernie se metían debajo de su ropa, acariciando su espalda. Comenzó a besarlo con lentitud, le enternecía de alguna forma el accionar torpe de su compañero.

Se quitó el suéter, mientras él la acostaba en el sofá, acomodandose sobre ella. Acariciaba sus pechos con vergüenza, ella intentó enseñarle cómo hacerlo, colocando sus manos en ciertas partes; pero fue en vano, él no parecía entenderlo.

Los pantalones de Ernie eran bajados, mientras ella comenzaba a sentir un mareo que fue seguido por un escalofrío que le recorrió la espalda. De repente, una arcada. Ambos pararon, él se apartó alarmado.

— ¿Estás bien? — preguntó sosteniendo el cabello de Jade detrás de su oreja.

— Sí, Damon. Estoy bien.

— ¿Damon? — volvió a cuestionar Ernie, ahora totalmente desencajado. Ella no contestó, pero se levantó rápidamente dirigiéndose al baño.

•••

Conducía hacia su casa, hasta que decidió orillarse. Estaba cansada y muy avergonzada. Ernie insistió en que se quedara esa noche, estaba muy preocupado. Incluso le pidió que lo llamara al llegar.

Debía parar de visitarlo. A pesar de la libertad de su relación, sabía que él realmente estaba enamorado de ella. Pudo notarlo en la frustración que reflejaba su cara cuando pronunció el nombre de Damon, en vez del suyo. Afortunadamente tuvo que vomitar, lo que la salvó de aquella situación.

Damon realmente le gustaba, eso era innegable. Ambos se sentían cómodos juntos, y sería estúpido negar que algo ocurría entre ellos. No estaba segura del qué, no lo conocía. No podía estar segura de qué era lo que Damon buscaba de ella; podría ser solo una fantasía, algo de una noche. Aunque eso no le molestaría, si después de eso siguiera habiendo interés de su parte.

Él nunca había sido irrespetuoso con ella, al menos no parecía ser esa clase de chico. Era más bien agradable, joven, fresco; y a pesar de ser tan diferentes, él nunca juzgo su aburrido estilo de vida. Pero, a la vez, le mostraba una nueva forma de vivirla, en el que el mañana no fuera de gran importancia.

Era terriblemente aterrador para ella, no había tenido buenas experiencias. No quería que aquello terminara como una de esas veces, y que todo lo que estaban viviendo se transformara en sus "buenos tiempos". Pero a pesar de eso, quería arriesgarse. Seguir con el ritmo en el que se iban conociendo de a poco. Él valía la pena, más que nadie que haya conocido.

•••

Al llegar a casa, dejó su abrigo sobre el sofa, donde se derrumbaría víctima del alcohol. Ya no estaba ebria, pero sentía un gran malestar; se levantó para lavarse la cara y tomar algo para no seguir sintiéndose de esa manera al día siguiente. Tenía trabajo que hacer, pero por primera vez en mucho tiempo, decidió dejarlo pendiente. No estaba en el estado como para hacerlo.

Al regresar al sofa, escuchó como el teléfono sonaba. ¿Quién llamaba a las 04:00 de la madrugada? Se estiró y contestó el teléfono, lo puso en alta voz. En la sala privada de sonidos hasta ese momento, resonaba ahora la voz grave e indecisa de Damon.

Hola, Jade. Sé que es algo tarde, lo lamento. — sintió como su estómago se revolvió, pero no eran náuseas esta vez.

— Por favor, es lo mejor que me ocurre esta noche. — rió ella. — ¿Qué pasó? ¿Se rompió la cañería otra vez? — preguntó, recordando como él había llamado desesperado hacía unos días por aquél inconveniente.

No, no. O sea... — se hizo presente un silencio. — Solo quería hablar contigo, te extrañaba. — sintió como su corazón latía con rapidez, nuevamente él consiguió revitalizarla.

— ¿En serio?

N-no lo malinterpretes. Quiero decir... — hizo otra pausa, notablemente nervioso, ella decidió interrumpirlo.

— Yo también te extrañé, Damon.

THE OFFICE. (Damon Albarn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora