Capítulo Catorce: ●"Confrontación"●

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La silenciosa luna es testigo noche tras noche del silencio fin de Sofía, nunca puede defenderse de tan hábil cazador, cada noche sufre en carnes propias como nada puede hacer contra las fuerzas, de lo que ella llama, monstruo

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La silenciosa luna es testigo noche tras noche del silencio fin de Sofía, nunca puede defenderse de tan hábil cazador, cada noche sufre en carnes propias como nada puede hacer contra las fuerzas, de lo que ella llama, monstruo. Ve su sangre correr por las frazadas, por las Almohadas, incluso por su peluche morado, que con la mirada vacía parece despedirse una vez más de la niña.
Sin embargo cada noche es diferente, no sabe por donde le va a caer, pero lo hace, la fría espada se clava en sus órganos vitales como si ella solo fuese una rebanada de pan. Escucha a esa bestia gruñir mientras espera, bañado en sangre, su sangre, que ella deje de respirar, y lo hace.

No sabe como, pero al día siguiente, tocando la mañana, ella despierta desorientada y sanada, las primeras veces le pareció un mal sueño, pero al verlo ahí parado, con su cara demoníaca observando su hogar, sabe que no fue una pesadilla, incluso prefiere vivir teniendo todas las noches esa pesadilla si con eso logra quitarse al niño de enfrente.

Su padre no lo sabe, Alfred tampoco, pero esta segura de que sospecha algo.
Sus sábanas ensangrentadas deben ser cambiadas cada vez que sucede, limpiadas para que nadie lo sepa, no quiere preocuparlos y hacer que el demonio los amenace a ellos, prefiere sufrir ella a que sus seres amados también lo hagan.

Piensa en su inocencia infantil que ese niño solo quiere matarla para controlar su sed de sangre, la venganza e ira que moran en el cuerpo tan pequeño de ese niño logran ponerla en un estado de pavor, uno que no sentía desde hace años, cuando aún no podía hacer nada con su miserable vida.

Las días pasaban, ella no podía morir y el demonio ya no lo intentaba, la cuestiona cada noche que ella tiene sin patrulla, la llama experimento con esa voz llena de rabia, escupiendo sobre ella sus cuchillos. Rodea su cuerpo mientras la observa, se siente una presa, presa del terror, donde sus instintos primarios la obligan a cerrarse y no defenderse de su atacante.

Su cuerpo se paraliza, ignorando sus gritos internos.

- ¡Muevete!.

- ¡Golpea!.

- ¡Huye!.

Le grita a su cuerpo, pero simplemente no sucede nada, cede como animal moribundo a la espada, a las palabras, o simplemente a las manos que cubren su cuello con fuerza hasta que ya no puede respirar y cae.
Cae a ese infinito de oscuridad ya conocido, se siente más liviana de lo normal, así que siempre logra salir de allí, pero no por voluntad propia.

Sus labios se encuentran sellados incluso cuando logra ver a sus hermanos adoptivos, quiere llorar y gritarles que saquen a ese demonio de su hogar, pero la mirada en su espalda, tan fría y distante, la hace callar.

Jason siempre cuestiona la decisión de su padre, Dick intenta ayudar al niño, solo recibiendo un odio genuino de su parte, Tim, que a penas pudo conocer, se mantiene alejado de la decisión de Bruce de mantener al chico cerca, pero se queda cerca de Sofía, obervandola con ojos críticos, buscando un ápice de terror en su mirada, temblores o señales de algo catastrófico.

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