Capítulo dieciocho: ●" Volver"●

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Su positivismo se agotaba por cada día que pasaba dentro de su hogar, quemándose lentamente por cada grito, por cada pelea

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Su positivismo se agotaba por cada día que pasaba dentro de su hogar, quemándose lentamente por cada grito, por cada pelea. Podia ver cada día su reflejo en las lágrimas que soltaba en las noche. Alfred no podía hacer nada a la hora de reparar la situación, sus palabras parecían morir en los oídos de los Wayne mayores, todos ensimismados de trabajo e incertidumbre, cada noche se esconden bajo su máscara de héroe y huyen de la responsabilidad de ser los adultos de su hogar, mintiendose descaradamente frente a un espejo roto que ya no los refleja. Su tacto se siente seco, ya no hay palabras bonitas, ya no hay luz en sus miradas. La esperanza muerta de un mañana más brillante es solo olvidado por ella cuando cada día se marcha junto a Diana, brillante mujer que intenta mantener sus esperanzas en pie, pero tal como el cristal, a la más mínima todo se destruirá.

Richard sigue siendo el reemplazo de su padre junto a Damián, el nuevo Robin, Tim había desaparecido unos días, para luego aparecer bajo el manto de "Red Robin", alejando su presencia cada vez más de sus hermanos adoptivos, centrándose en la búsqueda del paradero de su protector. Sofía solo tuvo una oportunidad de ver a Jason en las calles, silencioso y ausente le apuntó con su arma, amenazando con matarla si se llegaba a acercar. Sofía solo pudo ver como se marchaba, mezclándose con la oscuridad de los pasillos, sintiendo los latidos del corazón del hombre apartarse de su audición.

Damián, el niño demonio, para su sorpresa era el único que aún se dignaba a mirarla a la cara. En esos silencios incómodos que compartían antes de que él y Richard se marcharan a patrullar. Podía escuchar su entusiasmo en los latidos erráticos de su corazón, lo envidia tanto que muchas veces solo puede apuntar a mirarlo mal, sintiéndose mal de inmediato por su accionar.

Alfred ya no se siente tan fuerte como antes, puede ver a su preciada familia marcharse de entre sus dedos, como arena resbalando. Sus palabras quedan en nada luego de algún suspiro, solo limitándose a rezar cada noche a algún dios que pueda ayudarlos en esa situación, que pueda hacerlo fuerte para afrontar la realidad tan aplastante, que poco a poco le estaba afectando tanto a Damián como a Sofía. Indirectamente los mantenía unidos, obligando a ambos niños a comer juntos todas sus comidas, a hacer la tarea de Sofía cerca de él para que al menos, entre el típico sarcasmo de Damián, termine ayudando en los deberes de la niña. A veces lograba convencer a Dick de dejarlos patrullar juntos. Si toda su familia se iba a partir, al menos tenían que permitirle mantener una pequeña parte de ella viva. Aún si sus intentos eran en vano, prefería mantener una mentira que lo haría feliz.

Egoísta como todos en su hogar.

No queriendo ver la realidad tan aplastante y asfixiante, ya no podían seguir como esa familia que tanto deseaban ser. Como el agua y el aceite, se ven pero no se unen. Se escuchan pero no se entienden, hablan, pero nadie oye.

Esa noche fría, Sofía se encuentra en su patrulla, único respiro nocturno que se le permite. Completamente sola avanza entre los edificios, volando con sutileza, observando los pasillos oscuros, las calles medianamente vacías, los locales abiertos y los hogares que aún se mantienen vivos. Al bajar en una de las calles suelta un fuerte suspiro en un vano intento de quitarse el pesar de la espalda. Busca con la mirada algo que hacer, sin embargo, esa noche parecía más normal que de costumbre. Agudiza sus oídos y comienza a caminar sin ningún rumbo, perdiéndose en la oscuridad tan acogedora de Gotham. Toca de vez en cuando las molduras de los edificios, sintiendo su rigidez tan familiar.

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