Atanasio Duarte era un hombre de estatura media y cuerpo enclenque que destacaba entre la gente por su timidez y su predisposición al servicio para con la gente; era de esos hombres bonachones con su sonrisa siempre presta como un saludo prematuro o una señal indiscriminada de una gratitud injustificada. Su voz débil empapada de un hálito silvestre derramaba palabras con poca fluidez y algo de atontamiento en su ent9onación que con frecuencia le hizo pasar injustamente por persona frívola, cuando en realidad todo era producto de una inocencia casi infantil. Su tez tostada y áspera como una lija, sonrosada en sus pómulos de "paramero", junto a sus manos grandes y mullidas y, a sus brazos fuertes y macizos daban a conocer de antemano la sacrificada abnegación por su oficio como jornalero en las actividades propias del campo: el agro, la pesca y el arreo de ganado vacuno y la crianza del porcino y el caprino, oficio heredado sin protesta, con más resignación que orgullo, de sus padres ya fallecidos. Aquel humilde campesino naturalmente carecía de cualquier abolengo prodigioso o linaje distinguido que le significara una ventaja social o económica en la desapacible carrera de la vida, no obstante, vaya uno a saber que le puede deparar el destino a un pobre hombre como este siempre que se goce de una voluntad inquebrantable y la buena suerte que como el viento favorable arrastra la goleta al puerto, lleva a los dichosos de sus favores a buenos términos en los derroteros de la vida.
De muy joven Atanasio contrajo nupcias con quien fuera el primer y único amor de su vida, Fermina, una mujer también de clase campesina a quien conociera desde la infancia por ser vecina suya desde que el tenía uso de razón. No sé puede decir, apelando a la justicia y a la sensatez, que Fermina fuera una mujer que destacara por una importante belleza, mas su presencia física siempre le hizo sobresalir debido a su imponente altura y un porte orgulloso y firme que le daba cierto aire de realeza. Su constitución física se veía marcada por una delgadez osea y rígida, convenientemente armoniosa con sus finas y geométricas facciones que parecían deslizarse con indiferencia sobre un perfil definido y afilado. Vista de lado ante un atardecer incendiado de agosto, hacía evocar a esas altivas garzas que sobre una pierna reposan impasibles y con elegancia sobre las ciénagas del Magdalena medio. Su intransigencia le había hecho fama de mujer de carácter fuerte e inflexible, condiciones apenas naturales, pues su temperamento psicorígido era pura consecuencia de una crianza con fundamentos establecidos dentro de los estrictos parámetros de una educación conservadora y dogmática muy presentes en las culturas dominadas por un fuerte arraigo de los fanatismos religiosos en sus costumbres.
Como suele suceder solo en ocasiones escepcionales, en esas escasas en las cuales la vida demuestra con recelo su esquiva munificencia, la familia Duarte con mucho trabajo y algo de buena ventura, logró zanjar positivamente las adversidades económicas que el trajín del campo se empeña tan asiduamente en poner a quienes voluntaria o involuntariamente le eligen como estilo de vida. Atanasio se ganó con méritos aventajados la gracia de un conocido hacendado de la región y no tardó, movido por su la afabilidad y por la consagración y a la seriedad con que se tomaba su trabajo, en hacerse algo más que su empleado, se convirtió en su protegido y hombre de confianza. De esta manera, luego de unos años de congratulante servicio el viejo patrón sin reticencia alguna le dejó encargado de su hacienda dedicada en esencia al cultivo del café, mientras este se proponía a viajar al interior del país en la búsqueda de mejores rumbos, proceder muy coherente respecto a sus palabras, pues muy a menudo se le oía decir con su gutural voz: "El trabajo es para las mulas; el estudio para los burros; para la gente astuta y próspera están los negocios". De sus negocios, nunca se supo realmente y con certeza de que se trataban, empero no faltó quien asegurara con la mano sobre la Biblia, que eran negocios turbios de naturaleza oprobiosa, relacionados con el arte oculto del contrabando. Pasaron unos cuantos años desde su partida para que de un momento a otro sin explicaciones oficiales o cuando menos vagamente argumentadas, la comunidad no volvió a saber nada de tan influyente integrante siempre tan inmiscuido a pesar de su ausencia en cualquiera de los asuntos y acontecimientos que tenían lugar en el pueblo y sus alrededores rurales. No demoraron en comenzar a generarsen y desperdigarsen copiósamente cualquier cantidad de hipótesis la mar de inverosímiles. Algunos afirmaban que había sido asesinado a bala por un socio, o un competidor, un colega en fin de los oficios del contrabando, entrados en violencia por la disputa de una ruta. Otros decían que había sido abatido por la fuerza pública en un enfrentamiento luego de un retén en el que los tomara por sorpresa. Hubo hasta quienes siendo más arriesgados se atrevieron a asegurar haberlo visto perecer varios años después de perderle la pista a sus acciones, en las turbas que le arrebataran por fuerza también la vida al joven Juan Roa Sierra en medio del caos y una febril violencia que había estallado incendiando el corazón mismo de la capital del país. En todo caso, por la razón que fuese, lo cierto es que del señor Clímaco, no se volvió a tener la menor noticia.
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Tautologías: La Melancolía De Lo Absurdo
RomanceLa soledad...,la soledad debe entenderse como la libertad en su máxima expresión. En cuanto nos encontramos cada vez más inmersos en en dicha circunstancia, menos ataduras poseemos respecto al mundo que nos circunda; somos menos dependientes, emoci...