❝Kim Seokjin es un estudiante destacado en la universidad de Seoul, se desenvuelve muy bien en todas las asignaturas que le enseñan menos en una: Inglés.
Seokjin es pésimo para el inglés por culpa del hombre que le enseña, pero cuando a éste lo reem...
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Estaba sentado cómodamente en su escritorio, revisando unos cuantos exámenes que había hecho en la semana.
Terribles, como siempre.
Estaba a punto de considerar la idea de reprobarlos a todos, hasta que el sonido de una llamada entrante lo distrajo de sus pensamientos. Sacó su teléfono del bolsillo de su pantalón y miró el nombre en la pantalla.
«Seokjinnie»
Sin pensarlo ni un segundo, contestó.
—Hola Seokjin ¿Cómo estás?
—Tenemos un problema— su voz sonaba bastante preocupada y eso lo alarmó.
—¿Qué sucede?— preguntó frunciendo el entrecejo.
—Es mejor que lo veas por ti mismo, te espero en mi departamento.
—De acuerdo, dame unos minutos y estoy ahí— iba a colgar hasta que unos sollozos lo hicieron frenar en seco.
—Namjoon.
—¿Sí?
—Date prisa.
Sin esperar más, colgó el teléfono y corrió al estacionamiento donde guardaba su camioneta, se subió y arrancó a toda velocidad.
Por favor, que no le haya pasado nada grave.
No paraba de pensar en la voz y el tono en que Seokjin le había llamado. Se desconcertó mucho y por supuesto que se preocupó ¿Qué le habría pasado?
No tardó mucho en llegar al edificio de departamentos donde vivía Seokjin. Éste le había dado la dirección cuando en una salida se les hizo tarde y el mayor se ofreció a llevarlo en su auto. Se estacionó en la orilla de la calle, entró al edificio y subió corriendo las escaleras hasta el cuarto piso, no tenía tiempo ni paciencia para tomar el ascensor.
Cuando llegó al piso indicado, buscó el departamento 104 y tocó la puerta. No tuvo que esperar mucho, pues en un par de segundos la puerta fue abierta, dejándolo ver la imagen más desgarradora que jamás pudo haber tenido la desdicha de apreciar. Seokjin tenía los ojitos hinchados de tanto llorar, sus mejillas y nariz estaban completamente rojas y hasta el momento seguía sollozando. Sin pensarlo dos veces, Namjoon entró y lo abrazó con fuerza, no creía que el problema fuera tan grave al punto de hacer llorar a su pequeño Seokjinnie.
Éste último correspondió el abrazo y se quedaron así durante un par de minutos, el castaño empapando su hombro de lágrimas y él tratando de contener las suyas. Seokjin necesitaba apoyo en estos momentos, no podía dejar que lo viera débil a él también.
