❝Kim Seokjin es un estudiante destacado en la universidad de Seoul, se desenvuelve muy bien en todas las asignaturas que le enseñan menos en una: Inglés.
Seokjin es pésimo para el inglés por culpa del hombre que le enseña, pero cuando a éste lo reem...
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Después del incidente con Jimin, todo transcurrió relativamente normal, es decir, casi nadie prestó atención a la ridícula pelea en la que Seokjin tapaba la boca de Jimin y éste simplemente se enfocaba en tratar de respirar. Okay, tenía que admitirlo, tal vez sí había sido un poco —bastante— brusco, pero no podía dejar que el salón entero se diera cuenta de que se había sentido atraído por el nuevo profesor.
Atraído. Esa sería la mejor palabra para describir lo que sentía ahora. No podía engañar a nadie, a todo el mundo le consta que Namjoon es realmente atractivo. Sabía que la idea de que le gustara aquel hombre era bastante descabellada, pero esto no era cierto. A Seokjin sólo le parecía que era el hombre más hermoso que jamás había visto en su vida, pero de eso a gustarle, había mucho trecho. No era un hombre de enamorarse tan rápido.
¿O sí?
Ahora lo único que quería era comer tranquilo, pero ésto era algo casi imposible cuando tenía a Jimin mirándolo con una sonrisa cómplice y odiosa.
—Okay ¿Qué tienes?— harto de ello, decidió preguntar de una buena vez.
—Pues que aún no puedo creer que a mi mejor amigo le haya gustado el nuevo profesor— canturreó.
—Y dale con eso, ya te dije que no me gusta.
—¿Pero te pareció guapo?— Seokjin guardó silencio —¡Lo sabía!— lo apuntó victorioso.
—Yo no dije nada.
—Pero eso sólo confirmó mis sospechas.
—Jimin, hazme un favor y cállate.
El rubio puede ser un buen amigo pero cuando se trata de molestar, una corona le queda corta.
—Además tú no te quedas atrás, he visto como miras a Yoongi, se ve que babeas por él— un leve sonrojo apareció en las mejillas del contrario.
—¿Me perdí de algo?— preguntó alguien detrás del menor.
—¡Yoongi!— tal fue el susto que Jimin cayó al suelo y se golpeó el trasero —¡Auch!
—¿Estás bien?— el pelimenta le ofreció su mano, a lo que Jimin la aceptó gustoso y se levantó.
—S-Sí, no t-te preocupes.
Por Dios, el rostro del menor estaba más rojo que un tomate, no era capaz de articular palabra alguna sin tartamudear en frente del pelimenta, no era porque estuviera avergonzado, sino porque temía que el antes mencionado hubiera escuchado su conversación con Seokjin.
—¿Hace cuánto estás aquí, Yoongi?— el castaño decidió preguntar, también preocupado porque el secreto de su mejor amigo hubiera sido descubierto.
