Prólogo

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Las calles de Seúl que estaban repletas de nieve no fueron un impedimento para aquel grupo de personas que corrían al ritmo de un grito casi militar. Las suelas de los zapatos pisaban de manera amortiguada contra el asfalto cubierto de blanca espuma y era testigo de ese ejercicio agotador a las seis de la mañana de un martes en pleno diciembre.

El entrenador Kim era más exigente que cualquier sargento del ejército, él decía que si no luchaban por sus sueños nadie más lo haría por ellos y si querían triunfar en aquel ámbito debían largar lágrimas de sangre y sudor para alcanzar sus metas.

– Si no aprietas el paso, Minseo, quedarás para el final y tendrás que trapear todo el gimnasio –gritó el entrenador para apresurarla.

– Maldita sea, Seokjin, no puedo creer que me hagas correr más de 35 kilómetros en este día –le respondió ella desde detrás–. Te recuerdo que hoy tengo un examen de suma importancia, cabeza de chorlito.

– Pues, si no te apresuras no llegarás a clase.

Su hermano simplemente le sonrió y siguió trotando al ritmo de sus alumnos y gritando esa tonta melodía que había inventado para que el calentamiento antes de las competencias fuera más "ameno".

Kim Seokjin era un hombre hecho y derecho, pero había invertido toda su vida en las artes marciales y artes marciales mixtas, por lo que jamás le había conocido una pareja. Cuando su pequeña hermana nació él estaba terminando el segundo año de su maestría en negocios –había que admitirlo, su hermano era un cerebrito que había comenzado la universidad con tan solo dieciséis años– pero un horrendo accidente los había apartado a ambos de sus padres, quedando él a cargo de una pequeña de tan solo dos años de vida. Su amorosa abuela, alcanzó a cuidar de la pequeña Min cuando su hermano tuvo que realizar el servicio militar obligatorio, pero luego de su regreso su abuela falleció y quedaron completamente solos en el mundo.

Minseo estaba agradecida eternamente con su hermano, había sacrificado muchas cosas en su vida para cuidar de ella y que no le faltara nada, trabajando y estudiando al mismo tiempo para terminar su maestría y poder poner al fin aquel gimnasio que toda su vida quiso tener. Sus recuerdos más vagos era estar en medio del ring viendo como su hermano les enseñaba a muchas personas diferentes disciplinas, pero la que más la había enamorado fue cuando vio al mejor amigo de su hermano prepararse para la final de KickBoxing. Con tan solo apenas diez años de edad, Park Jimin, el mejor amigo de su hermano y el cual se había convertido en un hermano más, comenzó a entrenarla poco a poco, viendo todo el potencial que aquella pequeña tenía en su cuerpo.

Hoy en día, la pequeña Kim Minseo, tenía cuatro títulos en Seúl y ese año competiría por el título nacional, cosa que si lograba ganar, podría meterse entre las ligas mayores y poder competir de manera profesional y viajar por todo el mundo.

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– Minseo, si no te pones en este momento ese conjunto que dejamos sobre tu cama, juro que voy a arrastrarte desnuda hasta el CityLights –amenazó su amiga Eun con un claro enojo.

– Pero ¿es que acaso estás loca? –dijo ella–. Eunna esto es por demás de corto y le falta mucha tela para cubrirme el cuerpo.

– No le falta tela y está bien el largo, no enseñarás nada de más.

– No lo sé, ¿no hay otro conjunto para que pueda ponerme? No lo sé, ¿quizás unos jeans? –dijo dudosa Minseo.

– Póntelo –gritó la chica empujando a su amiga dentro de la habitación y cerrando la puerta desde afuera de manera agresiva.

La castaña resopló frustrada y miró fijamente aquel vestido plateado sobre la cama y los zapatos de tacón aguja que estaban en el suelo. Admitía que su estatura no era la más alta de todas, pero con solo ver lo fino que eran esos tacones ya sentía sus tobillos quebrarse. Resoplando nuevamente, comenzó a cambiarse de ropa y mirarse en el espejo, aquel vestido le llegaba hasta los muslos y su espalda quedaba completamente al descubierto. Segundos después de estar completamente vestida, Eun entró como un torbellino con Nana y comenzaron a desperdigar por su mesa todo tipo de productos para maquillar su rostro.

– Prometo que te verás más bella que cualquiera esta noche y la pasaras de maravilla.

– ¿Es necesario usar todo este maquillaje? Nana, sabes que no me gustan estas cosas.

– Lo sé, pero esta noche lo amerita, tenemos el cumpleaños de Woojin y debes demostrarle al idiota de Mino que él se jode por haberte dejado –contestó Nana mirándola a los ojos.

Suspirando rendida por millonésima vez ese día, se dejó hacer en manos de sus amigas para que aquella noche olvidara sus penas en alcohol y baile desenfrenado.

¿Quién diría que la pequeña Kim Minseo sería capaz de terminar en la cama de un hombre y no recordara nada de la noche anterior?

24/7 |Baekhyun| {Cypher#1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora