Epílogo

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A metros de aquel hermoso estanque de agua cristalina se veía como un grupo de amigos se la pasaban jugando y riendo a carcajadas. Chen y Hoseok se ocupaban de asar la carne, Kai, Sehun y Seokjin estaban sentados en unas reposeras hablando y mirando al resto que jugaba en el agua.

– Maldita sea, Baekhyun, deja de hacer esas cosas que tus heridas no están del todo curadas –escucharon gritar a Minseo mientras salía de la casa con unas fuentes en las manos–. Si no sales ahora mismo de allí te sacaré yo misma.

Todos rieron cuando vieron que el semblante del mencionado cambió radicalmente y comenzó a correr hacia la orilla del lago para acercarse a su novia, quien lo esperaba con una toalla y las cosas para desinfectar las heridas que tenía.

Hacía ya casi tres semanas que Baekhyun había sido dado de alta del hospital de Busan y la doctora le había dejado claro que debía hacer reposo para que las múltiples heridas que tenía en el cuerpo no volvieran a abrirse. Pero claro, al chico le importaba tres cuernos eso y hacía lo que le venía en ganas.

Seokjin ya estaba al tanto de lo que había ocurrido y qué diablos era Gank. Al principio se había puesto como loco, no quería que su hermanita estuviera metida en todo eso, pero cuando se enteró que su cuñado había recibido más de cinco disparos en su cuerpo para defender a Minseo no le quedó más que aceptar que aquel chico estaba perdidamente enamorado de ella y no podía entrometerse.

– ¿Por qué te gusta tanto asustarme, Byun? –le recriminó Minseo–. Deja de hacer tonterías o te juro que le diré a Suga que te cambie los apósitos él mismo.

– Cualquiera menos Suga –dijo su novio con un ligero puchero en los labios.

Minseo sonrió y se acercó a él para besar aquel labio sobresalido con aquella mueca tan tierna que hacía.

Una vez que terminó de limpiar bien las heridas, dejó el botiquín de primeros auxilios en el suelo viendo que Hoseok se acercaba a la mesa con una bandeja llena de carne y verduras asadas al grito de que ya estaba el almuerzo listo, pero nadie le hacía caso.

– ¡ESTÁ LA MALDITA COMIDA SERVIDA EN LA MESA, VENGAN A COMER O SE JODEN! –gritó Suga para que los revoltosos que seguían en el agua lo escucharan de una vez–. Hay veces que creo que estoy rodeado de niños.

– Estás siendo un buen padre, Yoongi, no te preocupes –le sonrió MinMin a lo que el chico solo rodeó los ojos.

Se divirtieron y pasaron un momento ameno entre ellos, haciéndose bromas y contando anécdotas. Al momento de brindar por la vida y los nuevos integrantes de la familia, Baek aprovechó para soltar la bomba que tenía guardada desde hacía un par de días.

– Quiero brindar por algo más –dijo mirando a Jin.

– ¿Por qué me miras a mí? –le preguntó el aludido.

– Quisiera que me des tu aprobación de vivir con Minseo en mi departamento, prometo cuidarla y que jamás le faltará nada y la protegeré con mi vida.

– Ella tiene su propio poder de decisión, a mí no me tienes que pedir permiso –rió él–. Sé que mi hermana está en buenas manos y si ella quiere convivir contigo pues, buena suerte amigo.

La pequeña Kim le sonrió ampliamente y se tiró a sus brazos olvidando por completo el cuerpo maltrecho que tenía en esos momentos su novio, repartiendo besos por todo su rostro.

– Eso quiere decir que tu habitación en la mansión quedará vacía –comentó Chanyeol.

– No, mantendremos mi habitación aquí si en algún momento venimos algún fin de semana y queremos quedarnos a dormir.

– Ya estaba organizando una habitación de juegos allí –refunfuñó Chanyeol.

– Será mejor que me vaya, debo ir a revisar el gimnasio y poner en condiciones los papeles y facturas de las remodelaciones.

– Ten cuidado, ¿sí? –lo abrazó su hermana–. Prometo que mañana a primera hora estoy allí para el entrenamiento.

– Deberías hablar con Jimin y decirle lo que ocurrió, está preparando tu rutina con una intensidad de los mil demonios.

– Maldita sea –susurró ella.

Seokjin se despidió de todos y se encaminó a su auto estacionado en los terrenos de la mansión Gank. Por otro lado, Min y Baek disfrutaban de los abrazos y besos que se daban entre ellos hasta que Sehun les comenzó a tirar alguna migas de pan para que se soltaran.

– ¡Dejen de comer delante de los pobres! –gritó.

– ¿Tú? ¿Pobre? Sí, cómo no –bufó Baekhyun ignorándolo.

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Acomodar sus cosas en el departamento de Baek le pareció lo más entretenido que pudo hacer ese día, aprovechando que su novio estaba enfrascado escribiendo su nueva novela puesto que la editorial lo estaba apurando para que entregara el primer manuscrito.

Una vez que su ropa estuvo colgada en el armario y sus cosa en el baño, se tiró en la cama para comenzar a leer el libro que hacía unos meses él le había firmado y que no había tenido tiempo de poder leerlo.

Estaba por demás de compenetrada en la historia que tenía entre sus manos que no sintió cuando su novio se acostó a su lado y la miró durante un tiempo mientras ella seguía leyendo.

– ¿Quieres comer algo? –le preguntó su novio susurrando.

– ¿Qué? Disculpa, cariño, no me di cuenta que estabas aquí –le sonrió–. ¿Cómo haces para escribir algo tan atrapante?

– Mi mundo me ayuda a obtener muy buenas ideas –le respondió él–, haré un poco de ramen, ¿quieres?

– Por supuesto que sí.

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Detrás de los arbustos se escondía una chica agitada, mirando hacia todos lados y asustada. No quería que la encontraran. No quería volver a ese maldito lugar. Prefería morir a volver a pisar ese antro asqueroso.

Cuando se cercioró que no había nadie sospechoso salió de su escondite y corrió lo más rápido que sus piernas pudieron, llegando a la fachada del único lugar con luz en su interior. Si la ayudaban, ella estaría a salvo. Necesitaba estarlo.

Estaba casi llegando a la puerta de aquel gimnasio cuando la agarraron por detrás de los pelos, arrastrándola hacia el auto que los esperaba en medio de la calle con la puerta de atrás abierta. Los gritos de la morena fueron silenciados por un pañuelo empapado de cloroformo, provocando que su párpados comenzaran a pesar poco a poco.

Jin, al escuchar un grito, se asomó por la ventana de su despacho para ver qué ocurría, pero la oscuridad fría de esa noche de invierno en Seúl no le permitía ver nada, hasta que vio cómo metían a una chica dentro de un auto. Salió del gimnasio corriendo lo más rápido que podía, intentando detener aquel secuestro, pero no pudo llegar.

Quiero denunciar un secuestro, la patente del auto es 2694 de Seúl. Metieron a una chica a la fuerza en el auto y se dieron a la fuga.

24/7 |Baekhyun| {Cypher#1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora