6: Complejo de Alfa, Parte II

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AVISO +18

-Veg, ¿Ya has vuelto en ti?

Rubius preguntó con un susurro temeroso, Vegetta llevaba varios minutos muy tranquilo, respirando tan lento y profundo que estuvo a punto de aflojar el agarre sobre él.

El alfa intentó alcanzar a verle la cara pensando que quizá Vegetta se había dormido y en cuanto se movió solo un poco, Vegetta se apretó contra él impulsandose con las piernas para ahogar a Rubius entre la pared y su espalda, movió las caderas rozando su trasero muy provocador contra la entrepierna de Rubius.

El pobre híbrido no solo perdió el aire, también el sentido, y el poco que le quedó lo tuvo que usar para gritar internamente a su oso que se estuviera quieto, callado. Dioses, su tonto oso estaba loco por arrancarle el pantalón a Vegetta y luego marcar aquel cuello que tenía tan bien servido.

La risilla de Vegetta le hizo aterrizar de vuelta a la realidad para darse cuenta de que su aroma a café se había descontrolado.

-¿Estás bien osito? -la voz dulce de Vegetta estaba cargada de burla.

Rubius apretó más su abrazo para no dejarle moverse más, porque de hacerlo, se lo follaría hasta agotar el celo.

-Vegettaaaaa...

-Te puedo dejar uno de mis juguetes.

Volvió a burlarse colando su mano entre ambos, para acariciar la parte interna del muslo de Rubius, el oso gruñó llevando los labios hasta el hombro del pelinegro, aspirando hambriento las fresas dulces de su piel, resistiendo a duras penas probar su sabor.

Vegetta inclinó la cabeza para ofrecer su cuello, lo que distrajo al oso lo suficiente para que relajara su presa, perfecto para así poder llegar más allá con la caricia de su mano, hasta notar en la palma lo duro y grueso que estaba el alfa.

Rubius abrió la boca saboreando el deseo de clavar sus colmillos en aquel cuello, dejando su cálido aliento buscar el lugar más delicioso. Su cabeza golpeó la pared al arquearse entero cuando la caricia de Vegetta pasó de ser un exquisito roce a un agarre que subía y bajaba sobre la ropa interior, sorteando los pantalones.

Su respiración era un desastre, agarraba a Vegetta deseoso de más, sus caderas lo buscaban, su oso estaba desquiciado gritándole.

-Fóllatelo. Es nuestro. Hazlo nuestro. Nos está provocando. Démosle su merecido. Nos necesita. Fóllatelo.

-¡¡¡YAAAAAA!!!

No supo de dónde sacó las fuerzas para gritar, parar la bola de nieve en la que se había envuelto, callar a su oso y apretar más a Vegetta para detenerlo.

-Pero chiqui...

-¡Ni peros ni pollas Vegetta! Te vas a calmar tú, y tu puto lobo pervertido.

-Esa boquita...

-Y cuando venga Willy te vas a estar quietecito y vas a portarte bien.

Vegetta resopló, de inmediato sonrió.

-¿O si no...?

-¡O si no nada Vegetta! ¡O si no nada! ¡¿No te das cuenta de que casi violas al puto calvo?!

Vegetta se rió con su típica risa traviesa.

-¿Celoso Rubius?

Rubius escupió aire de indignación.

-¡¿Celoso, celoso yo?! ¿¡Por qué celoso!? ¡A ver!

-Porque era lo que yo quería -contestó con malicia para luego reir.

Olor a manzanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora