11: Cazando CON lobos.

2.3K 282 228
                                    

Estaban demasiado cerca del ayuntamiento. La explosión se había salido de madre, cosa que solía suceder si el idiota de Fargan era quien hacía los cálculos, le encantaba poner una gran cantidad de pólvora de propina, para taparse las espaldas, decía.

Rubius había cubierto con su cuerpo el de Lobo Nocturno. Temía haberlo herido al usarlo de ariete para atravesar la ventana, así que no podía permitir que sufriera más heridas por su culpa. 

La onda expansiva los había golpeado con fuerza, tardando en recuperar sus pulmones, atrofiando sus oídos, su alrededor daba vueltas de forma vertiginosa. Y el que peor lo llevaba era el lobo sobre el que Rubius había caído.
-*Megda* -se quejó intentando levantarse sin darse cuenta de que Rubius estaba encima.

-¡Ey lobito! ¿Estás bien?

-*Oui mon ami.*

No le entendió, pero supuso que era un si. Casi a tientas buscó sus manos y apresó las muñecas del enmascarado contra el suelo.

-¿Estás loco? ¡¿Qué mierda haces aquí?!

-*¿Pardon? Los asuntos de Lobo Noctugno no te impogtan petit sourire. ¿Pog.. poggdgggias, puedes soltagme?*

Rubius se tomó tiempo para respirar, recuperar el aire que la explosión le había sacado de los pulmones. Recordó la fuerza que el hombre bajo él tenía en aquellos hermosos y musculosos brazos.

-Joder, ¡pues claro que me importa!, vas a darme una paliza en cuanto te suelte, cabrón -pensó el oso.

Y siguió pensando, en como lo tenía bajo él, entre sus piernas, bien sometido. Y joder que ese traje tampoco le quedaba tan mal, le daba un aspecto salvaje, seductor, se encontró de repente deseando arrancarle la armadura, empotrarlo contra la pared. Ok, ya estaba duro, bendita armadura negra de la hermandad que lo disimulaba.

Dejó caer su peso sobre las piernas del lobo, le aplastó las manos bajo sus rodillas para poder retenerlo dejando sus propias manos libres. Ambos trajes eliminaban sus olores, era tan excitante la situación de fingir ser desconocidos... al menos él fingía.

NO IBA A PERDERSE ESTA OPORTUNIDAD.

-No voy a soltarte.

Apartó la máscara de Lobo Nocturno entre sus gritos, insultos y patadas, descubriendo solo los labios de este, que se calló de golpe sorprendido, al ver que no tenía intenciones de revelar su identidad. Tragó en seco.

Rubius se inclinó acercándose a él, descubriendo sus propios labios, apartando su máscara a un lado. Acarició la parte del rostro descubierta del expectante lobo, acariciando amablemente su cuello, deslizando los dedos hasta su nuca, el pulgar pasó sobre sus labios, sostuvo su cuello entre sus dos manos como una delicada posesión, demasiado valiosa.

-Eres mío lobito -susurró sobre su boca.

Lo besó con hambre, lo devoró mientras Lobo Nocturno pataleaba con todas sus fuerzas y se resistía intentando soltarse del agarre, hasta que se rindió al beso, buscando de vuelta los labios que estaban sobre él, tentándolo a perderse.

Rubius dió un pequeño mordisco pidiéndole en silencio que abriera la boca, tuvo que insistir con uno más y luego otro, estaba a punto de desesperarse de la necesidad, sintiendo como suspiros de placer traicionaban al lobo a través de sus labios cerrados, y entonces cedió. Se deleitó en su interior, en un baile lento de lenguas que se acariciaban y empezaban a conocerse, sus deseos, sus fantasías. Un beso lleno de romance, sin alfa, sin omega, solo ellos disfrutando de lo que el otro le ofrecía gustoso. Respiraron dejándose besos más cortos pero igual de necesitados.

Olor a manzanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora