24: Errores

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Lobo Plateado estaba a su lado, sentado, sin entender por qué Rubius seguía en el frío suelo en mitad de la noche, mirando a la oscuridad allí por donde se habían alejado los otros. Más de una vez tuvo que gruñir para espantar a algún mob, porque incluso para un lobo como él, era lógico alejarse del peligro que estaban corriendo allí indefensos, así que agitó a Rubius, lo mordió, hizo de todo hasta hacerlo despertar, hasta que el chico se puso en pie y pudo arrastrarlo, mordiendo su armadura, hasta casa. Era un buen lobo, seguía las órdenes de su amo.

Rubius despertó del caótico hilo de sus pensamientos, gracias a los pasos que el lobo le obligó a dar, pero no se dio cuenta de a donde era llevado hasta que tuvo la luz del faro cegándole los ojos por un breve instante. Sintió su corazón arruinarse, eso no era lo que había planeado, él no tenía que volver así. En su mente su vuelta había sido triunfal y romántica, no arrastrada y lastimera, a punto de romper en llanto o de borrar de la faz de la tierra el árbol más grande de Karmaland.

Lobo Plateado se le adelantó entrando por un costado de la muralla de abajo, y él cruzó la puerta, intacta para variar, con tal de ponerse a salvo de los mobs de la noche. Allí dentro, se desvistió del traje de la hermandad y miró hacia arriba. Quizá no era tan malo ir a ver a Vegetta, él siempre sabía qué hacer, él podría arreglarlo, le harían juntos una jugarreta a Willy con la que se olvidaría del tema de Lobo Nocturno, o podrían discutir y reír toda la noche y así olvidar todo lo ocurrido por un rato, como hacían siempre.

Mientras el lobo subía a la carrera por las interminables escaleras hacia la plataforma flotante, Rubius tomó el ascensor. Para su sorpresa, el lobo lo alcanzó en el faro mismo, dejó una caricia en su peluda cabeza recordando a tiempo que las torretas estaban activadas, ya que al salir de allí esa tarde, terminó cayendo al mar, lo que fue una suerte.

-¡¡¡VEGETTAAAAAAAA!!! ¡¡¡VEGETITAAAAAAAAAAA!!!

Esperó, pero no hubo respuesta. Detrás de él, en el interior del faro, el lobo trazaba círculos oliendo todo el suelo sin llegar a ninguna parte, una y otra vez, más y más círculos, de forma tan nerviosa que Rubius tuvo que dejar de mirarlo. Gritó otra vez, más fuerte. Era imposible que el loco insomne estuviera dormido a esas horas. Tomó el cristal para llamarlo a través del chat y vio el mensaje de Vegetta llamando a Willy. Suspiró.

Era normal, eran los mejores amigos, los mejores compañeros y los mejores ex, si es que seguían siendo ex. Las orejitas de oso se aplastaron tristes con aquel pensamiento, pero lo apagó rápido. Si Vegetta estaba con Willy, todo estaba bien, él lo calmaría. Mañana, hasta podría volver a respirar.

-Bueno, ¿Y qué hago contigo?

Lobo Plateado seguía buscando un rastro en el suelo del faro, intentó forzarlo a seguirlo pero el lobo se plantó en el suelo, negándose a moverse con un gruñido de advertencia.

-¡¡Venga ya!! Si te dejo aquí y te pasa algo Vegetta me mata, te vienes conmigo bobo -sacó una rienda y la envolvió en el cuello del lobo, tuvo que tirar con todas sus fuerzas para sacar al inmenso bicho de allí mientras lloriqueaba- ¿No ves que no tengo armadura? Necesito que vengas conmigo y me defiendas en el camino, ¡Vamos, ven! Te presentaré a Coringa, pero a ver lo que le haces que te vigilo, nada de hentai.

El lobo terminó cediendo, entre lamentos y sin dejar de mirar atrás.

El lobo terminó cediendo, entre lamentos y sin dejar de mirar atrás

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Olor a manzanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora