París. Parte I.

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La fuerte lluvia golpeaba los cristales. Raquel Murillo no podía dormir. Miró el reloj que tenía en su mesita de noche y vio que eran casi las cuatro de la mañana. Se quedó pensativa mirando el techo con el único sonido de la lluvia y de los ronquidos de su marido. Llevaba un año casada con Alberto y no era feliz. Nunca lo fue. Cada noche se preguntaba qué hacía en esa casa y con ese hombre. Desde hacía meses solo discutían. Cada vez que Alberto tocaba a Raquel, ella le evitaba. Raquel se levantó, cogió su móvil y fue al baño. Se sentó en el suelo y comenzó a llorar. Se culpaba. No entendía por qué, teniendo todo lo que siempre había soñado, era infeliz. Se secó las lágrimas, se lavó la cara y volvió a la cama.

— ¿Estás bien? — Raquel miró a su marido y asintió con la cabeza. — Raquel... Quiero que tengamos un hijo.

— Y yo quiero divorciarme.

**

— Necesito cambiar de aires, Nai. — Raquel se puso su abrigo y se levantó de la silla mientras su amiga metía sus cosas en el bolso.

— Ay, amiga... ¿Qué quieres hacer?

— Pues no lo sé. Solo quiero irme de aquí. Ahora que no trabajo, es una buena oportunidad. Aunque me da miedo. — Esperó a que su amiga se levantase para salir de la cafetería y encenderse un cigarro.

— Es normal. Raquel, si lo que necesitas es cambiar de aires, vete. Tienes dinero de sobra para marcharte y empezar una nueva vida.

— Lo sé, tía. — Raquel se encendió un cigarro y le ofreció a su amiga. Esta lo rechazó. — ¿Ya no fumas?

— Estoy intentando dejarlo.

Cuando Raquel terminó el cigarro, le dio dos besos a su amiga y se despidió. Volvió a su antiguo apartamento que aún tenía en venta, hasta que encontrase otro sitio al que marcharse y comenzó a hacer la maleta. Compró un billete de avión.

— París. Allá voy. — Acabó de guardar unas cuantas camisas y llamó a su madre. — Mamá, soy yo.

— Hola, hija, ¿qué tal?

— Bien, mamá. Iba a contarte una cosa...

— Uy... Sorpréndeme.

— Me voy a París.

— Pero hija...

— Mamá, sé que es una locura pero quiero hacerlo. Necesito hacerlo. Desde que firmé los papeles del divorcio me ahogo en esta ciudad y ahora que estoy sin trabajo...

— Bueno, cariño... Si crees que es lo mejor para ti, te apoyo.

La madre de Raquel siempre fue un gran apoyo para ella. Desde pequeñita hasta ahora con treinta-y-tantos. Le dolía dejarla en Madrid y más sabiendo que su cabeza no está demasiado bien pero necesitaba ser egoísta y pensar por primera vez en ella misma. Llamaría a su hermana para que se encargue de su madre, que lleva años sin hacerlo.

**

Llegó el día. Estaba en el aeropuerto arrepintiéndose de haber comprado el maldito billete de avión porque siempre le ha aterrorizado volar. Se daba ánimos a sí misma, mentalmente. Llegó el momento de pasar el control, revisaron su maleta y a ella. Estaba nerviosa hasta de pasar por el detector de metales, sabiendo que no llevaba nada peligroso. Después de unos minutos, ya estaba sentada en el asiento del avión. Por suerte, le había tocado sentarse en la ventana... «Quizá si la rompo y me tiro antes de que despegue el avión, no me arrepienta de estar ahora mismo aquí» pensó.

A las dos horas aterrizó en París. El vuelo le pareció más corto de lo que fue realmente. Quizá porque se tomó tres copas de vino. Ir en primera clase tenía alguna que otra ventaja. Bajó las escaleras del avión y fue a recoger la maleta. En el camino rezaba a todos los dioses que, por favor, no hubiesen perdido su maleta. Con suerte, ahí estaba su maleta. Suspiró, cogió su maleta y salió del aeropuerto en busca de un taxi que la llevase al apartamento que había alquilado. Invirtió bien el dinero que recibió después del divorcio de su marido. Llamó a un taxi y le dio la calle escrita en un papel porque no sabía pronunciarlo. Los idiomas nunca fueron su fuerte así que le costaría entenderse con los franceses pero estaba dispuesta hasta a apuntarse a clases. Desde la ventana del taxi observaba las calles llenas de gente, de vida, de amor... No podía creerse que estuviese allí. Cuando bajó del taxi, le dio una propina al taxista porque intentó hablar con ella en español y le dio unos cuantos consejos. Cerró la puerta del vehículo y suspiró mirando su nuevo edificio. El conserje le abrió la puerta y la saludó. Raquel cogió el ascensor y subió hasta el piso 13. Abrió la puerta de su piso y dejó la maleta. Lo primero que hizo fue abrir las ventanas y asomarse. Desde tan arriba la gente parecían hormigas. Le abrumaba la idea de tener que limpiar todo el piso el primer día, así que cogió de su maleta unos pantalones y una camisa, se cambió de ropa y salió de su casa. Fue a una cafetería que había en la calle de enfrente. Entró y se quedó unos segundos en la puerta. El olor a café y a pan recién hecho le volvía loca. Después de salir el trance, se sentó en una silla y una camarera se acercó para atenderla.

— Hola.

— Bonjour.

— Eh... Un... Petit noir? — La camarera apuntó el café solo que había pedido Raquel. — Perdone... Azúcar? — La mujer no entendía a qué se refería. Raquel hizo un gesto.

— Oh... Sucre... Claro. Perdón. — La joven intentaba disculparse con Raquel. Se rieron ambas. Cuando la camarera le trajo el café, Raquel intentó pedirle un cargador de móvil pero tampoco conseguía decirle la palabra en inglés.

— Elle a besoin d'un chargeur de téléphone. — Una mujer, detrás de Raquel se metió en la conversación. La camarera le respondió que no tenían ninguno. — Perdona que me haya metido.

— Al contrario, gracias.

— ¿De dónde eres?

— De Madrid. Acabo de llegar. Hoy mismo. — Raquel le sonrió.

— ¿No jodas? Yo también soy madrileña aunque llevo aquí ya muchos años. Ay, perdona... Me llamo Alicia. Encantada.

— Raquel, igualmente. — Alicia se levantó y Raquel hizo lo mismo, se dieron dos besos. — Mira, esta es mi tarjeta. Si necesitas cualquier cosa, llámame. No nos conocemos e igual te piensas que soy una asesina o algo pero, puedo ayudarte con lo que necesites.

 —  Muchas gracias, te llamaré

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— Muchas gracias, te llamaré. — Alicia cogió su abrigo blanco.

— Espero que sí, nos vemos. — Le guiñó el ojo y salió del local.

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⏰ Última actualización: May 06, 2020 ⏰

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Raquel & Alicia | ONE SHOTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora