Capítulo 6

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Adelyn West

Iba de camino a la universidad sumida en mis pensamientos, hoy no quise irme en el auto con Dylan porque necesitaba despejar un poco mi mente de todas las cosas que están pasando estos días. Me siento igual que hace unos años, por mi mente solo pasan los recuerdos de todos los cuerpos sin vida que tenía frente a mí y que yo misma había asesinado, me sentía sucia no solo por ellos sino también por los que han asesinado para llegar hasta mí. Limpié con la manga de mi camisa las lágrimas que comenzaban a hacerse ver y seguí caminando.

—Si mis contactos no se equivocaron tendremos nueva reina en Grytviken dentro de unos días —levante la mirada para toparme con unos ojos esmeralda que me veían con cierto recelo.

Demián estaba de pie frente a mí, llevaba una simple sudadera y unos pantalones de chándal, pero le quedaban jodidamente bien, luego de examinarlo un poco más, recordé lo de sus padres y no pude evitar sentirme culpable por lo ocurrido.

—Lo lamento —mi voz salió en un susurro casi inaudible así que carraspee para volver a hablar —Lamento lo de tus padres.

Quiero correr y alejarme de él y de su mirada de odio y reproche, pero mis piernas no responden y me quedo quieta con la respiración más agitada.

—No lo hagas, no lo lamentes —su voz erizo todos los vellos de mi cuerpo y lo miré con confusión —tengo que odiarte y hacerte pagar por lo que les hicieron, no sentir lástima por ti —pude sentir el dolor en sus palabras al decir eso.

Asentí y lo esquivé para seguir caminando, pero su voz me detuvo nuevamente.

—¿No piensas decir nada más? —observé de reojo como arrugaba la nariz y juntaba sus cejas por el enojo que sentía, en otras circunstancias diría que se ve completamente adorable.

—No pienso defenderme Demián, sé que yo no mate a tus padres, pero por querer encontrarme ellos tuvieron que pagar las consecuencias y muchas otras personas también —sentí unas lágrimas querer deslizarse en mi rostro, pero me contuve lo más que pude —asegúrate de hacerme pagar Verslov, es más, si lo que quieres es destruirme, hazlo, pero antes tengo que salvar a todas esas personas inocentes y a mi familia.

—Mis padres se equivocaron contigo Adelyn, no eres esa chica fuerte y maravillosa de la que me hablaron siempre —me observo con desprecio y luego se marchó a paso veloz.

Me quede de pie ahí procesando sus palabras y sin poder controlar las lágrimas que por fin después de tanto deje que salieran, él tiene razón estoy siendo débil de nuevo, pero es que esto es tan difícil, ni siquiera puedo llorar ni sentirme mal en paz porque eso me convierte en mala persona también, limpie mi rostro dispuesta a seguir mi camino y llegar a la universidad de una vez por todas.

El tiempo paso volando, tuve que resignarme a que dentro de poco iba a asumir mi puesto como reina de la claridad. Sabía el riesgo que eso significaba, pero no tenía otra opción más que eso, al parecer mi destino siempre iba a ser el mismo. Hoy precisamente es el día, el día donde me voy a presentar ante todas las personas de Grytviken como su nueva reina, sé que muchos estarán felices de mi elección, pero lo que ellos no saben es que los estoy poniendo en mucho peligro al hacerlo.

—¿Estas lista Adelyn? —mi hermano se adentra en mi habitación y me mira curioso.

—Dylan lo que voy a hacer no está bien —mis palabras salieron en un susurro, pero por su mirada me di cuenta de que escuchó lo que dije —lo único que voy a lograr es que esas personas inocentes mueran y yo junto a ellos —la frustración se notaba en cada palabra que salía de mi boca, pero ya no tenía escapatoria.

Él se acercó a mí, me tomó de los brazos y me brindó esa sonrisa hermosa que tanto amo.

—Adelyn eres la persona más fuerte, buena y bondadosa que he conocido, a pesar de lo que realmente seas y de lo que digan los demás, yo no dejaré que te pase nada malo, ni a ti ni a nadie —me miraba con ternura mientras acariciaba mi pelo dulcemente —eres lo más valioso que tengo, mi pequeña hermanita. Te amo tanto que ten por seguro que yo daría mi propia vida por salvarte, fui un tonto al gritarte en el carro hace unos días y ya no quiero que estés molesta conmigo, por favor mi niña —me abrazo y se sentía tan bien estar entre sus brazos.

Reina de dos mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora