Alex solo se dispuso a tomar el arma que aquel chico le estaba ofreciendo, esos hombres de traje le parecía sumamente sospechosos. —También tomen ésto, les será útil—. Eran unas pelucas y algo de ropa, ropa que seguro ninguno de los dos usaría, parecía ropa de anciano. Solo aceptaron. —Gracias, señor—. Orslok de su bolsillo, sacó algo del producto para dárselo al hombre, quien lo aceptó encantado. Salieron rápido de aquel lugar, estaban en un callejón vacío, escaparon.
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—¿Me recuerdas por que.. aceptamos ?—. Dijo Alexby con la boca llena de patatas. Estaban comiendo de un restaurante en un restaurante. Parecía llenó, así que para ellos eso era suficiente como para decir que tenía buena comida. —Por qué tenemos que estar protegidos, uno nunca sabe—. Y la verdad es que no sabían nada, porque por un lado de la ciudad había alguien que buscaba hacerles la vida imposible, un ser que deseaba tener todo para él, llenó de egoísmo y placer, extrañeza y maldiciones.
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—No importa, pero cueste lo que cueste lo obtendré, será, mío —. De su voz placentera salió dichiza voz, soltando una risa, observando de una computadora como aquella pareja de chicos comían agradablemente y con una sonrisa. Enfocando más al azabache, quien tenía una sonrisa mientras tomaba la mano de su pareja.