Cuando la gente decía que Las Vegas era a lo grande y que no se hablaba de lo que ocurría ahí, tenían razón. El hecho de que el cartel de llegada a Las Vegas fuera gigante y iluminada con luces daba mucho de que hablar, esa cuidad parecía no dormir. —¿Crees que estaremos bien?—. El Azabache preguntó con algo de pánico, la verdad es que el ambiente ahí se notaba pesado, como si el amistoso y agradable ambiente de la carretera se quedara en la carretera. —¿Por qué lo preguntas, Alex?—. El medio teñido parecía ignorar aquella sensación, el ruido y las bocinas en los autos eran algo molestos, la gente se gritaba entre si, eso asustaba, como si fuera la imitación real de un videojuego violento. —No sé, tío, dímelo tú. Estamos en Las putas Vegas, joder—. Sí, Alexby estaba tensó, de pronto empezó a temer por su vida, a arrepentirse de querer salir de su casa a imaginar cosas totalmente extremistas, la paranoia en su cabeza se fue cuando el conductor del auto puso una mano en su pierna ezquierda, acariciandola. —Todo estará bien. Nos quedaremos unos días, para disfrutar y conocer. No todos los días se van a las jodida Vegas, no me lo jodas ¿Va? —. Alexby dejó salir un suspiró, poniendo su mirada en la ventana que tenía a un lado. Estaban metidos en el tráfico, y junto a ellos había un auto negro, donde habían unos hombres con traje, parecían espías, Alexby intentando llamar la atención de ellos sacudió su mano, saludando, esperando una respuesta. Parecían un castaño con barba afeitada y un pircing en su oreja y el otro parecía tener un sombrero en su cabeza, con barba afeitada y su piel de porcelana, junto con unos apretables cachetes. El conductor de auto, el castaño, observó con detenimiento al azabache, sonriendo, y hablándole algo al copiloto, quien empezó a llamar a alguien por el móvil. —¿A quien saludas?—. Alex no respondió, recibiendo un peñisco en su pierna, haciéndolo soltar un quejido. —A nadie.. —. Temía que estuviera en problemas. El auto negro había desaparecido.
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—Nos bajaremos aquí a comer algo ¿Que quieres ir a comer ¿Quieres comer Matías o Miguel? No sé si venden gato, pero son Las Vegas ¿No?— Soltó un risa, esperando a que el azabache riera algo, pero solo obtuvo un «Sí» De respuesta, ignorante todo lo que dijera, miraba de un lado a otro, algo inquietó. —¡Ten cuidado, hijo de puta!—. Un hombre gritó en la calle, parecía de mal humor y había chocado con él hombro de Alexby, quien de inmediato se disculpó. —¡¿Hijo de puta?! ¿Acabas de llamar hijo de puta a mi puta?—. Orslok realmente no era nada bueno diciendo palabras cariñosas si no estaba realmente deseoso de decir algo. Y ese era un problema que tenían junto a Alexby, solían ser tan groseros mutuamente que las veces en las que eran tiernos y se comportaban como una pareja no tóxica lo veían como algo negativo para su relación. El hombre se fue, molestó.
—¡Hey! Tú eres Orslok ¿No? —. Gritó un hombre, parecía bastante Hippie, traía la típica playera de Tie-dye muy típica y los unos short de Jean gastados, su cabello era largo y enrulecido de pigmento negro junto con una basba algo larga. —Mmmh ¿Sí?—. Respondió al llamada, tomando la mano de su chico para que no se perdiera, acercándose al chico.
Desde la vista de Alex, parecía buscar paranoicamente a algún hombre con traje, que aparecieran las hombres que había visto en aquel auto en el tráfico. Sentía que algo malo le rodeaba y al parecer no se equivocaba al notar como de pronto unos hombre con traje lo observaban, apretando la mano de Orslok, esperando alguna respuesta. Era de esperar que alguien los buscará siendo traficantes, pero, a esos hombres los había visto antes, mucho más antes ¿Que había hecho?. La verdad es que no recordaba. —Tomen esas armas.. —. —¿Armas?—. Alex no estaba prestando atención a lo que pasaba ¿Cuando se suponía que tendría que usar armas? Solo era un traficante ¿Por qué necesitaría armas? — No crean que Las Vegas son un lugar fácil en el cual andar y mucho menos si son traficantes, que yo sé, que no están a salvó, háganme caso, lo sé.—. Le dio una mirada a Orslok, quien tomó una de las armas y la guardo en la mochila que traía consigo, la mochila que por cierto, tenía la mercancia, temía que alguien se la robara en el auto, muy astuto.