7

431 47 4
                                    

La primavera no tiene su comportamiento habitual, había días completos en los que el sol no hacía acto de presencia. La ausencia del astro rey permitía que el frío siguiera haciendo de las suyas, incluso a veces provocando lluvia con granizo. A Peter le gustaba mucho cuando llovía así, sobre todo por el ruido que producían los pequeños cristales contra el ventanal de la sala. Sabe que a Tony ese golpeteo leve le genera mal humor; aunque esta vez no sea culpa de la lluvia el mal genio que cargaba el castaño. Sino de la visita de Howard y María, sin avisar.

No le molestaba verlos, pero si el hecho que llegaran sin anunciarse. No le daban a Tony el tiempo que necesitaba mentalmente para preparase, así que Peter echaba un poco más de vainilla en la leche que preparaba para su esposo, tal vez no le quitaría el mal humor por completo, pero le ayudaría sobrellevarlo mejor. La visita había sido rápido, solo querían llevar más regalos, y más ropa de "color unisex" había dicho María, como si los colores tuvieran género resoplo Peter, ganándose miradas airadas por parte de todos. Llena la taza de favorita de Tony con el caliente líquido y coloca unas galletas al lado, para que le haga compañía. Cuando coloca la bandeja en frente de Tony este la agradece, pero su mirada sigue perdida. La noticia había llegado después de la visita, y había removido todo aún más. 

Peter sabía lo que la semana treinta y ocho significaba, era el momento de la cesárea. Bruce les había informado hacía apenas unos diez minutos. Estaban listos: maletas, hospital, habitaciones, transporte, todo. Pero a la vez no estaban preparados para nada, ¿y cómo hacerlo? Mañana todo podría cambiar de un momento a otro, y Tony lo sabía al igual. No es que hubieran olvidado ese importante acontencimeitno, pero el "todo está listo para mañana a las siete de la mañana. Si pueden estar unos quince minutos antes, sería excelente", lo había vuelto más real.

El silencio es distorsionado cuando la tormenta les recuerda que sigue ahí afuera, peleando contra los rascacielos de la ciudad. Deciden ir a su habitación, al menos recostados en su cama podrían llenarse de mimos, porque sabían que el sueño los visitaría hasta muy avanzada la noche.

La IA enciende las luces a las cinco de la mañana con treinta minutos, Peter ayuda a Tony con el baño, también le ayuda a colocarse las zapatillas. El agua caliente trata de liberar los nudos que invaden los hombros de Peter, pero es en vano; se viste un poco más despacio de lo normal, y es porque tiene miedo de la forma rápido que avanza el reloj. No tiene apetito, pero el café que Tony le prepara, le resulta tan delicioso y reconfortante, que besa al genio sin aviso alguno.

Se asegura que todo este dentro del maletero, y que Tony esté lo suficiente abrigado para combatir el frío de esa mañana. Aún conduciendo, no suelta la mano del mayor, está caliente y suda un poco, pero la suya está igual, así que comporten sus preocupaciones, con ligero suspiros entrecortados. Cuando se estaciona en frente del blanco edificio y ve la silla de ruedas que les espera en la puerta, no puede ocultar más el temblor en sus manos. Bruce les da la bienvenida, les comenta que todo está preparado y les lleva a la habitación, les habla firme y sin una sola gota de nervios, Peter quisiera tener ese temple también.

A Tony le coloca la bata y le ayuda a subir a la camilla, el genio bromea que será la última vez que le ayudara tanto, que podrá descansar el también, Peter sonríe por educación, pero no estuvo ni por cerca de hacerle gracia. "Peter, ¿puedes subirte un rato acá conmigo?", deja de acomodar maletas, y con delicadeza se recuesta a un lado del mayor, la mano de Tony se coloca frente a la suya, y se enredan una vez más. "Sé que esto nos sobrepasa, pero quiero agradecer todo lo que has hecho por mí, por nosotros. Has sido un compañero excepcional, quiero que nunca olvides eso." Puede ver como los ojos de su esposo se van llenando de agua, y lo único que quiere es espantarla, no quiere ver llorar a Tony nunca en su vida, y menos en un momento donde todo es tan frágil. "También agradezco tu impertinencia, la necedad con la actuaste para quedarte a mi lado, a pesar que yo hacía hasta lo imposible para alejarte. Pero era porque estaba asustado, tenía miedo de que no fueras real y solo fuera una imaginación mía". Peter besa el dorso de su mano, le dice que no le gustan las despedidas, y que lo que está diciendo hace que lo sea. Tony se inclina y lo besa, Peter siente que es beso más dulce que ha recibido en su vida, y sus ojos se van convirtiendo en agua también. "No lo es. Te prometo que una horas, estaremos aquí mismo los cuatro, sin la intromisión de estos pequeños. Quería decírtelo, no encontraba el momento, eso es todo Pet." Tony le asegura y Peter trata de creerle, pero no puedo, la presión que sentía en su pecho se ha convertido en nudo y ha subido a su garganta, se prohíbe llorar y respirando lo mas profundo que sus pulmones le permiten, besa de vuela a su esposo. "Te amo mucho Anthony, prometeme que podrás con esto, que estarás aquí en unas horas y nos iremos a nuestra casa con los nuevos habitantes". No le pide, le suplica. Pero antes que la contestación de Tony llegue, Bruce abre la puerta y anuncia que es el momento. "Lo prometo, y sabes que nunca he roto mis promesas hacia a ti. Te amo mucho Peter, realmente te amo".

Y se marchan junto con el corazón de Peter, solo atina sentarse y esperar. Esperar que la puerta se abra y entre Tony, y también sus bebés, estará listo para cargarlos, ha practicado.

Solo cuando May entra a la habitación es que Peter aparta la vista de la ventana, se levanta hacia ella y se hunde en su brazos. Charlan de todo y de nada a la vez, sabe que May trata de distraerle, así que por educación sigue el rumbo de la conversación lo mejor que puede. May se ofrece ir a por un café cuando ven que el reloj marca las nueve de la mañana con veinte minutos, el le agradece y mira la hora una vez más. Cuando la puerta se abre una vez más, transforma su gesto de sorpresa por una sonrisa cortés, María había llegado con un enorme ramo de rosas, y le comentaba que Howard se había quedado abajo, esperando para poder conocer a su nietos, o a sus nietas. El tono que María utilizó para decirle eso a Peter, le recordó cuando ella se había molestado por haber cancelado la revelación del sexo, eso no importaba para el matrimonio, pero si para la suegra.

May entra con un café y un emparedado, le dice que por lo que pudo husmear en el hospital, esa era la mejor de las habitaciones, y Peter le contesta que era de esperarse, ese edificio era parte de Industrias Stark. Peter agradece la presencia de May ahí, y también la de María, ya que entablan conversación entre ellas, dejando a Peter pasear entre sus pensamientos tranquilo.

Once de la mañana y nueve minutos, la puerta se abre y Peter pierde color al ver entrar a un serio Bruce; el doctor venía aun con su ropa de cirugía, incluido el gorrito y se veía algo de cansancio en su mirada, igual que  preocupación. Se levanta rápido y el movimiento le marea, traga saliva aunque su boca este casi seca, y espera paciente las noticias que Bruce lleva.

"Felicidades Peter, es una pareja de varones. Pesaron ocho y nueve libras respectivamente, están en perfecto estado de salud, en unos treinta minutos más podrás ir a conocerlos al nursery". El médico es interrumpido por la celebración de las damas, aunque Peter puede ver que el doctor toma aire para continuar, pero él ya no puede esperar  más y la pregunta escapa de sus labios a toda velocidad:
"¿Y Tony?

Decisión. [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora