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Para ser un hospital de tan alto nivel, sirven un malísimo café, aún así se lo bebe, tomando nota de decirle a Tony que mejorará el tan caro café, se lo dirá cuando despierte, porque lo hará, ¿no?.

La duda se desliza como un líquido espeso y amargo en su estómago, la duda siempre está ahí pero en momentos como estos, cobraba vida propia.

A las cuatro de la mañana con seis minutos del décimo día en el hospital, es sacado de la habitación por las enfermeras, Tony entra un shock respiratorio y necesitan estabilizarlo. A las cuatro de la mañana con veinte dos minutos, el doctor le anuncia que el genio está padeciendo de neumonía, resultado del maltrato que sus pulmones habían sufrido durante la cirugía. El respirador será colocado de nuevo y por las próximas horas nadie puede ingresar a la habitación.

Son las seis de la mañana cuando llega al apartamento, Jossie está en la cocina y el característico aroma a café llega a su nariz, pero ya tomó, así que solo saluda al mayordomo y pasa directo a su habitación, a la que comparte con Tony, ¿o compartía? Se deja caer en la suave cama y se deja llevar por el aroma del genio, que sigue oculto entre los hilos de las sábanas.

El familiar calor de la cama le obliga a cerrar los ojos, y su mente viaja a los lugares más oscuros, mostrándole una posible realidad sin Tony. Abre los ojos, quiere espantar esa idea a como sea porque sabe que si la deja ser, empujara por la borda todo el esfuerzo que ha puesto esos días para permanecer en una pieza.

Su mano pasea por el espacio que tendría que estar ocupando su esposo, toma una de las almohadas y la lleva a su pecho, se aferra a ella mientras se va rompiendo. Sabe que una vez que comience ya no se podrá detener, pero es temprano, el sol apenas va despertando y si cubre su rostro con la almohada, con suficiente presión y algo de suerte, nadie le va a escuchar llorar. Ya después se levantara a seguir con sus responsabilidades, por ahora dejará de fingir no ser nada más que un niño asustado.

Anthony es todo lo que realmente ha querido en su vida, fue un amor que siempre estuvo ahí, esperando ser despertado. Pensó que el amor que sentía por sus tíos era lo más grande que podría sentir en toda su vida, pero las miradas del genio le mostraron una nueva perspectiva. Era fácil perderse en el café de sus pupilas, que si se asomaba lo suficiente era capaz de ver los detalles verdes que habían en la misma.

Tony es la ecuación más completa que había conocido, tiene todas las facetas que se necesitan para vivir, es fuego, es valentía, es amor, es paciencia, es mal humor y café por las mañanas.

Si pudiera elegir, lo elegiría una vez más, una y cien veces más. Y tiene tanto miedo que le toque tomar una decisión más, la almohada le dificulta respirar, le arde el pecho y jadea tomando bocanadas de aire, pero nada de eso le sirve, porque la sensación de morir viene desde el estómago, desde el corazón, nada tiene que ver con la almohada.

Sabe que sus hijos necesitan de él, pero el no puedo sin Tony, no quiere nada sin él. Y es un tonto, un malcriado y berrinchudo idiota que se está aferrando a alguien que podría ya no estar nunca más. Y no puede hacerlo más, sus hijos van a necesitar de él, y tiene que ser fuerte, tiene que ser valiente, como Tony lo sería.

No sabe en qué momento le venció el cansancio, pero está seguro que fue May quien le quitó las zapatillas y lo arropó con las cobijas. Puede ver la humedad en la almohada y se recuerda lo patético que es. May ingresa una vez más, pero no le salva del nuevo ataque de llanto que se avecina, ella se sienta a un lado y le indica que ponga su cabeza sobre sus piernas, igual que cuando era un pequeño, igual como Tony lo hacía cuando las inseguridades le ganaban, cuando su cabeza se convertía en el peor de sus enemigos. May le dice que inhale por la nariz y que exhale por la boca, pero que no detenga su llanto, que deje ir todo lo que ha cargado esos días, que ha hecho un muy buen trabajo y que no esta mal quebrarse.

Son las diez de la mañana con siete minutos cuando despierta por tercera vez ese día, pero se siente algo más liviano y el agua caliente le termina de despegar su mente.

Jossie le dice que en cinco minutos tendrá su desayuno listo, le agradece y pasa al balcón donde May y los gemelos toman la vitamina que el astro rey regala. Los bebés están en relativa calma dentro de su carriola, besa la mejilla de May y toma con demasiada delicadeza la pequeña mano de uno de sus hijos, les saluda con la voz cargada de tristeza pero se anima a dejar un beso sobre el piecito envuelto en tela.

El sol de la tarde baña la habitación en un lindo todo amarillo, y Tony se ve espléndido con ese color sobre su piel, todo le queda tan bien. Se sienta a su lado y toma la cálida mano del genio, le cuenta como sus hijos van creciendo y como todos están al pendiente de ellos. Así que le pide que por favor, por favor, despierte, que le cumpla la promesa de estar ahí para acompañarle a él, y ahora a sus bebés también.

La enfermera entra y realiza su chequeo rutinario, el recuerda que se llama Debbie. Es una chica muy práctica en su trabajo pero le incomoda un poco la forma en que le mira. Wade le dijo una vez que la había atrapado viéndole dormir, y le asegura que la chica lo tiene en la mira, Peter le refuta con "me mira así porque sabe que soy el esposo del dueño, nada más." Así que evita verle e interrumpir en su trabajo.

A primera hora de la mañana retiran el respirador, Tony va venciendo nuevamente la crisis. Y a Peter le llena de calor su pecho, es alentador saber que no necesita de ese tubo dentro de su boca tanto tiempo.

Coloca en la mesa de al lado la pequeña caja que Pepper le ha entregado antes de irse, Tony lo había pensando todo y las pulseras con el nombre de los pequeños lo demuestra. Peter sabe los nombres que llevarán los bebés, pero espera a que Tony decida quién será quien por el resto de su vida. Así que le espera paciente, porque va a despertar, lo sabe.

El día se le fue rápido leyendo sobre los nuevos avances en la bio ingeniería, así que descansa la vista y se sienta en los pies del durmiente, le brinda un suave masaje que sabe que Tony amaría. Su íntimo momento es detenido por Debbie, la enfermera. Esta vez le habla, le cuenta que su esposo se encuentra muy bien y es cuestión de tiempo para que despierte, que a lo mejor esta tomando un merecido descanso, Peter le contesta un escuálido si, que a lo mejor sea solo eso.

"Se nota que le quieres mucho, no te has despegado un solo momento desde que ingreso". La buena educación que su tía le dio, le obliga a contestarle, pero se siente realmente incómodo con el modo tan familiar en el que ella le ha hablado, "Le amo, es el amor de mi vida, y mi lugar es donde él este. No importa dónde, o cómo, o cuánto le tengo que esperar". Ve la tensa sonrisa en el rostro de la enferma, y se siente mejor cuando ella se marcha.

"Tengo fe que siempre respondes así, aún cuando no estoy presente."

Decisión. [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora