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Cada vez que se lo proponía, Peter era un increíble cocinero. Esa mañana tenía la mesa del comedor principal llena de deliciosos alimentos recién preparados, habían huevos a la ranchera, habían waffles, también había preparado un poco de frijoles charros, receta que había aprendido de Wade. Jugo de naranjas recién exprimido, leche caliente con un poco de canela y un ligero toque de vainilla. También habían bollitos de mantequilla calientes, aunque fue la IA que hizo que los llevaran hasta la puerta del edificio, fue su idea calentarlos y que el delicioso aroma llenara todos los espacios del apartamento.

Había dormido poco pero había dormido bien, con Tony a su lado las cosas mejoraban automáticamente. Las ganas de ir al baño le pusieron en pie antes de que fueran las siete de la mañana, y aunque trató ya no logró conciliar el sueño, su estómago hacía ruidos obscenos y su mejor opción fue bajar y preparar el desayuno, para Tony, para el bebé y para el. Su taza de café ya iba por la mitad y una de las bolsas de bollitos ya estaba dentro de su estómago. No quería despertar a Tony, pero si el olor no lo hacía levantarse luego, tendría que subir a despertarle.

"Vaya, ¿qué estamos celebrando?". Salió de la cocina, con café en mano, a recibir a su genio con un beso lento, Tony de pie en el último escalón de la escalera, las manos del mayor estaba cruzadas sobre sus hombros y sus labios tenían un fuerte sabor a menta. Tony se separó antes de que empezara lo mejor, y Peter vio la sonrisa fingida que tenía este, "es que sabes mucho a café, y no nos gusta". Oh claro, Tony ya no bebía café. "El amor de mi vida se merece lo mejor de lo mejor un frío domingo de Octubre", la sonrisa no se marchaba de su rostro, y esta vez depositó el beso sobre la mejilla de su esposo.

La comida estuvo deliciosa, pero lo mejor fue que terminó de espantar la tensión y el nerviosismo que había entre la pareja. Sentían que la tranquilidad en la que vivían caía nuevamente sobre ellos, despacio, en silencio, igual a la nieve que se desprendía del cielo para descansar sobre los sofás del balcón.

Había sido un fin de semana con todas las emociones incluidas, desde el despecho, la ira, el miedo, hasta la felicidad y la pequeña esperanza que se iba albergando en el corazón de Peter.

El tiempo nunca ha sido buen amigo, siempre avanza sin importarle si es para bien o es para mal. Las semanas siguientes le parecían algo extrañas a Peter, pues solo dos semanas después de la noticia había terminado sus clases. Sus idas y venidas de la universidad habían terminado, y lo único que extrañaba era el café con chocolate que Wade y él disfrutaban en una pequeña cafetería que quedaba a dos cuadras de su universidad. Lo pidió una vez para tomar en casa, y no tuvo el mismo sabor sin las bromas que compartía con Wade.

También su vida en el apartamento parecía en total normalidad y a veces completamente desconocida. Empezando por el hecho que Tony pasaba las veinticuatro horas del día dentro, cuando a veces lo miraba hasta muy entrada la noche, pasaban tanto tiempo juntos que sentía que repetía nuevamente su maravillosa luna de miel. Otro de los cambios, era tener a Pepper todas las mañanas, justo después de terminar el desayuno la rubia entraba con sus delgados tacones y la carpeta entre sus manos, a veces sola, y a veces con su asistente Natasha, una pelirroja increíblemente hermosa, Peter y Tony habían quedado petrificados al ver la muñeca de porcelana detrás de Pepper, y más asombrados cuando dejando de lado lo hermosa que era, lo eficiente y diligente que era, parecía un clon de Pepper.

Sumado a las visitas de las bellas mujeres, estaba Bruce, que prácticamente había instalado un pequeño consultorio en la habitación continua a la sala, para ellos nunca funcionó como estudio, así que Bruce le dio un uso realmente importante. Antes de mediodía, el doctor ya estaba con Tony, revisaba su presión arterial, la cantidad de azúcar en la sangre, el color en sus ojos, su peso, y hasta su altura. El genio se dejaba hacer, Peter siempre esperaba en el balcón, con cigarrillo en mano. Hasta que un día vio que Bruce subía con un bolso diferente, más grande; le comunicó que ese día podría hacer un ultrasonido, podrían oír los latidos del bebé y ver que estuviera dentro del saco amniótico, y que se desarrolle bien dentro de Tony.

Decisión. [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora