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El pulso de México podía escucharse en aquella máquina a la que estaba conectado. Habían logrado llevarlo a un hospital a tiempo. Lo estaban atendiendo, tenía un cuerpo delgado casi hasta los huesos y unas ojeras enormes, su cabello había perdido brillo y estaba sucio. Parecía un cadáver sobre aquella camilla.

¿Qué le han hecho? ¿Por qué él? —España se lamentaba observando a su hijo del otro lado de la ventana de su habitación.

Los latinos se veian menos tristes, ahora parecían preocupados. Cada que veían que la lenta respiración de su hermano se detenía entraban en pánico para que está solo resultará ser una falsa alarma. Toda la familia se veía realmente devastada, ni siquiera podían entrar a abrazarlo pues sus defensas estaban bajas, solo uno de ellos podía entrar.

Sr. España, ya puede pasar a ver a su hijo—todos se giraron a ver a la enfermera, quien le abrió la puerta al español.

Al ver a México nuevamente vieron que ya había despertado, y les estaba regalando una pequeña sonrisa la cual fue correspondida por todos. España decidió entrar, tenía que ver cómo se encontraba su hijo. Al estar dentro de la habitación de México, sus ojos se humedecieron y se sentó a su lado.

Hola... ¿Cómo te sientes?

—Estoy bien, papá —sonrió nuevamente—. Ya no tengo hambre.

Algo estaba mal, su sonrisa se veía forzada y sus ojos expresaban uns tristeza profunda. Su voz estaba apagada. Algo le habían hecho a su hijo. España analizó su rostro hasta llegar a sus ojos, uno de ellos tenía una cicatriz que lo atravesaba casi por completo, desde su frente hasta su mejilla cortando su ceja. La delineó con sus dedos provocando que México llorara.

¿México? ¿Por qué lloras?

—No es nada, estoy feliz de volver a verlos.

—Oye... Quisiera preguntarte, ¿qué te hizo? ¿Estás bien?

El mexicano asintió, pero su llanto comenzó a intensificarse. España comenzó a alarmarse. Le tomó de las manos tratando de darle confianza, y seco sus lágrimas.

¿México?

—No estoy bien, ¿de acuerdo? —sollozo fuertemente—. Mírame, estoy horrible y ni siquiera puedo mantenerme de pie. Soy una carga para ti y para mis hermanos, tendrán que estarme cuidando...

—No digas eso, no eres horrible. Y no eres una carga, México.

—¡Si lo soy! —sus hermanos también comenzaron a llorar y consolarse entre ellos—. Y soy torpe, lo suficientemente torpe como para dejarme secuestrar en mi propio país —España también rompió en un llanto silencioso, pues escuchar esas palabras de México era doloroso, pues él era muy alegre—. Padre, el abuso de mi en todos los sentidos. Me humilló, me golpeó y me violo repetidas veces.

—No...

—Sí, y no sé cómo sentirme al respecto —España lo miró extrañado—. No sé si odiarlo o no por eso. Sé que está mal, el me maltrato por tres años, pero me alimentaba y cuidaba, y era amable, había ocasiones en las que no me hacía nada de eso, me trataba bien.

—No, México. El no te trataba bien, acabas de decirlo, abusaba de ti y te maltrataba.

—Lo sé, pero cuando no lo hacía era... Diferente. Y me gusta ese lado de él, me lo mostró los últimos meses que me quedé en su sótano.

—México... Rayos, México —lo miró directamente a los ojos, llorando—. ¿Qué te hizo?

—No lo sé.

—Estocolmo...

Un psiquiatra entró a la habitación. Ambos países voltearon a verlo. Alto, cabello negro y bata blanca de doctor, transmitía confianza en su mirar.

Perdónenme por la repentina interrupción, soy el psiquiatra del Sr México y me toca una cita en este momento —España se levantó de su lugar para retirarse y dejar trabajar al doctor—. No es necesario, puede acompañarnos. Verá, su hijo presenta síntomas de Síndrome de Estocolmo, y le voy a ayudar a tratarlo para que lo supere junto con sus traumas.

(...)

—... I don't fucking have Mexico. Stupid communist, how does he dare? (... Yo no putas tengo a México. Estúpido comunista, ¿cómo se atreve?)

—Si ya terminaste de maldecir a Rusia, te recuerdo que tengo que hacerte una entrevista —reviso su reloj—. Y ya me hiciste perder media hora, USA.

—I'm sorry (Lo siento) —se disculpo de mala gana.

Como sea, debo iniciar, más te vale no hacerme perder más tiempo —FBI aclaró su garganta y USA lo miró a través de sus gafas—. ¿A dónde fuiste luego de la junta?

—I went with Peru to my hotel. Canada wanted to come with us, but he forgot his hat in the building (Fui a mi hotel con Perú. Canadá quería acompañarnos, pero olvidó su gorro en el edificio)

—Bien —coincidía con la versión de Perú—. Y cuando saliste del hotel, ¿a dónde fuiste?

—To the airport, I needed to get back to my country. But because of the stupid climate I had to go to Canada and stay there some days (Al aeropuerto, necesitaba regresar a mi país. Pero gracias al estúpido clima tuve que ir a Canadá y quedarme un par de días ahí)

—Bueno, ¿Canadá sabía de esto?

—Of course not, I can go to his country any day I want without him noticing it. And, if he knew, he would organice a reunion with all the family and I don't want that until Christmas (Claro que no, puedo ir a su país cualquier día sin que se dé cuenta. Y, si lo supiera, organisaria una reunión con toda la familia y yo no quiero eso hasta Navidad) —USA se mostraba realmente desinteresado, pareciera que sólo quería volver a casa.

Tu nuevo análisis de tu país muestra un lugar sospechoso en el estado de Alaska —USA de pronto pareció sorprenderse—. ¿Sabias de este lugar?

No, I didn't know (No, no lo sabía)

—¿Por qué nos diste un análisis de tu país dónde estabas limpio para luego darnos otro dónde sale este lugar? —USA no contestó, ni siquiera se había molestado en verificar los análisis de su país antes de entregarlo—. ¿Y?

—I... I swear I didn't know about this (Yo... Yo juro que no sabía nada acerca de esto)

—¿No crees que el secuestrador pudo haber escondido a México ahí por tres años?

—I belive yes (Yo creo que sí)

—¿Podría ser en una cabaña o en un pueblo pequeño? Oculto en algún bosque.

—Maybe (Tal vez)

—Claro, después de todo, ¿quién se molestaría en buscar a México en Alaska? No soporta el frío y está cerca de Canadá, está cerca del lugar donde aterrizó tu avión hace tres años.

Síndrome de Estocolmo: 99%

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