Habían pasado ya veintisiete días sin ver a mis hijos. Y veinticinco después del incidente con Levi. Comenzaba a sentirme triste. Los extrañaba. Los extrañaba mucho. Ese día me desperté y mientras Levi dormía, un recuerdo de cuando era niña, el recuerdo de las quemaduras en mi espalda, me acometió de náuseas. Salí corriendo de la tienda y vomité en los arbustos.La batalla fue ardua. Levi mató dieciocho titanes ese día, la mayor parte de entre seis y ocho metros de altura. Sólo esos pude documentar.
Yo maté apenas trece. Ninguno me pareció interesante. Mostraban el mismo comportamiento errático y deshumanizado de los otros. Moblit obtuvo las muestras con ayuda del escuadrón y todo transcurrió de manera usual.
Caminamos un largo trecho y encontramos que no había titanes. Eso era excelente. No había ni uno solo.
Me fascinaba todo lo concerniente a ellos, quizá por la misma fascinación mítica con la que se ensalzaban en los libros y que nada tenía que ver con la realidad grotesca que vivíamos día a día, debiendo matarlos para sobrevivir y no, por el contrario, viviendo con ellos pacíficamente.
Yo sabía que eso jamás sucedería.
El cielo estaba gris. No había duda de que iba a llover por lo que las provisiones estaban en peligro. Comencé a ordenar a Moblit y a mi Escuadrón, por ser los más capacitados, que levantaran las tiendas. Tendríamos que hacinarnos varias personas en una misma y dos personas más quedarse en una con las provisiones.
Levi ayudaba en lo que le permitía sin entrometerse, pero daba órdenes de lo que debía hacerse, incómodo por la contrariedad.
Originalmente la formación incluía a Mikasa y Eren. Pero no hubo necesidad de enviar por ellos. Me sentía más tranquila sabiendo que estaban a salvo.
Y me alegré porque mis hijos no sufrirían nada de lo que pasó.
Había mucho alboroto afuera y el ruido incomparable de las pisadas de titanes.
Una horda de ellos.
Salí de la tienda y Armin Arlet batallaba contra uno y aún cuando sus habilidades físicas eran mínimas, logró matarlo, era uno pequeño de apenas cuatro metros. Sasha Braus en cambio, peleaba por asesinar uno más grande, diez metros. El titán saltaba. Eso era nefasto. Un titán excéntrico.
Moblit... Lo que quedaba de Moblit yacía al pie del claro y todo mi escuadrón batallaba con titanes diferentes. Mi fiel compañero, mi amigo, había muerto sin que siquiera me diera cuenta. La batalla se fue alejando y yo de pronto, asustada, pensé en Levi.
¿Dónde demonios se metió Levi?
Me acerqué a Moblit, que, aplastado, apenas si conservaba la piel en su lugar, magullada y amoratada por el devastador golpe que debió significar aplastarlo contra la tierra. El olor que desprendía era indescriptible y es algo que jamás olvidaré.
Humeaba.
Pensé en Petra y entonces una nueva oleada de náuseas me acometió y comencé a llorar.
Me limpié de un manotazo, comprendiendo que si no me aparecía por allí y si Levi no aparecía por allí, todos morirían.
Me autoevalué y pese a que sentí las articulaciones algo tiesas aún, corrí de nueva cuenta a la tienda y aguantando las náuseas, me acomodé el dispositivo de maniobras tridimensionales. Pensé en mis hijos y dije una oración. Sí... Soy tan rara que aún creo en Dios.
Me sostuve y me balanceé entre los árboles hasta el sendero y entonces pasó.
Levi estaba sobre la cabeza de un titán de casi veinte metros. Sentí algo, una sensación de presagio, más allá de mi razón, que me decía que eso no terminaría bien. El titán no era nada parecido a ninguno que yo hubiera visto jamás. De forma humanoide, se desplazaba rápidamente, más no tenía piel o músculos visibles. Su cuerpo estaba cubierto de escamas plateadas, tornasol, que refractaban la luz e impedían la visibilidad. Su rostro era lo más perturbador. La mueca que formaban su boca gruesa pero sin labios era aterradora. Se alzaba en los extremos hacia arriba como si fuese a reír y los sonidos eran sin duda lo peor. Levi lo miraba con asco, me vio y murmuró algo que no entendí y entonces todo fue confusión.
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Entrega a Medianoche: A LeviHan Fanfic
FanfictionLo que comenzó como una carta, terminó con la travesía más grande e intensa de dos almas complejas pero demasiado afines para ignorarse. Canonverse Levihan.