Nathaniel

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Nunca imaginé que lo más difícil de tener un bebé, fuese, no pujar en el momento del parto, sino las sorpresas alrededor de ese momento en que de pronto pareces estar en el infierno y luego ves una carita roja y arrugada, que parece sacarte de él y elevarte por los cielos.

Sé que Levi me sostenía, porque peca de rudo y me dolían las yemas de sus dedos apretando por debajo de mis brazos, juraría que me dejó morados que jamás busqué y que seguro ya no están. Pero ahora sé que él tenía más miedo que yo.

Sinceramente pensé que moriría.

Para entonces, ni Dahlia ni Nathaniel habían nacido y yo estaba aterrorizada porque creía que habían muerto.

¿Cómo hace un ser tan indefenso, tan pequeño, tan vulnerable para sobrevivir?

No lo sé, pero eso comenzó a generar interrogantes que yo desmenuzaba en mi mente mientras pujaba con tanta fuerza como podía, aunque cada vez mis fuerzas disminuían y tanto Levi como Mikasa lo notaron.

Mi rostro estaba perlado de sudor, podía sentirlo. Pensé que a Levi le daría asco, siempre ha sido un duende maldito de la limpieza y tocar las secreciones de alguien seguro le generaría sin par incomodidad, pero eso no pasó. Él me sostenía con fuerza y de vez en cuando depositaba besos en mi cabeza. Tales gestos me parecieron el colmo de la cursilería para Levi, pero no me disgustaron, sino por el contrario, me estaban animando y dándome el poder necesario para traer a sus hijos al mundo.

A ese punto, debo decir que yo no sabía que había dos bebés. Sabía que Nathaniel existía, porque era quien se escuchaba en el único estudio a que pude tener acceso, con una copa de escucha. Nadie jamás supo de la existencia de Dahlia, hasta que Levi lo dijo. Pero relataré todo desde el punto justo.

Yo estaba desangrándome, no cabe duda que iba a morir y de no ser por Eren, probablemente Dahlia, Nathaniel y yo habríamos muerto con toda seguridad.

Mikasa me observaba al pie de la cama y conociéndola como para entonces la conocía ya, algo en sus ojos me decía que algo estaba sucediendo y no era bueno. De pronto saltó frente a mí y le dijo a Levi que había algo que quizá podía hacer para evitarme más sufrimiento. Salió corriendo de la habitación ante la expresión atónita de Levi que sólo exclamó, muy irritado:

- Tsk, femme de l'enfer, maintenant un òu les démons seront?*

Y a mi vez, sonreí mirando al frente, por encima de mi estómago hinchado y entonces, miré a la ventana. El atardecer aparecía rojizo, las nubes eran de muchos colores, desde los más dulces tonos de rosa y azul cielo hasta el púrpura, azul marino y rojo con tintes de turquesa y gris. Concentrada en esa imagen, apreté los ojos, aspiré profundamente y sostenida de Levi, comencé a pujar. Sentí cómo un líquido caliente y espeso me recorría las piernas, cosa que atribuí al líquido amniótico. Estaba equivocada. Por debajo de mi cadera y recorriéndome los muslos, hilillos de sangre se extendían tiñendo de rojo las sábanas blancas. Levi asomó de pronto entre mis piernas, mientras yo continuaba pujando y de pronto su rostro se tornó pálido y me tomó el brazo.

- Hanji - dijo con un tono tan suave que me asustó - por favor no pujes.

- No pujar, enano, no es una opción. Tengo un bebé que está literalmente pidiéndome salir.

- Te desgarrarás si pujas y morirás, enchante... Son... Son dos bebés - Y al decirlo, su rostro asustado y mortalmente blanco, derrochaba orgullo.

- Ya te volviste loco, Sargento Levi. Eso no puede ser - dije con repentinas náuseas - me hicieron una ecografía, sé que tengo un solo bebé.

- No, Hanji. Son dos hijos, dos... A menos que también haya humanos excéntricos de dos cabezas - y ante este pensamiento expresado en voz alta, de pronto Levi rió nerviosamente y se llevó las manos a la cabeza abrumado, viendo asomar la coronilla de un bebé mientras que la del otro se diferenciaba por muy poco.

Entrega a Medianoche: A LeviHan FanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora