12. Cosquilleo.

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Narra Adrián.

—¿E-El coronel? —pregunté nervioso.
—Mi padre para ser más exacto —dijo.

No quería hacer preguntas tontas por la sorpresa del momento, sin embargo estaba seguro que tendría respuestas después de esto.

—Uh... bueno vamos —dije no tan convencido del todo.

Edmon tenía una extraña sonrisa en el rostro, se abrió paso entre todos y me pidió que lo siguiera.

Sentía como se sernían las miradas de todos sobre mi, era bastante incómodo y ese sentimiento duró al menos hasta que entré en aquel recinto.

La entrada estaba muy poco decorada, había algunos muebles y estantes de madera, leve iluminación y una alfombra que dirigía a tres puertas; izquierda, centro y derecha respectivamente.

Había un guardia al parecer cuidado la puerta del centro, este no me quitaba la vista de encima.

Una vez miró a Edmon se apartó de la puerta y la abrió invitándonos a pasar.

Con algo de incertidumbre pasé después que el polar y entré en aquella oficina.

Estaba mejor arreglada que la otra sala, más iluminada, tenía color, había un escritorio de madera al frente, una silla que se veía bastante cómoda nos estaba dando la espalda, podía ver ciertas banderas en las paredes así como cuadros y otras decoraciones.

En el techo un candelabro iluminando a su alrededor.

—Aquí estoy padre —dijo Edmon una vez la puerta se había cerrado.
—Un paso al frente, los dos —dijo.

Hicimos lo que pidió.

Lentamente aquella cómoda silla se giró para mostrarnos a aquel oso polar adulto que había visto ya hace un rato.

—Te envié con un pelotón completo, ¿dónde están los demás? —preguntó.

La situación se puso algo tensa, no hice más que callar.

—Fuimos emboscados padre —contestó.
—Ah, entonces ya están aquí... —murmuró.

Hubo un leve silencio.

—¿Por qué haz traído contigo a un enemigo? —preguntó.
—El es neutral en esta guerra, estoy seguro que no hará nada en contra nuestra —respondió el polar.
—¿Cómo estás seguro?, lo haz guiado hasta nuestra base, sin esposarlo y sin previo aviso, ¿cómo debería tomar eso? —preguntó.

Sentí algo acalorada la situación.

—Él no es aliado, pero tampoco es enemigo, lo habíamos capturado junto con otro más pero... —hizo una pausa.
—¿Pero? —preguntó.
—El otro desapareció y él iba a morir a manos de su misma facción —contestó.
—Vaya, morir a manos de tu propio equipo —dijo sorprendido.
—Así es, yo... lo liberé y lo traje conmigo, así mismo me aseguré que no nos estuvieran siguiendo y en ese tiempo el no intentó nada en contra mía —dijo.

El polar mayor se quedó en silencio un momento y después me miró.

—Tu, tienes mucha suerte, si mi hijo salva a alguien es por algo, ahora, ¿cuál es tu nombre? —preguntó.
—Adrián, señor —respondí.
—Muy bien Adrián, no puedo tenerte andando por ahí sin que no haya revueltas o temor entre los demás, así que te tendré bajo custodia —declaró.
—¿Eh? —dijimos el polar y yo al mismo tiempo.
—¿Padre, no confías en mi cuando te digo que yo confío en él? —preguntó Edmon.
—Confío en ti y en tu juicio Edmon, sin embargo estos son temas políticos y de guerra —dijo.
—No lo encierres en las celdas padre... mejor dame su custodia y déjame tenerlo vigilado en mi habitación —sugirió.

Las Luces Del Norte (Furry/Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora