8. El Ataque.

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Narra Adrián.

Me sentía como una presa, atrapado, en camino hacia la boca del lobo donde no sabía si al menos saldría de ahí nuevamente con vida o no.

Una vez estuve afuera de la tienda el otro soldado me hizo esperar y entró.

—Ya está aquí —dijo él.
—Hazlo pasar —contestó el otro.

Salió y me hizo un gesto con la cara, empecé a caminar lentamente, sentía mi corazón palpitando con algo de angustia, sentía que se me iba la respiración, no quería entrar.

Aún así lo hice.

El oso polar me miró de la cabeza a los pies y después a quien me había traído.

—Puedes irte a descansar, gracias —dijo.

—¡Si señor! —dijo en el momento en el que adoptaba una pose militar y se dió la vuelta para salir.

Solo quedábamos él y yo, hubo un momento de silencio en el que sentí que el corazón me saldría en cualquier momento.

El polar arrimó una silla.

—Siéntate —dijo.

Entre el nerviosismo y lo tensa de la situación decidí hacer caso por el momento, no sabía sus intenciones ni de lo que era capaz.

Una vez me senté pude verlo mejor, realmente seguía siendo alto en comparación a mi aún estando sentado, sus ojos azules como diamantes, era... extraño.

—¿Cuál es tu nombre? —preguntó.

Me la pensé un poco antes de responder.

《¿Qué quiere él de mi?》

Mi nombre... Adrián —respondí.
—Adrián, ya veo... ¿qué edad tienes? —volvió a preguntar.
—Veinte años —dije.
—Dime, ¿qué solías hacer antes de esto? —preguntó.

Era un interrogatorio raro al menos para mí, aunque quizás trataba de obtener una información específica.

—Pues... vivía en casa con mis padres, estudiaba en la universidad y tenía una vida como cualquier otro chico, supongo —contesté.
—Entiendo y ¿cómo fue que llegaste aquí? —preguntó.
—Un día fui separado de mis padres por defender a mi país, estuve varias semanas en una academia militar y no hace mucho que me trajeron aquí —respondí.
—Es porque esta guerra está en su pleno apogeo, quizás aquí no pero, a donde iremos después de aquí será muy notorio lo que está pasando allá afuera —dijo.

Me quedé pensando un momento, era cierto; nos habían soltado en un campo de guerra en el cual no parecía que estuviera pasando aún.

—Y... ¿Qué pasará con nosotros? —pregunté.

Aquel polar se quedó pensativo un momento y después volvió a mirarme.

—No estoy seguro, eso no depende de mi —contestó.

Bajé las orejas algo desanimado, estaba triste y tenía miedo, no sabía que me iba a pasar o si saldría vivo de eso.

—Tu... no eres como los demás —dijo.

Lo miré extrañado ante lo que había dicho y antes de poder hablar pasó su mano por mi mejilla limpiando una lágrima que había salido.

Me sentí algo incómodo aunque su tacto fue suave y su tono de voz había cambiado notoriamente.

—Perdón, no sé que estoy haciendo —dijo y se levantó.

Me quedé en silencio ahí sentado, él hizo una llamada por su radio y llegó un soldado.

—Llevátelo —dijo.

El soldado me puso de pie y me llevó casi a la fuerza ala exterior de la tienda, me sentía extraño, solo pude ver al polar mirando como me iba.

Regresé a donde me tenían con Luis y volví a sentarme, Luis no tardó en hacer preguntas.

—¿Estás bien?, ¿Qué pasó?
—Solo un pequeño interrogatorio, nada más —respondí.
—Hmmm, ¿Descubriste algo? — preguntó.
—No exactamente, solo sé que aquí no es el epicentro de la guerra —respondí.
—¿A qué te refieres? —preguntó confundido.
—Que la verdadera guerra está allá afuera y... —instintivamente paré la oreja— espera, ¿escuchas eso?

Vi caer una granada cerca de donde estábamos, me paré rápidamente y empujé a Luis hacia atrás.

Esta explotó dejándome un poco aturdido, seguía vivo al menos y había caído encima de Luis.

Podía escucharlo muy lejano repetir mi nombre, los demás soldados corrían en el fondo disparando contra quien los estuviera atacando, los veia caer uno por uno.

Pude reconocer a uno de los atacantes, en cuanto verifiqué quien era sentí un gran nerviosismo en mi estómago.

Era aquel toro con el que había llegado, parecía estar disfrutando el momento.

Jalaron a Luis de mi y lo alejaron, traté de ponerme en pie pero aquel toro me empujó.

—Vaya, vaya ¿qué tenemos aquí? —preguntó con una sonrisa maníaca.

No quería responder, seguía algo aturdido pero podía escuchar los disparos y las explosiones de fondo.

—Tu no sirves para esto, te haré un favor —dijo para proceder a apuntarme.
—Se supone que... somos aliados —dije tratando de que la voz no se me entrecortara.

Tenía miedo.

—Lo siento, yo no tengo bandos, yo decido quien vive... o muere—dijo.

Me había acercado más el arma, sentí que era mi final.

Entonces, como una serie de fotografías y un video en cámara lenta.

Aquel blanco captor había aparecido por detrás del toro, opacandolo por mucho en altura.

Pude ver como lo noqueó con su arma, éste cayó al suelo, el polar se acercó a mi, podía verlo hablar pero no entendía nada, me puso de pie y liberando mis esposas tomó mi mano para empezar a correr.

Los demás que estaban con  él seguían luchando, había perdido de vista a Luis y poco a poco nos íbamos alejando del campamento.

Podía oler y escuchar el río, nos estábamos acercando hasta que llegamos a la orilla, parecía correr rápido como si hubiera una cascada cerca.

El polar miró hacía atrás, se dió cuenta de que nos estaban siguiendo, pude escuchar las botas correr tras nuestra, el movimiento de los arbustos y los disparos.

Entonces aún sosteniendo mi mano saltamos.

Luché un momento por flotar y tratar de agarrar algo de aire pero la corriente era muy fuerte y me estaba arrastrando.

Empezaba a escuchar un ruido estruendoso; no eran disparos ni bombas, era ese peculiar sonido que hace el agua cuando desemboca en un lugar.

Una cascada.

Comencé a nadar hacia afuera del río, queriendome salvar de la inminente caída pero fue inútil.

Lo último que recuerdo es estarme aferrando a una roca y como ésta me cortó la mano antes de caer al precipicio.

Todo se volvió oscuro.

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Hola mis bellos lectores, aquí con un nuevo capítulo, espero que les esté gustando esta historia y gracias a todos por el apoyo.

Cuídense mucho si están en cuarentena, lávense las manos, no salgan de casa y usen cubrebocas si salen.

Los quiero.

—MadSoul345.

Las Luces Del Norte (Furry/Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora