Capítulo 5.

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'Intentaba huir del mundo perfecto. Necesitaba que hoy la persona perfecta arrebatase su mente. Necesitaba encontrar la persona perfecta que hiciese su mundo imperfecto. Vivía en un engaño donde la protagonista era ella.'

Los rayos de sol se colaban entre la persiana de mi ventana anunciándome que ya era hora de levantarse. Salí de la cama con un salto para empezar a prepararme.

Una vez lista fui a desayunar en la cocina donde me esperaba mi madre llena de interrogatorios.

-¿Cómo fue ayer al instituto cielo? ¿Has conocido a alguien?- me preguntó mientras besaba mi mejilla.

Sabía perfectamente lo que tenía que hacer en este tipo de situaciones. Miré al techo mordiéndome el labio inferior y respiré hondo para contener mis lágrimas.
Seguidamente la miré a ella con una falsa sonrisa de oreja a oreja.

-Bien, todo ha ido bien.- mentí, recordé como llegué a pensar en abandonar este mundo, incluso a ella. Tragué saliva mientras contemplaba su gran sonrisa y me conformé con eso, con el simple hecho de verla feliz.- Y no he conocido a nadie. Pero no importa.

¿Qué porque no le contaba lo de Jesús? Bueno, en mi opinión todavía no he llegado a conocerlo como para hablarle de él a mi madre, no quiero que se haga ilusiones pensando que tengo un amigo cuando lo conozco de un día.

Me despedí de mi madre y me encaminé al instituto evitando una conversación incómoda.

Nada más llegar lo vi, sí, otra vez él. Estaba apoyado en una scooter vieja aunque lo bastante lujosa para nuestra edad, con los brazos cruzados y buscando a algo o alguien con la mirada.
Sin ni si quisiera quererlo, nuestras miradas se chocaron y él esbozó una amplia sonrisa. Intenté evitar el contacto con sus ojos pero era imposible. Al ver que él no tenía intención de venir hacia mí pero sí de intimidarme con la mirada, cosa que conseguía, seguí mi camino y entre en el recinto.

Había que admitir que era un lugar precioso. Pero había personas por todos y cada uno de los rincones del lugar; riendo, hablando, besándose, empujando impacientes...
Entre tropiezos y empujones llegué a secretaría como pude.

-Perdone, soy Mery Jenner, la nueva alumna de 4°, ¿sabe dónde esta mi tutora? Me iba a llevar al aula.

-Sí, tiene que estar al llegar. Siempre se hace de rogar. - la mujer me guiñó un ojo sorprendiéndome.- Es él, es él.- me volvió a decir invitándome a girar a verle. No pude hacer otra cosa que resoplar.

Jesús se acercaba hacia mí con actitud chulesca sosteniendo su mochila en un hombro.

-Buenos días pequeña. -acto seguido dirigió su mirada a la secretaria- Buenos días señora, cada día más guapa.- ella se quedó embobada sonriendole, vaya par.

-No tan buenos al verte.- le contesté. Él me hizo un gesto para que le siguiera y así hice.- ¿A qué viene todo esto?

-Soy tu encantador y apuesto tutor. ¿No te gusta?- contuvo una risa mientras yo le asesinaba con la mirada. -Está bien, está bien. Soy el hijo de la directora.

Miré a nuestro alrededor y pude notar como la gente miraba premiante a Jesús y se apartaba para darle paso.

-¿También eres el chico popular del instituto no? - reí nerviosa intimidada porque los alumnos cuchicheaban sobre la acompañante del hijo de la directora, yo.

-Así es. Se te olvidó añadir el chico popular que consigue a todas las chicas que quiere.- Hablaba de ello orgulloso, pero a mí me echaba hacia atrás su actitud. Eso no pegaba nada con mi tipo de personalidad.

-No, eso no funciona conmigo.

-¿Sigues haciéndote la chica difícil?-abrí los ojos disimulando que me impresionaba como lo había adivinado tan rápido.

-¿Por qué piensas eso?

-Oh, venga ya, no eres la primera chica con la que me topo.

-Pero nunca te has topado con alguien tan diferente, creeme.- nos paramos delante de una clase con la puerta cerrada y entendí que esa era mi clase.- Ya puedes irte.

-¿Qué? De eso nada, vamos a la misma clase.- no me había planteado ni por un segundo esa posibilidad.
Entré en el aula y resoplé fuertemente exhausta de él.

-Bueno pequeña, esta es mi madre. Aparte de ser directora, también da clases de filosofía.

-Encantada guapa, me llamo Isabel.- me sonrió. Tenía un pelirrojo cabello largo, acompañado de un rostro lleno de amabilidad.

-Igualmente, Mery- le dí dos besos tratando de ser simpática. Aunque no aguantara a su hijo hay que decir que ella parecía bastante simpática.

-¿Ya te has cansado de Jesús? Te he oído resoplar.- a Isabel pareció no molestarle eso, ya que me lo dijo contenta.

-Para nada, pero si su hijo es encantador, apuesto y consigue a todas las chicas que quiere.- le contesté en tono irónico imitando la egocéntrica actitud de Jesús hace apenas minutos. Los dos soltaron una gran carcajada, contagiando a toda la clase. Aunque solo lo entendimos yo y Jesús, los demás lo vieron con segundas.

-Parece que le esté presentando su novia a la madre.-escuché susurrar a una inocente adolescente.

-Mery, que te caiga bien la suegra ya es un punto a favor.- chilló un rubio con ojos azules al que no conocía de nada. Jesús lo mató con la mirada, a lo que el chico acachó la cabeza y le pidió perdón. Todos le tenían mucho respeto, o quizás aprecio.

-Sentaros juntos en la fila final de la derecha.- nos ordenó Isabel.

Las mesas estaban colocadas de dos en dos a si que no tenía otra opción que sentarme a su lado y tener que aguantarlo.

-Parece que el destino nos quiere juntos, pequeña.- me susurró ya en la mesa.

-¿Puedes dejar de llamarme así?- la clase entera, incluida su madre, se giró a mirarme. Al parecer había subido el tono mas de lo que quería, me disculpé y seguimos la clase susurrando.

-¿Te has dado cuenta de qué nuestras personalidades son polos opuestos?

-Dicen que los polos opuestos se atraen.

-¿Es esa la clase de frases de internet que usas para conquistar a tus ligues?- los dos soltamos una gran carcajada, haciendo caso omiso a las explicaciones de la maestra.

-No me voy a dar por vencido tan fácilmente, me encanta lo difícil.-dijo refiriéndose a mí.

-¿Por qué no te sientas al lado de uno de tus populares amiguitos?- le invité educadamente a irse. Había mucha complicidad entre nosotros, tanta que me daba miedo. Sabía que tenía que pararlo, aunque en ciertos momentos se me olvidaba todo.

-No suelo ir a clases, simplemente me paseo por fuera del instituto, así que ya todos tienen su sitio fijo aquí.

-¿Aparte de popular, un chico malo?- reí.

-Tienes una idea equivocada de mí.

No quise seguir la conversación, aunque él intentó retomarla varias veces.
El resto de clase reflexioné sobre su actitud respecto a mí y llegué a la conclusión de que no era un chico tan malo como aparentaba ser, él mismo me lo había dado a entender.

-Aquí tienes, por si me necesitas alguna vez.- me entregó un papelito con su número de teléfono.

-No lo quiero.- reí.

Pero no lo tiré, me lo guardé, porque una gran parte de mi sabía que tarde o temprano me iba a volver a derrumbar y que cuando eso pasara lo necesitaría a mi lado apoyándome, como el primer día que nos conocimos.

Vigilándote en la oscuridad {Gemeliers}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora