En diferido.

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Eolos...Aullando en diferido soplando suavemente la vida. ¿Qué sería del viento si no hubiese vida? ¿Quizás una tempestad? ¿Una tormenta seca y muda? ¿Existen tormentas mudas? ¿Sin truenos sonoros? ¿Sin relámpagos de neón? ¿Sería una tormenta con tal de nacer la vorágine el cielo? Tantas preguntas me inspira el viento, tú, Eolos... Más hermoso y transparente que una cortina, más sensual recorriendo los vientos a través de los poros de mi piel, harás cantar cada poro, abriéndolos de par en par como si fueran flores brotando en la fúnebre primavera. ¿Fúnebre?

Ay...Qué digo. La hermosa primavera, todas las flores más hermosas compiten entre unas con otras, provocando a sus presas un amor pasajero y temprano. Con tal de que su polen recorra por las cuevas del olfato de sus presas, ya atraen no solo por su belleza, sino por su sensual olor. Más provocativas que las putas lascivas que se muestran muy baratas en los burdeles y los perfumes caros. Eolos ama a su querida primavera, cuando es el único tiempo donde puede pasear tranquilamente haciendo volar al polen con un simple suspiro, compañeras de viaje transcendental. Más allá del viento, solo existe el polen. ¿Qué sería el polen sin viento? Solo tendría a sus presas como obreras y transportadoras para poder expandir su especie.

Vivimos en un mundo en el que dependemos todos de todos. El humano depende de su especie, desde luego depende también de sus presas y de aquellos depredadores. Estas presas, depende de sus presas infravaloradas. Y las presas más débiles dependen de lo que brota en la hierba, en la tierra. ¿Pero, y los dioses, dependen de algo? Solo se dependen de ellos sí mismos, entre el placer de cada acto de lujuria dedicado a Eros y cada carnicería como sacrificio a cualquier otro dios para al menos llevarse bien... Los dioses de mi querido Olimpo, no dependen de nada, al fin y al cabo son dioses, son los padres de la tierra, los gobernantes del cielo, de la tierra y del inframundo, aunque éste solo lo domina Hades.

Uno de los padres del cielo, Eolos. Capaz de hacer un susurro a una nube, y convertirla en menos de un segundo en una tormenta... Nada más ver el cielo, me miras con una mirada llena de ansias, de deseo carnal, me acaricias la cara y te siento muy cerca... ¿Por qué te acercas tanto a mí? ¿Y no a los otros? ¿Por qué? Siento que... Porque tenga unas orejas de cristal, me tratas con demasiado cuidado. ¿Pretendes quererme para después enterrarme en el olvido? ¿Pretendes romper mi cuerpo de cristal con tu viento? ¿Pretendes raptarme como hizo Céfiro con Brisa? Solo tengo un cuerpo de cristal, trátame con cuidado... No me rompas este cuerpo con tu viento. Cuando soplas una pequeña brisa a mi lado, siento que se me avecinan tus besos. Presiento tus manos en mi barriga, y tu cuerpo detrás de mi espalda...No me dejes así...No...No...No te vayas...No dejes este cuerpo de cristal en medio de la nada, en medio del cielo. El cristal, nada más caer desde una alta altura, llega a romperse por completo cuando estalla contra el suelo. Cógeme... No me sueltes...

Por favor... ¡No!

Relatos de Eros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora